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Entrevista a Fernando Menis

"Se puede hacer arquitectura espectacular, pero útil y social"

"Hace falta imaginación en el planteamiento. Creo que cada vez es más necesario que los equipos sean multidisciplinares", opina el arquitecto

"Se puede hacer arquitectura espectacular, pero útil y social"

El edificio de 22.000 metros cuadrados, adaptable a varios usos, emerge del suelo como si hubiese estado siempre allí, en el paisaje de una ciudad polaca medieval Patrimonio Mundial. De ahí que la primera imagen que procura la obra de Menis es la de un objeto que aprovecha un resquicio de luz en el suelo, para asomar luego su estructura y desembarazarse poco a poco de las capas de material que tiene encima. La revista Arquitectura Viva, nombre ya legendario en el mundo internacional de la creación arquitectónica, le dedicó en su número 181 de 2016 un especial a su obra en la edición AV Monografías, de la que también han sido portada, entre otros, nombres de tanto prestigio como Rem Koolhaas, Norman Foster o Souto de Mora.

Luis Fernández-Galiano, director de la publicación, no ha dudado en decir que es el más importante en las Islas tras César Manrique. En un texto titulado Música calcinada con motivo del monográfico del creador tinerfeño escribió lo siguiente: "La obra de Fernando Menis reúne arraigo físico y libertad mental, el apego táctil a la materia constructiva y la imaginación visual de su lenguaje compartido, los vínculos estrechos con el paisaje mineral de las Islas Canarias y la variedad de registros de su fronda de referencias. Esta estructura verosímil e inesperada es al mismo tiempo geológica y culta, rigurosa y juguetona, insular y cosmopolita, y se instaló en las cortezas pétreas de la tradición para subvertirlas con ironía y afecto".

Con Artengo y Pastrana (Equipo AMP), realizó el Magma, Centro de Arte y Congresos, construido en Adeje (Tenerife), o la Presidencia del Gobierno de Canarias, en Santa Cruz de Tenerife. Ya en solitario, hace años que aplica su experiencia con el paisaje como prioridad en proyectos en el extranjero, como la Torre Agora Garden Luxury (Taiwán), la Iglesia para Air Force Village (San Antonio de Texas, EE UU) o la Bodega de Crimea, aún pendientes de construcción. A los distintos programas, a veces en extremos opuestos del planeta, ha llevado las claves teóricas que han circulado a través de sus proyectos insulares, dígase la prevalencia del lugar donde se emplaza la pieza, o bien la obsesión para que la nueva idea sea capaz de acoger lo foráneo y lo vecinal sin incompatibilidades o contradicciones.

El próximo jueves, Fernando Menis estará, a las 19.00 horas, en la tribuna del Club LA PROVINCIA para hablar, sobre todo, de su obra polaca en una conferencia titulada Razón y emoción: el caso de una ópera en Polonia. La arquitecta y profesora de la ULPGC Magüi González será la encargada de presentar a Menis. Ella es coautora de la Ciudad Judicial, del edificio Usos Múltiples II, de la rehabilitación de las Casa Consistoriales o, ya en solitario, de la Casa José Ruiz (San Cristóbal. Las Palmas de Gran Canaria), entre otras obras.

He leído en algún lugar que en su arquitectura está el recuerdo de ver a su padre ensamblando minuciosamente las piezas de los relojes. ¿Significa esto contención, poner límites a otra parte muy característica de su obra: la explosión creativa?

Creo que soy una mezcla de la razón proveniente de mi padre y la emoción de mi madre. Él era muy racional, me enseñó a buscar la función, a pensar en la razón de todas las cosas, mientras que mi madre, que era la imaginación en lo personal, me enseñó a ser emocional e intuitivo. Así eran ellos, y de ahí ha salido un método de trabajo en el que es posible identificar una manera de proceder común en todos los proyectos del estudio, un proceso definido por un binomio indivisible: razón y emoción, que sustentan cada proyecto en un diálogo mutuo continuo. La cuestión es cómo se consigue la proporción adecuada de razón y la proporción adecuada de emoción, y con qué proceso de trabajo. La ecuación varía en función de las particularidades de cada proyecto, pero el equilibrio entre razón y emoción y, en especial, la confrontación y el paso de una a la otra, provoca que cada proyecto emprendido se vaya empapando de ambas, convirtiéndose en un ente vivo, que evoluciona a medida que avanza, que está concebido como un órgano modelado, extraído directamente de la materia amorfa, que se debe aprender a modelar.

¿Qué ha ocurrido en su trayectoria para que el edificio Magma mantenga después de bastantes años una relevancia extraordinaria en el proceso del nuevo auditorio de Torun, de reciente inauguración y su obra más importante diseñada en el extranjero?

El Magma fue una gran oportunidad. Era un edificio multifuncional en un lugar turístico en evolución. Por supuesto, he cambiado en todos estos años. Tal vez sea mejor decir que he ido evolucionando y ahora soy mejor arquitecto de lo que era a principios de los 2000. Es normal, siempre trato de aprender. El aprendizaje y la formación de un arquitecto nunca se detienen, porque si no se tiene el riesgo de bloqueo y de no saber estar a la altura de cada tiempo y cada lugar. En Canarias es el paisaje lo que nos caracteriza, la fortaleza de ese monumental paisaje volcánico ha influido en mí desde que nací, y supongo que en todos los buenos arquitectos, al igual que influyó en César Manrique, al que admiro profundamente. Creo que lo que hemos hecho los dos, y otros compañeros y compañeras también, ha sido dejarnos llevar por la fortaleza de la naturaleza que nos rodea en las islas y de eso está hecho el Magma, de las fuerzas del paisaje del sur de la isla de Tenerife, de su ceniza volcánica, el jable, mezclado con hormigón. Ahí fue donde puse en práctica por primera vez la técnica del picado que ahora he perfeccionado en Polonia.

Edificio roca, arquitectura que surge del paisaje, edificio topográfico, escultóricos, telúricos... ¿No hay tras todos estos calificativos sobre su arquitectura el trasfondo de una intención épica por parte del autor? Digamos que, en cierta manera, el material constructivo se logra dominar con y desde la naturaleza, sin destellos tecnológicos... Y me viene a la memoria su piscina de El Guincho, otro trabajo de especial preponderancia en su carrera.

La verdad es que esos calificativos no son míos, sino de personas que han ido interpretando los proyectos que he ido haciendo a lo largo de mi carrera, pero sí que definen lo que hago. Creo que lo que hay detrás es un apoyo intuitivo en la sabiduría de la naturaleza. Me dejo llevar por ella, le sigo la corriente y no intento luchar contra ella. Ahí entra en juego la emoción, lo que siento ante un paisaje, lo que creo que me sugiere. Cuando llego a un lugar intento descubrir su genius loci, intento entender la historia, el paisaje, el aire. Para mí el lugar es más importante que el proyecto. Tengo que dejarlo mejor de lo que estaba antes de intervenir, si no, no vale la pena. Siento esa responsabilidad de ser respetuoso con la naturaleza, de demostrar que es posible combinar las necesidades del hombre con las de la Tierra.

Sin embargo, la tecnología también ha sido clave en lo que se refiere a la acústica, dado que ha logrado que sea variable en los 22.000 metros cuadrados del auditorio Torun. En un espacio temporal de dos horas consigue mover piezas de hormigón de entre 11 y 20 toneladas a través de unas poleas motorizadas. Así y todo, no es nanotecnología ni mecanismos robotizados, sino más bien ese empeño suyo por situarnos en una era megalítica, de superación de obstáculos.

¿Sí? No lo sé. Busqué la opción que me pareció mejor para conseguir acústica variable y seguridad. Me intereso muchísimo por el sonido desde que conocí a Víctor Pablo [director honorario de la Orquesta Sinfónica de Tenerife] que me ayudó muchísimo en el Magma, incluso llegó a llevar a la OST a probar la acústica casi al final del proceso y aprendí con él de acústica muchísimo. En un auditorio es lo más importante, todo lo demás es secundario. Si no suena bien no tiene sentido. En este caso, de Torun, el encargo no era fácil, era inicialmente una sala de conciertos pero, poco a poco, el programa fue creciendo por exigencias del cliente, y terminaron pidiéndome un lugar donde la ópera, la música sinfónica, el teatro y los congresos fueran posibles. Esta multifuncionalidad es un reto desde el punto de vista acústico.

Usted entiende que uno de los grandes retos de la arquitectura es alcanzar el mejor diálogo con el lugar donde ser va a emplazar. ¿Cómo se consigue no ser un intruso en un espacio tradicional, con sus propios códigos?

Como decía antes, cuando llego a un lugar intento dejarme capturar por su genius loci. No soy capaz de explicarlo de manera general sino con ejemplos concretos. En Polonia, la parcela del Auditorio CKK Jordanki se encuentra en un anillo verde que rodea el centro histórico de la mediana ciudad polaca de Torun, de 300.000 habitantes, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que destaca por su gótico de ladrillo. Fundada en tiempos del Imperio Romano, aún se pueden tocar sus murallas rojas originales y el gótico de sus iglesias. En esta zona de la ciudad se situaban, en la época comunista, las antiguas instalaciones deportivas de la ciudad, con piscinas y campos de tenis, pero el progresivo abandono de las mismas, junto con la creciente demanda de la población por la creación de una nueva sala de conciertos, llevaron al ayuntamiento de la ciudad a convocar un concurso internacional para regenerar toda la zona mediante la creación de la nueva sala de conciertos.

¿Y cuál fue la clave de su propuesta?

La intervención partía de la premisa fundamental de destinar toda la superficie posible al parque en el que se integra, de modo que se permitiera la continuidad de todo el cinturón verde que rodea el antiguo casco histórico de la ciudad y que el Auditorio pasara desapercibido y respetara la escala histórica de la ciudad. Además, se mantiene la vista panorámica desde el río intacta, para lo que resultó indispensable que la altura del auditorio fuese la menor posible. Es difícil actuar en una ciudad histórica pero no es imposible. Es posible innovar, dejar una huella de este siglo sin dejar de respetar las huellas de los siglos anteriores. Fue un reto precioso. Por eso utilizamos el ladrillo rojo de Torun en nuestro edificio, para conectar ambas realidades.

Le apasiona el cruce entre paisaje y arquitectura.

Ahora estoy trabajando en otro proyecto, un hotel en Suiza, que es un proyecto con un concepto especial desde mi punto de vista. Es en otro paisaje espectacular, en un pequeño pueblo en medio de las montañas, donde queremos que destaque una secuencia de acceso, casi procesional, desde la parte de abajo del pueblo hacia arriba, que cuenta una historia, la historia del lugar, que se presenta de una manera mística y única. No es solo un hotel, es mucho más, es el entorno también. Y el acceso, que a veces se va estrechando y te comprime por el efecto de los volúmenes, por lo que después de haber caminado a través de parte de el mismo, el paseo exterior te descomprime cuando llegas a la naturaleza poderosa. Queremos que sea una experiencia inolvidable.

"¿Cómo? Usando materiales inspirados en la naturaleza del lugar, estableciendo un parque abierto en la ciudad con un perímetro estirado y tensado de manera orgánica, con la intención de crear plazas que funcionan como lugares de encuentro y en medio de todo eso un bosque habitado, que será el hotel propiamente dicho. Ahí en Suiza ya hemos terminado una pequeña parte del proyecto que es lo primero, la plaza del pueblo.

¿Qué opinión le merece la crítica de que la arquitectura inmediatamente anterior a la crisis no tenía en cuenta al usuario? También se puede entender como una reflexión en torno al autocontrol, incluso a una autocensura para evitar situaciones complejas.

Depende de qué arquitectura. Siempre ha habido buenos y malos arquitectos. Los buenos piensan en los usuarios, y en la naturaleza, los malos no piensan demasiado. Se puede hacer arquitectura espectacular que a la vez sea sostenible, social y útil. Creo que se pueden hacer piezas de arquitectura que perduren de bajo coste. Por ejemplo el Magma, que fue un Centro de Congresos que construimos en Tenerife hace diez años, en pleno boom económico, fue el espacio multifuncional de ese estilo más barato de todo el país en su época, y con el paso del tiempo se ha demostrado su atemporalidad, su validez, su utilidad social, su sostenibilidad. No me gusta ese debate, ahí estoy con Frank Gehry, lo que importa es hacer siempre buena arquitectura, que no tiene por qué ser cara.

Entre sus intereses está la preocupación por armonizar la convivencia entre las poblaciones establecidas y las fluctuantes, como ocurre en determinados territorios de Canarias sometidos a la urbanización turística. ¿Vamos hacia ciudades donde el planeamiento debe extremar su imaginación para compatibilizar usos que antes ni se planteaban o eran de otra manera?

Exacto, es necesaria más imaginación en el planeamiento municipal. Creo que cada vez es más necesario que los equipos que planifican las ciudades sean multidisciplinares, no basta con ser arquitectos y abogados, hacen falta perfiles más transversales pensando en la ciudad, con más experiencias compartidas, con más riqueza a la hora de abordar los problemas.

¿Debería ser una preocupación en exclusiva del urbanista o también el arquitecto debe hacerse eco de estos planteamientos futuristas cuando diseña un edificio?

Creo que lo acabo de decir, es responsabilidad de todos. Me encantaría ver a una ciudad convocando un concurso para la redacción de un plan urbanístico donde el equipo tuviera que estar compuesto por arquitectos y arquitectas, abogados y abogadas, profesores, médicos, creadores... Dirigido por un arquitecto (o arquitecta), eso sí, creo que nos enseñan a ser buenos directores de orquesta, por así decirlo, pero no sabemos sobre todos los instrumentos, y por eso necesitamos preguntar, escuchar y contar con los que sí saben.

Como profesor de arquitectura en una universidad privada ¿a qué le da más importancia a la hora de enseñar a sus alumnos?

Durante muchos años enseñé en la Universidad pública en Valencia y ahora en la privada en Tenerife. En ambas intento que la Universidad no sea solo academia sino un paso entre la Universidad y la vida. Intento enseñarles cosas prácticas que realmente les sirvan cuando salgan a la vida del día a día, que es muy dura.

Hoy vivimos la banalización de muchos conocimientos, ¿cree qué el arquitecto ha perdido el prestigio y la omnipresencia que ha tenido a lo largo de siglos?

Sí, no es nuestra mejor época. Humildemente creo que nos viene bien. No pasa nada, hay que seguir trabajando lo mejor que uno pueda, como cualquier otro profesional, intentando hacer bien lo que hay que hacer.

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