Cuando los libros desaparecen y las lecciones mecánicas de teoría también, parece que aprender se convierte en una meta de más fácil acceso. Cuando se siente lo que se escucha, se palpa lo que se cuenta y se saborea lo que se describe, comprender para no olvidar es uno de los resultados inmediatos. Óscar y Javier Barroso son hermanos gemelos y, además de haber compartido toda una vida juntos, tienen en común el amor por los espacios mágicos-religiosos de la Isla, la arqueología y el turismo. Hace algo más de dos años que se aventuraron con su propio negocio, Turinka Canarias, una empresa que no muestra espacios y cuenta historia, sino que hace sentir y revivir lo que Gran Canaria fue.
Con bucio en mano y hacia el sol, mientras un público de todas las edades y turistas por un día observan atentos, uno de los hermanos hace sonar el instrumento, en lo alto de la montaña de Tauro, para que el resto, con los ojos cerrados, experimente como los aborígenes comunicaban la existencia de algún peligro. Después, llega el turno de aquellos que quieren aprender a tocar la herramienta artesanal.
Gran Canaria está formada por espacios "realmente mágicos", pero los empresarios y amantes de la naturaleza aseguran que "no se les da el valor tan grande que tienen". "Donde ustedes ven piedras yo veo obras de arte", puntualiza Javier con amor en su mirada hacia el muro hecho a mano por los antepasados de las Islas. Asegura que se trata de rocas "cargadas de energías" que formaban el Templo del Sol. Un lugar en el que desconectar y entrar a formar parte del silencio y la naturaleza más pura.
Así, escuchar y sentir se hace poco para estos hermanos que trabajan para ofrecer un servicio completo a sus clientes. Transportar vasijas de leche con gofio a Ingenio, practicar el salto del pastor, visitar yacimientos arqueológicos o recrear rituales son sólo algunas de las sorpresas que incluyen en sus caminos, "donde tratamos de hacerlos experimentar sensaciones y que sean ellos los que cuenten lo que creen, mostrando su propia percepción antes de saber qué es".
Esto cuando no tienen los ojos vendados y pueden observar lo que les rodea, porque poner una venda que impida la visión para impresionar dentro de la cueva artificial más grande del Archipiélago es una de sus pasiones. Las Cuevas de Calasio, en Telde, es uno de los destinos preferidos por estos guías diferentes. "Imagina no ver y encontrarte dentro del espacio y que, de repente, comience a sonar el Ave María a través de un violín", señalan, haciendo referencia a la magia que son capaces de crear en ese "universo increíble". Porque "generar sensaciones" y no sólo contar de qué se trata es lo que pretenden con cada uno de sus gestos y actividades.
"Además de esta ruta, en Telde tenemos El Sendero de las Doncellas Sagradas, donde explicamos los yacimientos arqueológicos de Cuatro Puertas y Tufia", comentan, satisfechos "con las maravillas que guarda el municipio y la historia que regala, ya que Tufia, por ejemplo, era el espacio donde estaban las mujeres santas o harimaguadas y donde adiestraban a las niñas de clase noble para convertirlas en sacerdotisas o para casarlas; y la otra joya muestra la maravilla de ver cuatro puertas por un lado, hechas por los antepasados, y sorpresa por el otro, además de ser una montaña sagrada donde vivían las mujeres vírgenes y los faycanes".
A pesar de tanto que contar en la localidad teldense, recalcan su decepción por "la falta de voluntad y preocupación para mantener limpios y en condiciones estos y otros lugares, como el Barranco de Silva, en condiciones penosas". Explican que "con poco se puede rehabilitar esta zona arqueológica". Por otro lado, prevén añadir San Francisco a la ruta, "pero siempre desde otro punto de vista y enseñando curiosidades hasta hoy desconocidas".
Pirata a la vista
No hace falta irse muy lejos para conocer historia. En la misma capital grancanaria son muchos los lugares por descubrir y, para ello, estos empresarios han querido hacer partícipe a Pieter Van der Does. Este pirata holandés ataca la ciudad en 1599 con un ejército formado por 9.000 soldados para conquistarla, frente a 300 militares que en ese entonces defendían la capital.
Con teatro, juego para los más pequeños, vestimenta real y grabaciones con sonidos que ponen en situación a lo vivido en ese entonces, Óscar y Javier Barroso crean la salida perfecta para conocer a través de la diversión. "A los niños les encanta, se lo pasan muy bien, preguntan y entienden", afirman tras una experiencia que abarca, incluso, excursiones escolares. Así, recorren el Castillo de La Luz o el Jardín Canario, entre otros espacios incluidos.
El espacio natural protegido de La Isleta, que es zona militar, es otro de los recorridos que ejecutan con planos antiguos en mano, altavoces que recrean el sonido de las batallas y la intervención teatral de un soldado napoleónico que, con acento francés, se hace pasar por un fantasma que impide la entrada a un lugar especial durante la ruta. Además, como conectar con la naturaleza es uno de los objetivos de Turinka Canarias, los impulsores han determinado que este es el lugar perfecto para llevar a cabo una sesión similar a una clase de yoga "con conos volcánicos y el mar de fondo".
La gastronomía canaria es, también, otro de los aspectos que los hermanos tienen en cuenta en su oferta. Así, tras su recorrido por el Valle de Agaete, degustar vino, café y tapas del municipio es obligatorio, tanto como disfrutar de sus paisajes. "Porque nos gusta que los senderos sean cortos, fáciles y sin prisas, interpretarlos y ver lo que esconden cada uno de ellos", garantizan.
En su charla en Telde, participando con el homenaje a El Bosco y su relación con el drago canario en El jardín de las delicias, afirmaron que no son "una empresa de caminatas" y que buscan "una forma diferente de hacer turismo". Y es que se nota que aman esto por lo que luchan.
