La Provincia - Diario de Las Palmas

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ANÁLISIS

La Gomera y sus satélites

La lucha por el poder empantana la política canaria l Los que aspiran a entrar en las instituciones piden demasiado y los que se van se aferran al cargo

La escritora británica Oliva Stone escribió a finales del siglo XIX un exquisito libro en el que describía, con todo lujo de detalles, cada una de las Islas Canarias. Lo tituló Tenerife y sus seis satélites, y tiene por ello mala prensa en ciertos sectores insularistas no tinerfeñistas. Entonces no existía el pleito insular ni la división provincial, sino una única Provincia de Canarias, con capitalidad en Santa Cruz de Tenerife, dentro de un estado centralizado y dividido en total en 49 provincias. Stone no ciñó sin embargo su título a una cuestión meramente administrativa; fue "el poderío" del Teide el que la llevó a situar, como centro del Archipiélago, la isla donde se ubicaba el pico más alto de España.

De haber tenido la oportunidad de describir la Canarias de hoy, en concreto la de estos días de negociaciones tras las elecciones del 26M, con mucha probabilidad la autora inglesa habría seleccionado la isla colombina como el eje sobre el que giran las restantes islas. Y en consecuencia el futuro de Canarias.

'Los aserejé'

La 'cuestión gomera' ha alcanzando tal nivel de proyección que hasta los cronistas nacionales hablan ya de Casimiro Curbelo. Lo hizo recientemente en La Vanguardia Enric Juliana, en una columna que tituló Los aserejé tienen la sartén por el mango. El veterano periodista explicaba a sus lectores lo que aquí todos sabemos, pero en clave nacional: quién es Curbelo, qué le pasó y por qué le expulsaron del PSOE hace cuatro años. Y relataba a continuación cómo de él depende el Gobierno de Canarias, del mismo modo que pudiera o pudiese depender el Gobierno del Estado de las dos diputadas de Coalición Canaria. Y concluía: "Entender la política canaria no es nada fácil. Siete islas agrupadas en dos provincias, una ensalada de siglas, muchos personalismos, adornados con magníficas oratorias, y tramas de poder muy espesas".

Y es cierto que, además de la fragmentación del voto y la llave gomera, otras razones explican por qué y cómo se han ido complicando las negociaciones para formar gobierno en Canarias. Entre ellas la tentación en la que han ido cayendo todas las formaciones, sin excepción, de pedir mucho y ceder poco. Por la sencilla razón de que la suma va tan justa para alcanzar la mayoría que todas, y no solo la Asamblea Socialista Gomera (ASG), son imprescindibles: 37 diputados por la izquierda (25 PSOE, 5 NC, 4 Podemos y 3 ASG) y 36 por la derecha (20 CC, 11 PP, 2 C's y 3 ASG).

Poco podía imaginar el electorado canario que al introducir su voto en la urna, va a hacer ya un mes el próximo domingo, estaba propiciando que todos los partidos y hasta tres presidentes, como mínimo, tuvieran opciones de gobernar las Islas. Con independencia de que hubieran ganado o perdido las elecciones.

Diversos analistas vienen sosteniendo que "si Casimiro Curbelo quisiera apoyar un pacto de progreso, ya lo habría hecho". Y auguran que el ex dirigente del PSOE se tomará la revancha y terminará por "traicionar" a sus ex compañeros de partido, después de hacerles pasar un calvario. Para engoarlo, el PSOE de Angel Víctor Torres le ha ofrecido aún más de lo que ha pedido, lo que no ha impedido que Curbelo siga, a día de hoy, deshojando la margarita: "Lo quiero, no lo quiero, lo quiero, no lo quiero...". Y ni las llamadas de numerosos pesos pesados del partido, incluidos José Luis Rodríguez Zapatero y el propio Pedro Sánchez, han perturbado su parsimonia.

Dicen las malas (o buenas) lenguas, que lo que le pide el cuerpo al líder de ASG es apoyar a Fernando Clavijo, a quién le une una relación fluida y amistosa. Pero a ese pacto por la derecha, presuntamente atado y bien atado, se le coló una china en el zapato: Ciudadanos y su código ético, o sus ganas de dar la estocada a Coalición Canaria, aún pactando con ella. Y con sus escasos dos diputados y un resultado electoral que no cubrió ni de lejos sus expectativas, la formación naranja se ha colocado también en el centro del tablero de la política canaria, al vetar al candidato nacionalista Fernando Clavijo al estar investigado en el caso Grúas. Y su división interna, cada vez más acusada tanto a nivel nacional como local tras la constitución de los ayuntamientos, no ha hecho más que dilatar la posible consecución de un acuerdo.

Jugando a las damas

Este doble bloqueo a cualquier pacto a un lado u otro del arco ideológico ha tenido como efecto que, para hacer más llevadera la espera, a los políticos canarios les haya dado por jugar una simple partida de damas. Y no una partida de ajedrez, que es a la que se equipara la buena política por la necesidad de pensar bien cada movimiento en función de la pieza que haya movido el contrario: "Si tu oponente te ofrece un empate, intenta averiguar por qué cree que está peor", recomendó el maestro Nigel Short.

Pero no. Aquí lo que se lleva es comer cuántas más fichas mejor. Así, el PSOE se empeñó en zamparse a un tiempo a CC en Tenerife y a NC en Gran Canaria. CC quiso hacer lo propio con el PSOE, al tiempo que tentaba a PP y C's para engullirse al nacionalismo. Y en respuesta, CC y NC han acelerado un impensable acercamiento para recuperar la hegemonía perdida en el tablero político canario y noquear, de nuevo, al centralismo. El PP ha hecho también todo tipo de cálculos, incluidos los improbables: su presidencia con once diputados. Solo Podemos ha optado por hacer mutis por el foro, a la espera de que La Gomera decida.

Pero si los que están a punto de entrar a las instituciones llegan con hambre de poder, los que se van tampoco parece que se sienten ya saciados. De ahí que la conformación de los ayuntamientos haya dejado algunos ejemplos poco edificantes de lo que significa aferrarse a un cargo. El caso más clamoroso ha sido el de Santa Lucía de Tirajana, municipio gobernado por Nueva Canarias desde los inicios de la democracia (entonces bajo otras siglas), y en el que no se ha producido el normal traspaso entre el equipo saliente y entrante. Hasta el punto que los que han llegado se han encontrado despachos cerrados, armarios vacíos, mesas sin papeles y hasta ordenadores formateados.

En Tacoronte, Santa Cruz de Tenerife y Valle Gran Rey han pesado más las inquinas personales que las consignas regionales de los partidos, y se han abierto o se ha anunciado apertura de expediente a los concejales rebeldes. Y en este clima de tensa espera, Clavijo y Curbelo compartieron ayer amigablemente un acto público en San Sebastián de La Gomera, con motivo de la celebración del Día de la Policía Autonómica. Allí, en la capital provisional de Canarias, uno y otro volvieron a reiterar que todo está en el aire. También el candidato socialista, Angel Víctor Torres, augura que así será "hasta el día de la investidura".

El precio de las cosas

En su relato sobre las Islas, la viajera Olivia Stone introduce varios comentarios sobre corruptelas en las administraciones insulares con las que fue tropezando, que en su opinión obstaculizaban la gestión eficaz de la vida pública: "Al preguntarle cuánto nos costaría, nos pidió ¡la razonable suma de 60 dólares! De modo que le dijimos: "No gracias, es demasiado". Esta conversación comenzó alrededor de las seis de la mañana y cada media hora se acercaba a nosotros, rebajando su precio cada vez", contaba. Y añadió: "Finalmente, tras atracar en San Sebastián a las 8:30 horas a.m., se ofreció a hacerlo por 40 dólares, de modos que nos volvimos hacia Lorenzo y le dijimos: "Lleva todo el equipaje a tierra. Creemos que 30 dólares es más que suficiente". "Muy bien. Lo haré por 30 dólares", dijo. Y sin duda pensó que estaba bien pagado, como en verdad lo estaba, según supimos después".

Las luchas de poder, el exceso de ambición y la judicialización de la política han terminado por empantanar la vida pública. Y luego nos quejamos de que Canarias haya sido, junto a Baleares, la comunidad autónoma con menor índice de participación en las últimas elecciones: solo votó el 57%, diez puntos por debajo de la media. Es decir, que se acerca a la mitad el porcentaje de electorado al que le da exactamente igual que La Gomera se vaya a convertir o no en el centro del universo político canario.

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