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De la tradición al arte sin límites

Saro Miranda es una artesana de Telde que trabaja con barro y otras materias primas como el cristal

Saro Miranda mientras trabaja en la reproducción de un cuenco típico de Caserones, en la Casa Condal en San Juan. ANDRÉS CRUZ

Saro Miranda es nacida y criada en Telde, pero fue en los 90, en la República Federal Alemana, donde comenzó con la cerámica. "Me fui con 18 años y a los 25, cuando trabajaba en una fábrica haciendo proyectores, me enteré de que un italiano había organizado un taller y me apunté", relata la artesana con seguridad en que se trata de un arte que ya no la soltará. Actualmente es monitora de la Escuela de Folclore de Telde, en diferentes asociaciones de vecinos del municipio y en varios colegios. Así, va enseñando su labor, que no sólo se basa en la cerámica tradicional sino que también tiene hueco para la creativa, "un arte mucho mayor y sin límites", asegura.

Esta teldense es de las que se lo guisa y se lo come. Su maestro Justo Cuba la enseñó a ser la protagonista de cada uno de los pasos a la hora de crear, "desde ir a buscar la materia prima hasta el final", apunta. Así, explica que, en el caso del barro canario "yo misma lo preparo con los pies, tal y como se pisan las uvas para hacer vino, porque el canario prepara su materia prima".

Además, si tiene que crear los presentes para algún acto institucional -tal y como lleva años haciendo- no sólo le da vida a estos sino que se encarga también, por ejemplo, de la pieza para sujetarlo. "Se me ocurrió, esta vez, con tronco de pita", cuenta a la vez que enseña el artilugio con un corte inclinado. Y así, con cada ocurrencia que tiene, ya sea para vender o para el consumo propio. "Descubrimos este cuenco típico de Caserones que estoy reproduciendo" señala mientras afirma que "no hay nada como ordeñar a una cabra y beber la leche de aquí". Eso o potaje, millo o cualquier producto "porque el barro intensifica el sabor, es una materia noble sin químicos y cuanto más lo usas más sabe la comida", relata.

Miranda también participa con un puesto durante ferias determinadas impulsadas por el Cabildo. "Yo misma lo decoro y, además, vendo lo que creo", determina. Asimismo, alega que "lo que más se llevan son artículos decorativos, pero en los últimos años ha aumentado la compra de artilugios de uso, como queseras, recipientes para las papas arrugadas o sahumadores para el incienso".

Collares, fruteros y jarrones, con cristal fundido, entre la inmensidad de combinaciones que se le ocurren y plasma. Un arte que ama desde pequeña, "cuando me prendé de una talla de mi abuela", recuerda.

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