Casas en forma de X, de cruz o que giran sobre sí mismas a modo de lazo; con tres brazos o semejantes a un ovni; incrustadas en la montaña, con caparazón de metal facetado o revestidas de plástico. Contornos que muy poco tienen que ver con ese tejado a dos aguas sobre dos muros verticales que los niños siguen dibujando cuando quieren representar una casa. Todas estas viviendas de aspecto insólito han sido proyectadas en los últimos años por arquitectos españoles crecidos profesionalmente en la última década, cuyo trabajo despunta por la investigación.

"Aunque parece radical en su forma, la casa X, en realidad, se origina como la respuesta más directa a las condiciones del terreno", explican Eduardo Cadaval y Clara Solà-Morales. Un gran árbol que se quería salvar determinó su plegado en la parte posterior. La fachada delantera la provocó el paisaje. "Teníamos el problema de contar con dos vistas fantásticas, una hacia el mar y la otra hacia las montañas. Por lo que decidimos plegar también este lado". Pero, además, no renunciaron a la doble contemplación: la fachada principal, dotada de vidrios muy reflectantes, refleja el mar mientras se contempla la montaña y viceversa. Para estos arquitectos, una casa no sólo son cuatro paredes, sino también sus metros cúbicos, el espacio vivido y el visual. Hoy la tecnología permite panorámicas espectaculares y confort al mismo tiempo. Y la arquitectura parece rendir un culto desmedido al paisaje, con el empleo de espectaculares superficies acristaladas.

"Hemos asumido como necesaria la vida urbana. Pero cuando existen buenas vistas, se valoran mucho €apuntan Cadaval-Solà Morales€. Consumimos fotografía. El paisaje acaba siendo una foto, siempre la misma imagen. En estos momentos, trabajamos en otra casa donde queremos que esa foto fija se convierta en muchas fotos".

El entorno es, sin duda, uno de los factores que más condicionan la fisonomía de las unifamiliares más innovadoras. Y una decidida voluntad de seleccionar o negar vistas: la casa concebida como platea privada, protegida frente al espectáculo de la naturaleza y sus agentes. "El culto al paisaje es fruto de la sociedad del bienestar", señalan Jordi Hidalgo y Daniela Hartmann. Su casa en cruz, aclaran, es una forma que hace siglos ya se ha probado. Aunque no hay muchas, Palladio la aplicó en su legendaria villa La Rotonda (siglo XVI). "Para nosotros, lo más importante es el lugar: solar, topografía, entorno. Los elementos que la configuran pasan a segundo término, son la consecuencia". En ese trazo sencillo, rígido y simétrico que es la cruz, los arquitectos destacan la variedad de espacios logrados gracias a un patio central €elemento muy clásico€ que propicia situaciones, recorridos y largos ejes visuales muy diversos. Para Hidalgo-Hartmann, resulta muy satisfactorio que el cliente exprese su entusiasmo en ese proceso de descubrir "todos los rincones de la casa", sus múltiples facetas.

La desmesurada fiebre del ladrillo ha llevado también a indagar en una asimilación del paisaje. La casa entre los pinos de Javier Peña, además de ser mimética con el entorno, quiere reflejarlo y multiplicarlo. De ahí su forma poliédrica revestida de acero tornasolado. Comenta su arquitecto que "habitar esta casa significa, ante todo, disfrutarla desde el interior, ya que es allí donde resulta más sorprendente: aparece el sol, el cielo, el reflejo de los árboles, la transparencia, las vistas cruzadas entre las estancias y diferentes alturas€ multitud de estímulos que contrastan con la uniformidad y el hermetismo de la piel exterior". Peña ve la casa, más que como protectora, como negociadora con el lugar, el clima€ en este caso, con el bosque. No se trata sólo de una cuestión contemplativa del paisaje, sino del descubrimiento de formas y comportamientos que están en la naturaleza transferibles al diseño. "En confort €afirma€ no hay temas secundarios. Hay que pensar en la luz, pero también en la temperatura de color, las sombras de los árboles€ y cómo se convierte todo en tema de proyecto".

En la mayoría de estas casas, la fachada principal desaparece. Para sus artífices, todas las zonas de la vivienda son igual de buenas. Prácticamente ya no hay áreas de servicio o de segunda categoría. En muchas, la cocina comedor se convierte en el corazón de la casa, en lugar para la convivencia, en el punto de control. Como antaño en las casas de campo. "Allí también la vida era muy colaborativa, como lo es hoy en muchas familias", señala Peña. Pero si la fachada principal se desdibuja, es la propia configuración arquitectónica la que conduce hacia la entrada principal. La pérdida de frontalidad redunda también en fachadas activas, que se abren o cierran, porosas€

Para Subarquitectura €Andrés Silanes, Fernando Valderrama y Carlos Bañón€, como gran cuestión de fondo está la vivienda concebida desde el interior y no desde el exterior. La casa 360º, con un trazado de lazo, ofrece dos modos de recorrerla: uno directo, recto y público, a través de una escalera vertical. El segundo, siguiendo una rampa que torna más íntimo el espacio y pasa por todas las habitaciones para llegar al punto de partida. "La forma final es consecuencia de los movimientos que queríamos generar. Esos diferentes recorridos son los que enriquecen el cómo se habita".

Pero la casa no es sólo la obra de un arquitecto, sino también el reflejo, las aspiraciones y los sueños de su propietario. Y ahí está el profesional para atender a su modo de vida, ilusiones, manías€ "La casa €señalan Cadaval-Solà Morales€ es el lugar de construcción de una identidad. Tiene que ver con la construcción del individuo, de una familia. Es un lugar de comunión". "La vivienda, más que representativa, hoy es descriptiva de distintas formas de vivir", opina Peña.

No es esta una arquitectura de capricho, sino de profesionales luchadores. Pues el proceso que va del plano dibujado hasta la casa hecha realidad es un largo camino en el que hay que lidiar en muchos flancos para que la idea inicial no caiga en saco roto: normativas de ayuntamientos, industriales y constructores... Existe en España una queja generalizada respecto a estos últimos. Se dice que siempre han tenido mucho beneficio, pero a la vez no están al servicio de la obra y causan mucho retraso. Y luego están los parientes y los conocidos. "A nuestros clientes €señalan Hidalgo&Hartmann€, cuando comenzamos una obra siempre les decimos que a partir de ese momento mejor que no escuchen al hermano, al cuñado, al vecino€ Nuestro trabajo como arquitectos es explicarles que una casa ha de ser una obra de arquitectura que tiene en cuenta el lugar, a sus habitantes y un presupuesto". Para Javier Peña, es un proyecto vital donde se vuelcan las emociones más íntimas. "Yo les comento que hacerse una casa es como subir al Everest €bromea€. El camino es muy largo, hay que ir descansando. Te vas a encontrar sorpresas. También se generan tensiones y enfrentamientos entre parejas, hijos y padres€ Mejor ir por etapas".

La transformación de la fisonomía de la casa no es cosa de hace cuatro días. Lleva más de un siglo mutando. En un resumen a vista de pájaro, Le Corbusier y Mies van der Rohe, a principios del XX, iniciaron el cambio hacia la abstracción. En los 50, llegó el organicismo, y en los 60, las ideas tecnológicas. En los 80, la posmodernidad, con una vuelta al icono. Y los 90 trajeron la deconstrucción, con Frank Gehry descomponiendo su propia casa. Hoy el énfasis está en el contexto, el clima, el medio y la casa como dispositivo de intercambio.

De momento, este tipo de construcción en España representa un porcentaje muy bajo, un 1% siendo generosos. Habitualmente €opina Subarquitectura€, la gente quiere la casa que ya ha visto y ahí fija su escala de valores. "Pero la mayor presencia de la arquitectura en los medios de comunicación hace que la vivienda concebida desde el interior vaya calando. El uso de internet, la existencia de webs y blogs muy diversos incide en que la gente tenga mucha más información y permite desarrollar gustos propios". Y aventuran que quizás en diez años el icono de casita con tejado a dos aguas haya cambiado. El contexto de crisis también influye. La gente ya no se conformará con la vivienda de dos, tres, cuatro dormitorios de los promotores. Estos tendrán que ofrecer otras tipologías más allá de la estandarización.

"La arquitectura €comentan Cadaval&Solà Morales€ hoy ya es un bien reconocido en nuestra sociedad. Que, por ejemplo, Norman Foster salga en el Hola no aporta nada a la arquitectura en sí misma, pero sí la acerca a la gente. Hoy hay viviendas pareadas que ya no son a dos aguas, algunas son cúbicas, modernas. De modo que la distancia con la arquitectura que aborda nuevas propuestas es menor".

Es esta, desde luego, arquitectura de investigación destinada a clientes que estén dispuestos a apostar por ella. "El arquitecto ha de dar siempre liebre por gato", coinciden en comentar varios arquitectos parafraseando al maestro portugués Alejandro de la Sota. Es decir, intentar dar más de lo que le piden.