La Provincia - Diario de Las Palmas

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Del no a la oficina al cultivo de flores

Mariola Medina cuenta su experiencia tras dejar su empleo administrativo para dedicarse al campo

Mariola Medina, floricultora. JOSE CARLOS GUERRA

Siempre se ha dicho que la vida del campo es dura y sacrificada. Las manos de un agricultor se agrietan y se endurecen de trabajar la tierra, la piel se quema por el sol o se seca por el frío, la espalda cruje de agacharse para comprobar las raíces y los ojos se cansan y se adormecen por los grandes madrugones que han de hacerse para cuidar de los cultivos. El duro trabajo se acompaña asimismo, de duras condiciones. Bajos sueldos, dependencia total por clima, horario indefinido...

¿Cómo es posible que esta profesión se mantenga? Pero, ¿cómo sería posible que no se mantuviese? Es indiscutible que la agricultura es necesaria para sostener una calidad de vida y de alimentación, y sin embargo parece estar en declive.Dependencia de la climatología, horarios indefinidos, sueldos bajos, pocas ayudas y mucho, mucho trabajo. Pero a pesar de todo, algunos afirman que es la profesión más bonita del mundo. Las profesiones del sector primario surten al mundo de su calidad de vida ya que son productos que se consumen diariamente.

Este fue el discurso general que se escuchó ayer en la Jornada de reconocimiento a la mujer rural que se celebró en la casa de la Agricultura en La Pardilla, un evento que trató de reconocer el importante papel del agricultor, pero sobre todo, de la mujer agricultora. Entre charlas y exposiciones, la intervención de Mariola Medina, floricultora del municipio, fue uno de los encuentros más destacados por la peculiaridad de su trayectoria.

Conoce la agricultura desde temprana edad, pero hace sólo un par de meses que se dedica por entero al cultivo de flores. Trabajó durante 16 años como administrativa encerrada en una oficina tras finalizar sus estudios de Técnico Especialista en Administración y Comercio, y con la llegada de la crisis económica a España, dedidió ella y otros compañeros que debían buscar otra alternativa. Durante dos años estuvo formándose y trabajando en el sector de atención al cliente, pero la vida familiar y laboral no concordaban lo suficiente. Las largas horas de trabajo, mañana, tarde y noche, le llevaron a tomar la decisión de abandonar en un trabajo que no le llenaba en absoluto.

Los recuerdos de su infancia unidos a la agricultura, ya que esta fue sustento y base de la vida económica de su familia, tanto para sus padres, que llevaban más de 20 años plantando hortalizas y cultivando y comercializando con flores cortadas convencionales, como para sus abuelos, que poseían plantaciones de plataneras, le llegaron al corazón y decidió continuar con el legado familiar que, precisamente por la jubilación de sus padres, tenían los terrenos en desuso. Una vez tomada la decisión, la verdadera incertidumbre se encuentra en cómo empezar.

La tierra no es fácil. Saber cómo tratarla es una ardua tarea que supone mucho aprendizaje y conocimientos técnicos. Lo primero fue informarse, y después todo fue rodado. En enero de este mismo año, Mariola empezó las tramitaciones. Cursos, información y mucho aprendizaje. La casa de la Agricultura en La Pardilla fue el primer paso, y ahí se pudo enterar gracias a Pepe Armas y Pepa Mireles de la existencia de la subvención para jóvenes agricultores, para que la reunía todos los requisitos.

La trayectoria de esta mujer valiente por vivir de la agricultura ha dado sus frutos, y en abril pudo cultivar sus primeras flores. Ahora es un ejemplo a seguir para todas aquellas personas que de una forma u otra tienen la espinita clavada (nunca mejor dicho) y quieren seguir con una profesión que mantiene una gran tradición, pero necesita de un nuevo punto de giro.

Y como ella, La Pardilla quiso homenajear a todas las mujeres que luchan y construyen el trabajo rural día a día y en los tiempos que corren. "Después de mucho esfuerzo y sacrificio, actualmente se nos está reconociendo el papel fundamental que formamos en este sector", confesó Mariola.

Esa es la premisa innegable de esta jornada a puertas abiertas que busca la concienciación del duro trabajo del agricultor, y de la mujer agricultora.

Entre charlas y exposiciones la tarde del viernes tuvo su sentido en pro a la olvidada agricultura, trabajo que todos consumen pero pocos aprecian. "Nunca se ha valorado el sacrificio y esfuerzo que tienen los agricultores para sacar adelante una explotación", añadió Mariola. Y como ella, Loli Rodríguez, representante de la Asociación Alborinco, quiso manifestar lo aislado que estaba el sector agricultor.

"La agricultura está muy deteriorada, y nuestra labor es recuperarla", comenzó Rodríguez. "Debemos seguir un plan coherente en el que se continúe con ciertas tradiciones, pero teniendo en cuenta que hay que actualizarla a los tiempos y conseguir los derechos que dignifiquen esta profesión." Además, la jornada de la mujer rural también contó con la ponencia de Ana Anglares Sauseta, ingeniera agrónoma y gerente de la bodega Las Tirajanas y con una muestra de la artesanía elaborada por Lesley Bohnche y una cata y promoción de productos locales.

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