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Dos décadas al Timón

La Garita celebra este año el veinte aniversario del bar que regenta Francisco Santana junto a su familia, que lo transformó en restaurante

Dos décadas al Timón

Dejarse impregnar por el salitre mientras se toma algo fresco acompañado de una tapa se vuelve un placer en lugares como El Timón, en La Garita. Pocos establecimientos del municipio se han empeñado, como éste, en pertenecer al pasado y al presente, de manera que la nostalgia y la alegría se unen en la primera planta de este viejo edificio, que recientemente ha cumplido 20 años al frente de este singular 'barco'.

Se ha ido transformando poco a poco hasta convertirse en el mítico bar que hoy todo teldense conoce. El encargado de continuar con el legado que encierran sus paredes e historias es Francisco Santana, más conocido como Paco el del Timón. Santana llegó hace 26 años desde Santa Brígida y al visitar la playa de La Garita, según cuenta, quedó prendado del bar por su ubicación, su decoración y también su magia. "Recuerdo que me senté en una mesa y pensé, ¡Dios mío, esto tiene que ser mío! y lo conseguí", declara entre risas. Cuenta que es un hombre de mar y que siempre soñó con poder trabajar del mar o junto a él, y lo consiguió. Primero entró como camarero, y dos años más tarde se enroló en la difícil tarea de llevar su propio negocio.

Durante los diez primeros años, hasta 2005, era un pub muy afamado en Telde y al que también venían gente de otros municipios. La música siempre ha formado parte importante de este lugar, siempre con la intención de traer al presente los recuerdos de los setenta, la movida de los ochenta y el eterno rock que hiciera mover el esqueleto a los clientes, que en muchas ocasiones ya pertenecían a la familia de El Timón. Según cuenta Santana, el local se llenaba hasta los topes, "fue una época muy bonita, pero llegó un momento en el que había que cambiar, evolucionar".

Tanto fue así, que en 2005 se armó de valor para hacer caso a uno de sus grandes deseos, el de convertirse en cocinero. Tras realizar los cursos pertinentes, Santana le dio un vuelco al negocio y creó una carta con platos de elaboración propia, como los pimientos de piquillo gratinados rellenos de calabacín, crujiente de jamón serrano, y queso embuchado o la ensaladilla rusa de berros. Aunque también sirven comida canaria, como la garbanzada o la carne de cochino negro de Ingenio. Con la nueva carta, el antiguo pub amplió sus miras y comenzó a recibir a clientes desde el mediodía. "Trabajamos con productos frescos de la cofradía de pescadores y tan solo hacemos 25 platos, cuando se acabe se acabó", cuenta, algo que hace que haya que reservar mesa en la época estival para disfrutar de género con vistas al bravucón mar de la playa de La Garita.

Además, Santana se ha empeñado en devolver el espíritu festivo que tenía antaño la cala y organiza eventos musicales y deportivos. Desde mediados de agosto y hasta octubre, La Garita Suena se escucha, desde hace siete años, todos los fines de semana con la colaboración del Ayuntamiento. "Tratamos de dinamizar la zona, pero reconozco que habría que cuidar más la playa y dedicarle más mimo para que tenga un mejor aspecto y atraiga más a la gente", asegura Santana. Así han pasado otros diez años.

Su ubicación hace que sea un lugar único, en medio, casi, de la playa y en un primer piso de un edificio castigado por la marisma. De sus paredes cuelgan trozos de historia impertérritos, como una antigua escafandra, diversas hélices de barcos o un timón, que hace honor al nombre del lugar. Pero la estrella del local es una bitácora que preside la entrada, y que, con más de 150 años, aún marca el norte como si hubiera sido construida ayer. Y le quedan muchos años porque Santana quiere jubilarse al frente de El Timón.

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