Una gaviota volaba inmersa en una hermosa bruma de otoño, cuando a lo lejos vio encenderse el arco iris. Asombrada por lo que creyó la entrada del cielo, se lanzó en su persecución. Pero cuanto mayores eran sus esfuerzos para alcanzarlo, tanto más escurridizo se tornaba el insólito fenómeno, hasta que por fin cayó al suelo exhausta.

En aquella circunstancia límite, oyó una misteriosa voz que le dijo:

"De la misma manera que el arco iris es una condición del que observa y no una realidad, también lo es vuestro mundo con los colores y las formas.

Todo depende de las condiciones del observador, y de ellas surge lo que

llamáis realidad."

Entonces supo la gaviota que había alcanzado, por fin, el arco iris.

Anónimo

Existen tantas visiones de la realidad como personas que la vivencian. Y esas visiones pueden ser tan diferentes que una misma circunstancia puede ser fabulosa para unos y espantosa para otros. La realidad de un hombre depende de su ser interior y de su circunstancia. Las cosas van o vienen, de acuerdo al punto en donde estemos situados. Esto, de algún modo, significa que una parte de nuestra realidad depende de nosotros. Y es precisamente sobre esa parte donde debemos actuar. Poco podremos, posiblemente, hacer sobre el entorno y la circunstancia. Pero sí podemos situarnos en una posición más favorable, haciendo que esos factores confluyan hacia nuestro bienestar. No dejemos de hacer lo mejor para nosotros y para quienes nos rodean y nos quieren bien. No aceptemos el destino así, como viene, dejando que mueva nuestra vida a su entero antojo. No. Explotemos al máximo esa porción que depende exclusivamente de nosotros. Seguramente descubriremos una nueva realidad... Una realidad mejor... Una realidad que se ajusta a nuestra medida... Una realidad hecha, en gran parte, por nosotros, para nosotros