Un lujo. Una cita histórica. Cuatro años, tres meses y cinco días después Vitolo vuelve a jugar en el Estadio de Gran Canaria como jugador de la UD Las Palmas: desde la ida de la semifinal de la promoción de ascenso contra el Almería, allá por el 12 de junio del 2013, hasta el choque de este domingo frente al Athletic (17.30 horas). En todo este tiempo Vitolo, en la plenitud de su carrera, ha logrado tres Europa League con el Sevilla, jugar once encuentros con la selección española y disparar su cotización por encima de los 35 millones de euros para firmar por uno de los grandes de Europa, el Atlético de Madrid, tras uno de los culebrones del verano en la prensa nacional.
Pero el domingo ya finaliza la cuenta atrás. No es el día de las negociaciones ni de los rumores. Tampoco de las promesas, de las firmas ni de los tribunales. Es la hora del fútbol. Y del fútbol en su casa: el Estadio de Gran Canaria. En el recinto de Siete Palmas, su jardín, Vitolo ha despachado algunas de sus mejores actuaciones como jugador. Ya pisó ese césped con la camiseta del Sevilla en dos ocasiones. Y también en pretemporada durante su presentación. Pero no ha vuelto a hacerlo de amarillo para jugar un partido -se estrenó en Mestalla-. Lo hará en la cuarta jornada después de un inicio de temporada en el que una lesión le ha tenido dos semanas en la enfermería. Estaba previsto, sin embargo, que volviera en esta cita ya que la anterior en casa fue contra el Atlético de Madrid, rival ante el que por cortesía no iba a enfrentarse.
El choque contra el Athletic le llegará tras superar unas molestias en la rodilla que le dejaron sin jugar con la selección española después de ser convocado. Pero ya está recuperado. Se ejercitó el martes con normalidad junto a sus compañeros en una sesión suave, e hizo lo propio este jueves en un entrenamiento a puerta cerrada. Si nada se tuerce, si no recae de sus molestias, este domingo la afición que tanto le idolatró en sus primeros pasos como futbolistas volverá a disfrutar con sus arrancadas, su regate y su potencia.
Varias exhibiciones ha regalado en el Gran Canaria a lo largo de su carrera. Todo empezó el 28 de agosto de 2010 frente al Nástic, cuando debutaron tanto él como Jonathan Viera a las órdenes de Paco Jémez, que confió en ellos desde el inicio. Disputaron los noventa minutos y participaron de manera activa en el triunfo por 3-2. El juego vistoso del equipo, coronado por la presencia de varios canteranos descarados, hacía las delicias de la afición. En la siguiente cita, frente al Alcorcón, se estrenó como goleador de amarillo. Fue una de sus primeras exhibiciones, pues asistió a Guayre en el tanto que abrió la lata y luego anotó un golazo en un remate desde la frontal del área que entró por toda la escuadra. Una delicia.
El 27 de noviembre de ese mismo año llegó uno de los peores recuerdos de su carrera: en casa frente al Rayo Vallecano se rompió los ligamentos de la rodilla y no volvió hasta la temporada siguiente, en septiembre del 2011. En ese curso firmó hasta 10 goles, siete de ellos en el Gran Canaria.
Y en la 12-13, ya sin Jonathan Viera como socio -fue traspasado al Valencia-, se destapó como uno de los mejores jugadores de Segunda y anotó 15 goles, 12 de ellos en el Gran Canaria para sumar un total de 19 goles en 44 partidos como local. Un hat-trick frente al Córdoba y dos dobletes ante Girona y Sporting forman parte de su listado de exhibiciones.
Con la UD de nuevo en Primera volvió a pisar el recinto. Lo hizo en la tercera jornada de la 2016-17, cuando disputó 45 minutos entre aplausos de los suyos. Y regresó el 12 de febrero del 2017, con el brazalete del Sevilla y en medio de una pitada tras tirarse a la piscina en el duelo de la primera vuelta en el Pizjuán. Las disculpas no sirvieron para nada. Sí que fue más efectivo su fichaje este verano, cuando miles de personas le aclamaron. Ahora lo harán de nuevo. Y con un partido de por medio. Vuelve un ídolo.
