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Aquel cine de los maravillosos 80

Lúcido repaso de Hadley Freeman a cintas muy comerciales que enseñaron a ser más valientes y feministas

Aquel cine de los maravillosos 80

Su ego extiende cheques que su bolsillo no puede pagar.

Top Gun

The time of my life. ¿Unas memorias? En parte. ¿Un diario? Quizás. ¿Una novela? No, aunque hay muchas historias. ¿Un ensayo? Sí: sobre "cómo el cine de los 80 nos enseñó a ser más valientes y feministas". Muchas de las películas de Hollywood que ahora son objeto de culto cuando en su día fueron menospreciadas alimentan una obra que es más reivindicativa que nostálgica, más peleona que melancólica. Estos son mis gustos y si no te gustan no tengo otros. La propuesta promete pero antes sepamos algo más de su autora, Hadley Freeman, nacida en 1978. Hasta los once años creció en una familia judía en Nueva York. Allí empezó a vivir a fondo en las fantasías de la gran pantalla: tantos personajes con los que identificarse... Luego se fue a Londres, estudió en Oxford, donde editó Cherwell, el vetusto periódico por el que pasaron Graham Greene o Evelyn Waugh. Nada menos. Arrancó el siglo y con él su columna Ask Hadley en el diario The Guardian. Todo un bastión del nuevo feminismo en su análisis del mundo de la moda. Los machistas la detestan.

Su película favorita es Cazafantasmas ("¡Sacrificios humanos! ¡Perros y gatos cohabitando! ¡La histeria de las masas!"). Así, para abrir boca. Y Dirty dancing ("No permitiré que nadie te arrincone") enseñó que las mujeres abortan. Desarrollemos eso: "No les pareció más que una película tonta de baile", según su creadora, la guionista Eleanor Bergstein. "Solía pensar que Dirty Dancing se había adelantado a su tiempo y que tal vez por eso tuve que hablar del aborto de forma encubierta", añade. Más: La princesa prometida enseñó que el amor verdadero "no son solo las escenas de besos". La chica de rosa, que las chicas raras "no necesitan cambios de imagen". Todo en un día evidenció que siempre habrá clases sociales. Cuando Harry encontró a Sally dejó claro que no todas las comedias románticas "te hacen como si te practicaran una lobotomía". Y Magnolias de acero que "las mujeres son interesantes". ¿Y Batman qué? "Los superhéroes no tienen por qué ser un coñazo". Regreso al futuro ("¿Carreteras? Adonde vamos no necesitamos carreteras"): nuestros padres "son tan complicados como nosotros". También hay tiempo para defender el cine de Eddie Murphy por su papel como impulsor de la integración de la comunidad negra en el mundo del entretenimiento.

Adora estas películas porque "son desternillantes, tiernas e inteligentes, porque son divertidas. Son buenas, con B de mayúscula, y aunque suene extraño calificar así a un gigante como Cazafantasmas, también están infravaloradas. Estas películas no solo nos hicieron felices, sino que nos enseñaron mucho más que las películas de hoy en día".

Se podrá estar o no de acuerdo con las preferencias cinematográficas de Freeman (cuesta digerir su glorificación de Cazafantasmas y de otros títulos que no aguantan un pase hoy en día) pero de lo que no cabe la menor duda es de que ha escrito un libro de una amenidad sobresaliente en el que se pueden encontrar agudas y reveladoras reflexiones no solo sobre la sociedad de aquellos años sino también sobre la evolución de la propia industria del cine. Pasen y lean.

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