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Tallas grandes

Varios autores abordan en el libro 'Papagüevos. Gigantes con alma' el importante aporte cultural de estas figuras, centrales en muchas fiestas de Gran Canaria

Tallas grandes

Por lo general en los mitos, las leyendas y la literatura los gigantes son seres temibles por su tamaño, su fuerza descomunal, su animadversión hacia los humanos y, caso de los cíclopes y los ogros, su propensión, incluso, a devorarlos. Pero hay un tipo de gigante que sólo provoca risas y simpatía -salvo a algunos niños: los papagüevos, esas criaturas que, con distinto nombre y distintas variantes formales, están presentes en muchas celebraciones europeas desde la Edad Media y que son imprescindibles en muchas fiestas de Gran Canaria. De estas últimas se ocupa un libro delicioso, Papagüevos. Gigantes con alma, editado por la Asociación Canaria de Amigos de los Papagüevos Jolgorio, del barrio de Guanarteme.

"¿Por qué les llamamos papagüevos?", se pregunta uno de sus autores, el periodista Kiko Barroso, que explica que no hay testimonios escritos al respecto, pero que ancianos hay que "refieren que se llaman así porque solían tener la boca muy grande y sonriente, siempre abierta, y era costumbre que la gente les tirara huevos duros". Sea cierta o incierta esta interpretación, es obvio que es verdaderamente hermosa.

Como expresión emblemática de la cultura popular, los papagüevos son un objeto idóneo para la antropología, y, sin embargo, son exiguas las publicaciones que esta disciplina, al menos en el Archipiélago, les ha consagrado al respecto. Constituyen, por ello, otro de los reclamos de este libro, por ello, las páginas que firma el antropólogo Gustavo A. Santana Jubels, para quien la función de estas figuras "podría parecer exclusivamente lúdica, sin embargo si rascamos un poco más podremos observar que no es así. Las figuras, los personajes representados no están ahí por casualidad sino que cumplen una función primaria que definiría como identitaria".

Hay que decir que este libro es uno de los últimos frutos de la Asociación Jolgorio, que ha sido capaz también de poner en pie un Encuentro de Papagüevos en Guanarteme que el próximo 9 de octubre cumplirá doce años. La presidenta de la entidad, Ana Moreno, cuenta en esta obra cómo en una primera edición lograron que los papagüevos del barrio hicieran de anfitriones en las Fiestas del Pilar de los de Schamman y Guía, a los que, en citas ulteriores, se sumaron sus congéneres de Agaete, Telde, Lomo Magullo, Santa Brígida, Cardones, Los Giles, San Lorenzo, Jinámar, Fuerteventura y hasta los gigantes y cabezudos del pueblo de Ayerbe, en Huesca.

Lo de estos últimos es una de las historias que le dan tanto encanto a este libro, cuidadosamente editado. Lo cuenta en su contribución Jesús Puente Pérez, componente de 'Gigantes de Ayerbe': primero hicieron la visita al pueblo del prepirineo los integrantes de Jolgorio, que dejaron allí en 2008 a la 'papagüeva' Pilar, 'la canaria' -a la que consagra un texto monográfico Javier Darribas-. Los de Huesca devolvieron el gesto en 2010 y no sólo hicieron entrega solemne de la gigante Lucía 'la de Ayerbe', que desde entonces baila en la fiesta mayor de Guanarteme, sino que hasta compusieron ex profeso una jota que comienza así: "A Lucía 'la de Ayerbe' / la llevaron hasta allí, / porque en las Las Palmas la quieren / tanta gente como aquí".

Y bien, en esta reseña escrita un poco dando giros sobre sí misma y manotazos a diestro y siniestro, de tanto y tan variado como hay en el libro al que intenta seguir el compás, es obligado hacer mención también del Pregón del VII Encuentro de Papagüevos, de Sergio Miró, periodista y locutor radiofónico, que explica que "dentro de cada papagüevo hay una personita... figurativa y literalmente, claro... porque si no, no tendrían forma de moverse, pero detrás de ellos hay muchos más: decenas y decenas de pequeños Gepettos de Guanarteme que no han dudado en ceder su valioso tiempo por el mero gustazo de verlos deambular alegremente en un encuentro como éste".

Amén de las contribuciones de tipo antropológico o literario, resultan capitales en esta publicación sobre los gigantes con alma, los estudios históricos por municipios. Así los de la propia Ana Moreno, que habla de la historia de los de Las Palmas: la de 'El Diablo', 'El Moro', ' La Vieja', 'El Legionario' y otros papagüevos de Schamann; la del viejo de bigotes y pelos de loco y el bebé cachetudo de San Lorenzo, o la de 'Lola, la de los Ciegos', de Guanarteme, realizada por el escultor Paco Arana.

Sergio Aguilar Castellano y José Fernando Moreno consagran su texto a los papagüevos de Guía, en el que, entre otros datos, dan noticia de la presencia de estos gigantes en la Rama de Las Marías en septiembre de 1905. Por su parte, en su apasionante ensayo sobre los papagüevos de Agaete, el historiador Valentín Barroso habla, entre otros personajes, de los artífices de estas figuras con cabeza de papel de periódico, el primero de los cuáles fue Juan de Armas Merino (1873-1919) -una persona viajera a quien este pueblo debe también muchos de los maravillosos árboles del Huerto de las Flores-, y su discípulo, César Expósito del Rosario, autor, entre otros, de los papagüevos de 'La Pupula' y de otro que se parecía al cura de Agaete, Manuel Alonso Luján. Expósito fue uno de los desaparecidos de Agaete durante la guerra civil, y, tras Cirilo Tadeo, tomó el relevo el imaginero José de Armas Medina, que incrementó el número de papagüevos con caras de ciudadanos vivos del pueblo norteño, uno de sus rasgos identitarios. Uno de ellos fue la norteamericana Maggy Fleming, ex secretaria del presidente norteamericano Lyndon Johnson, a quien dedica un texto monográfico el periodista Alfredo Ayala.

Tiempos estos de Gran Hermano, de Big Data, de Gran Capital, de Leviatán. Menos mal que perviven los papagüevos, estos gigantes que dan alegría y cohesión a las comunidades, en lo que dura su desfile alocado por esos lugares de escala próxima que son los barrios.

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