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La odisea detrás de una correspondencia secreta

El hallazgo de la correspondencia entre Carmen Laforet y Elena Fortún, fechada entre 1947 y 1952, comportó muchas vicisitudes a las hijas de la primera, Carmen y Silvia Cerezales, lo cual otorga un carácter más mágico a esta publicación. En una de sus cartas a Laforet, Fortún revelaba que, tras su fallecimiento, toda esta correspondencia iría a parar a manos de Carolina Regidor, hija del primer ilustrador de las Celias de Fortún en el suplemento Blanco y Negro , del diario ABC . Después de una larga búsqueda, Cristina Cerezales y su marido dieron con ella y trabaron una amistad durante años a raíz de esta correspondencia, pero Regidor murió antes de poder hacer entrega de las cartas. Sus descendientes desconocían su paradero. Y al borde de claudicar, un día, la cuñada de Cristina, Marisol Dorao, distinguió en la fotografía de cubierta de su biografía Los mil sueños de Elena Fortún, donde la escritora posaba en su despacho junto a un sobre con el título: Cartas de Carmen Laforet . La familia trabó contacto con la biógrafa, que resultó ser la depositaria de las cartas y se las hizo llegar, por fin, a sus hijas. "Mi imaginación me hace pensar que los espíritus de Elena y Carmen, ya liberados de esta vida llena de rigideces, miedos y amenazas, estaban a favor de la difusión del bello mensaje que destila esta correspondencia", manifiesta Cristina Cerezales en el prólogo de De corazón y alma.

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