Ha llegado el verano y las vacaciones escolares. Han aumentado las horas de luz y los más pequeños de la casa disponen de muchas horas libres para dedicarlas al ocio lo que supone que, de repente, sus rutinas diarias se trastoquen completamente. Sobre todo en los que se refiere a las horas de sueño….

Normalmente, durante la época estival, se realiza una adaptación de las rutinas del sueño de los niños a los horarios de los adultos, y no se suele tener en cuenta que esto, puede tener repercusiones en su bienestar físico y emocional.

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Y es que, la falta de sueño puede conllevar una alteración de las capacidades físicas y psicológicas.

Porque como cuenta esta experta «dormir bien es tan importante como comer y tanto en el verano como en las vacaciones, debemos seguir manteniendo los hábitos que estaban ya marcados durante el curso escolar».

Así, aunque la flexibilidad horaria durante las vacaciones es inevitable, sigue siendo importante mantener unos horarios más o menos fijos que garanticen el correcto descanso de los más pequeños.

Según la OMS, los niños menores de un año deben dormir de 14 a 16 horas incluidas las siestas. Los niños de 1 a 2 años, entre 11 a 14 horas y los niños de 3 a 4 años de 10 a 13 horas diarias incluyendo las siestas.

Pero no sólo es cuestión del número horas de sueño. Es que, además, este descanso debe ser de calidad y es aconsejable mantener cierta regularidad de horarios tanto a la hora de acostarse como de despertarse.

Probablemente los que son padres estarán pensando que la teoría está muy bien, pero que, en la práctica, conseguir que los niños duerman lo suficiente no siempre es una tarea fácil.

Por ello, Sonia Montilla, de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, ha creado una lista de consejos para lograr que los niños mantengan buenos hábitos nocturnos, también en verano.

Lo ideal es que no permanezcan más de 1 hora realizando actividades sedentarias. Todo ello permitirá no sólo que se diviertan, sino que, además, estén más cansados a la hora de acostarse y, por lo tanto, concilien mejor el sueño.

¡Pero ojo! Por lo menos una hora antes de llevarlos a la cama, se acabó la actividad. Los niños deben estar tranquilos y relajados antes de dormir.

Así, por ejemplo, si un niño se acuesta normalmente a las 8 de la noche, en verano no debería dormirse más tarde de las 10.

Por eso bajar las persianas un rato antes de la hora de acostarse, ayuda a generar un ambiente nocturno que propicia el sueño.

Es un hecho que los dispositivos digitales activan el cerebro y, por eso, deben evitarse por las noches.

Para Montilla es clave sustituir las pantallas por un libro: es el mejor modo de ayudarles a relajarse.