La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cambios para perder el norte

La UD se rompe tras la entrada de El Zhar, Wakaso y Willian

Wakaso realiza una entrada sobre Nacho nada más entrar al campo. Q. CURBELO

No hubo capacidad de reacción. La UD Las Palmas se olvidó de lo esencial en la segunda mitad, cuando ya perdía por 1-0 ante un Rayo Vallecano que había hecho lo justo. El gol de Javi Guerra y los cambios cortaron los circuitos amarillos, que no ofrecieron fútbol y entregaron el dominio de la pelota y del centro del campo al Rayo Vallecano. Demasiados delanteros y poca cabeza en el medio para llevarles el balón. La imagen fue de un conjunto sin argumentos para intimidar en casa a un rival directo, como ante el Levante hace tres semanas. Han volado cinco puntos del Estadio de Gran Canaria en los dos primeros encuentros de la temporada y la UD ni siquiera tuvo ocasiones para remediarlo en los últimos minutos frente a dos conjuntos que, además, se limitaron a jugar con orden, inteligencia y sin muchos alardes.

El banquillo, acertado en los dos partidos a domicilio, volvió a tener un rol capital en la incapacidad de Las Palmas para reaccionar al guión que se había planteado en la primera hora de encuentro. Frente al Levante pecó por inmovilismo y un punto de conformismo y ayer, con el Rayo por delante, por tocar demasiado al equipo. Corría el minuto 62 cuando Paco Herrera realizó una doble sustitución que trajo consigo otro cambio de posición. Se marcharon Hernán y un cabreado Culio para dar entrada a Wakaso y El Zhar, pero a la vez otro jugador -Aythami- alteró su rol. De una especie de 5-3-2 con muchos matices, similar al de la segunda jornada, se pasó a un 4-3-3. Wakaso y El Zhar debutaban -tras un papel esporádico en las citas anteriores-, y lo hacían en un conjunto en el que también se estrenaba Aythami de pivote defensivo. Demasiadas novedades. La UD se quedó sin norte y jugó a arreones, a buscar una internada salvadora de David Simón o un momento de inspiración de Jonathan Viera. Wakaso y El Zhar, anárquicos, hacían la guerra por su cuenta en medio del lamentable estado del césped. Y, mientras tanto, Sergio Araujo estaba famélico de ocasiones.

No le llegaba el balón en condiciones al argentino, bien frenado por el prometedor central Diego Llorente. Para intentar arreglarlo entró diez minutos más tarde Willian por Roque, sustitución que también acarreó otro cambio de fichas. El brasileño se situó más cerca de Araujo pero el balón no les llegaba. No encontró soluciones por medio del pase en corto la UD, así que se obsesionó con el balón largo, batalla que casi siempre ganó la zaga visitante.

Casi todos atacaban por el centro, donde se formó un embudo. Los carrileros, más retrasados que en la primera parte, no influyeron en ataque y los centrales amarillos tenían muchos problemas para sacar el balón jugado. Fue un desastre la UD en los últimos minutos de partido, en los que el Rayo estuvo cómodo. El portero Toño veía el balón siempre lejos de su área. Trashorras se apoderó del centro del campo y el Rayo estuvo más cerca del gol que la UD. Tuvo que aparecer Raúl Lizoain ante Jozabed y Manucho para salvar un peor resultado. La UD se desactivó a sí misma y Paco Herrera, en un ejercicio de autocrítica que no todos los entrenadores practican, admitió su error.

Incapaz de llevar la iniciativa

Así, demostró la UD, como ante el Levante y el Celta, que no está preparado para generar ocasiones a través de la pausa y la circulación de balón. "Nos ha costado mucho tocar y crear, tener la pelota con sentido. A lo mejor lo he provocado yo porque he quitado a los centrocampistas, por poner más gente en ataque", asumió Herrera en rueda de prensa. Y es que a esta UD le falta fútbol en el centro del campo y ha convencido más a través del contragolpe. Precisamente sus dos mejores actuaciones colectivas llegaron frente a los dos rivales más fuertes a los que se ha medido.

Y no es una casualidad por la materia prima que tiene Paco Herrera. Cuando le quitan los espacios le duele la cabeza al equipo amarillo y solo apariciones puntuales generan peligro. No hay timón en la UD, necesitada de un cerebro, de un jugador de jerarquía en el centro del campo. Jonathan Viera y Sergio Araujo, los dos jugadores más desequilibrantes, apenas han tenido oportunidades en estas cuatro jornadas de marcar las diferencias cerca del área contraria. La segunda parte ante el Rayo no fue una gripe, es el síntoma de un problema grave. A la UD le cuesta un mundo cuando tiene que mandar.

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