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Un paseo por el callejero de Telde

Juan Francisco Franco, autor de las diez ediciones del callejero de Telde, tendrá desde hoy un mirador en Clavellinas

Juan Francisco Franco posa con la décima edición del callejero, ayer, en el mirador que lucirá su nombre. J.C. CASTRO

Perderse en Telde es más difícil desde que Juan Francisco Franco decidió editar la primera guía de las calles del municipio. Muchas cartas con destino a Telde han llegado al buzón correcto gracias a él. Hoy, a partir de las 18.00 horas, vivirá uno de los momentos más emotivos de su vida. El ayuntamiento reconoce la labor que ejerció durante 35 años como funcionario en el departamento de Urbanismo con la inauguración de un mirador con su nombre.

Fue el primer delineante de la ciudad y, además, una fuente inagotable de soluciones para sus vecinos. De su experiencia en esta área no sólo se lleva "el pleno conocimiento del término municipal en todo su contorno", sino también muchas anécdotas que entre risas rememora. "Desde mi puesto de trabajo solucioné incluso problemas matrimoniales", señala, ya que cuando explicaba a una pareja todos los trámites que debían iniciar cuando iban a separarse "llegaban a un acuerdo". Pero lo que más le caló fue el permiso que le pidió un ciudadano para cambiar la llave del fregadero y no tener problemas con un vecino como consecuencia de los ruidos.

Familia consistorial

En 1971 entró a trabajar en el consistorio teldense, su segunda familia. Un año y medio después se dio cuenta de que la Ciudad de los Faycanes carecía de un callejero en condiciones, ya que únicamente disponía de unos simples planos de cada barrio.

Esta circunstancia fue la que le empujó a diseñar el Nomenclator de Telde, un pequeño libro que vió la la luz en 1975 y que costeó con sus propios ahorros. En éste aparecía el nombre de cada pasaje teldense pero los taxistas y policías del municipio le animaron para que elaborara una guía que incluyera planos y más información. "Por eso publiqué la segunda edición en 1988, que en realidad es la primera guía y recogía ya los accesos a los barrios, centros escolares, paradas de guaguas, bibliotecas, bancos o farmacias", expone. En esta ocasión pudo contar con la subvención de diferentes casas comerciales, pero tras la enorme aceptación decidió continuar con la elaboración de estos callejeros cada dos años. El objetivo era recopilar más datos de los establecimientos y acoger las nuevas urbanizaciones y zonas que con el tiempo fueron surgiendo.

El último fue editado en 2011, "que aunque completo está algo desfasado en cuanto a teléfonos y ubicación de farmacias y bancos". Sin embargo, su uso es tal que aún se puede adquirir en diferentes comercios por siete euros.

Según indica, para poder ofrecer un minucioso trabajo al público el único secreto fue "patear Telde de punta a punta en tres ocasiones" y descubrir, en ese proceso, los encantos de cada rincón teldense.

Calles con solera

"Todas las calles son importantes, pero existen algunas que merecen su historia", esgrime Franco antes de iniciar un recorrido por las vías que considera más destacables. Es el caso de la Avenida de la Constitución, que abarca desde la plaza de San Gregorio hasta la estación de la Shell. Recuerda que primero se llamó General Franco y General Mola, pero que muchos ciudadanos de Telde la conocen como la calle de los bancos por la cantidad de entidades financieras que había ubicadas en la misma.

Desde aquí, Juan Francisco prosigue su particular recorrido por el barrio de San Francisco, patrimonio cultural del municipio, ya que ocupa un lugar destacado en el callejero de su memoria por su singular arquitectura y belleza. "Su calle Portería se llama así por unos frailes que bendecían a los caminantes que por allí pasaban para protegerlos de todo mal", explica.

La calle Sor Concepción Suárez constituye otra de sus preferencias. "Ella fue la fundadora del Colegio de las Hijas de María Auxiliadora y Don Bosco en Telde", subraya, con lo que demuestra una vez que se ha empapado de la historia que hay detrás de cada calle. De Melenara destaca a Luis Morote, una calle concurrida en fiestas y que honra al abogado, escritor y periodista que defendió las causas canarias en las cortes, apunta. Pero también a Américo Vespucio, que desde la rotonda de Los Marinos parte hasta Salinetas, urbanización que ha crecido al ritmo del poderoso impulso industrial.

Sin embargo, hay denominaciones que guardan su secreto y no ha podido descubrir su origen. "Hay pasajes que probablemente tienen el nombre de algún vecino de esa zona porque ha trabajado por su barrio, pero no he tenido manera de poder comprobarlo", indica. Una circunstancia que jamás supuso un freno en su labor.

Armonía

Uno de los aspectos que más llama la atención es la armonía en la nomenclatura del trazado teldense. Así, Franco señala que en La Estrella o La Garita se pueden encontrar un gran número de rúas con nombre de flores mientras que en La Montañeta predominan los nombres aborígenes. En Salinetas abundan, por su parte, las ciudades españolas y en Caserones y Las Huesas ríos y pintores, respectivamente. Sin embargo, con nostalgia sostiene que este equilibrio "se ha ido rompiendo con la apertura de nuevas calles y la aparición de personajes de relevancia".

Pero quien piensen que el espacio público que lucirá su nombre a partir de esta tarde no se recoge en la última edición del callejero se equivocará. Hace años se enteró de la aprobación de este y otros nombramientos, por lo que paró de forma inmediata el trabajo de imprenta para incluir unas novedades que son imposibles de encontrar en un GPS o Google Maps. Por eso no es sólo esta ventana al mar, sino también las vías Antonio Manuel Pulido Hernández o Juan Pérez, entre otras, las que, según sostiene, no tienen cabida aún enlas nuevas tecnologías.

Rodeado de familiares, amigos y vecinos descubrirá una placa que le llena de emoción y gratitud. De este modo verá devuelto parte del servicio que prestó a los teldenses. En especial, a la Policía Local, al gremio taxista, a los repartidores de las compras de diferentes supermercados y a las ambulancias, según apunta. Un compromiso, además, que se resiste a abandonar a pesar de los años.

"Para mí es un orgullo vivir esto en un barrio en el que fui pregonero de sus fiestas", motivo por el que no descarta elaborar una nueva edición en el futuro si crece en abundancia el número de calles. "Ahora que estoy jubilidado tengo tiempo y ánimo para hacerlo. Con mi conocimiento y experiencia no lo descarto", afirma, porque en el cruce de caminos de su memoria jamás podrá plegar el mapa de la Ciudad de los Faycanes.

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