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Telde se apunta a la tradición de los finados

El barrio de San Juan acoge mañana un pasacalles con grupos, baile de taifas y asadero de castañas en el Rincón Plácido Fleitas

Celebración de la noche de los finaos, durante la década de los sesenta, en el municipio de Telde. LA PROVINCIA/DLP

Los finados plantan batalla a la cada vez más creciente importada celebración de la fiesta de Halloween, un acto que crea cantera en los centros escolares frente al tímido intento de recuperar la tradición más autóctona. Asociaciones vecinales como Las Mansas, en La Pardilla, celebró ayer una velada con la escenificación de cuatro obras cortas de teatro en el salón parroquial y mañana repartirá castañas asadas.

Desde el Ayuntamiento de Telde también se busca defender la tradición de estos días de recuerdo de los difuntos ante la aparición de calabazas y caramelos importada del mundo sajón. Así, mañana, a partir de las 20.30 horas, se iniciará con un pasacalles que recorrerá León y Castillo desde las cuatro esquinas hasta el Rincón Plácido Fleitas, donde actuarán los grupos Arnao y Gran Faycán y las parrandas de los monitores de la Escuela Municipal de Folclore y El Volumen. La velada, con un baile de cuerdas, estará dirigida por la directora de Arnao, Pino Monzón, e incluye un asadero de castañas.

Este panorama, calificado como desolador por quienes han disfrutado durante años de la fiesta de los finados, contrasta con épocas anteriores donde la idiosincracia canaria estaba presente casi de forma hegemónica en estas celebraciones, en una cultura respetuosa con los difuntos y que aborda la muerte sin sentimiento trágico, sino como recuerdo de quienes se fueron para no volver.

La calabaza con aspecto terrorífico va introduciéndose en las fiestas, pero la tradición de las castañas mantiene el tipo y el popular asadero de castañas o los cucuruchos vendidos en los puestos siguen atrayendo a la clientela.

Según apunta Nino Jiménez en la web EM Folclore Telde, "la tradición canaria de este día marca que los más jóvenes cogían la talega y visitaban casa por casa todo el pueblo pidiendo los santos. Tocaban en la puerta y preguntaban ¿hay santos y la dueña decía que sí, depositando en la talega almendras, nueces, higos pasados o castañas. Cuando los niños llenaban la talega, volvían a casa muy contentos".

La familia jugaba un importante papel en el recuerdo de los finados, siendo la matriarca, la mujer de más edad de la casa, quien se encargaba de recordar a los difuntos contando anécdotas suyas y compartiendo una comida donde no faltaban los frutos de temporada.

La jornada no se quedaba solo de puertas adentro, con platos especiales elaborados para la ocasión, sino que también la fiesta de los finados traspasaba las viviendas y se echaba a la calle. En las calles, los ranchos de ánimas, interprentado malagueñas y otras coplas, recorrían los barrios y recaudaban dinero con sus canciones y que luego entregaban al párroco para sufragar los gastos de los entierros de las personas sin recursos económicos. En Telde solo quedan como testigos de esta tradición el rancho de ánimas de Arenales y el vecino de Valsequillo.

Como recuerda Antonio González Padrón, cronista oficial de Telde, "esta agrupación músico-espiritual varía en número y composición y entre ellos podemos distinguir a los tocadores y a las voces, aunque los primeros también podían cantar". Las canciones que interpretaban, añade González Padrón, "eran endechas, coplas, cantares populares nacidos en momentos inderteminados de la Historia, gritos de lamento como aquellos que hacen alusión al hundimiento del Valbanera, en Cuba".

El ranchero mayor era el encargado de dirigir a este grupo de tocadores y voces, llevando también el control económico y artístico. También, según el cronista teldense, "existía el cargo de limosnero, personaje que portaba entre sus manos un cepillo o caja con una estrecha abertura superior por donde el oyente depositaba su donación. Ésta luego se entregaba al párroco para los gastos de las misas de ánimas y por medio de esas misas se lograba salvar del Purgatorio a las almas de los difuntos y en el peor de los casos liberar parcilamente su penar".

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