Entrevista | Sofía Hernández Jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Las Palmas

"Los rescatados dicen que cuando vieron el barco naranja descansaron"

Sofía Hernández, jefa del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Las Palmas, en el Muelle Deportivo. | | ANDRÉS CRUZ

Sofía Hernández, jefa del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Las Palmas, en el Muelle Deportivo. | | ANDRÉS CRUZ / A. Castellano

Salvamento Marítimo cumple esta semana 30 años. Tres décadas que parecen toda una vida, pero que a la vez habla de una institución aún joven que durante todo este tiempo ha rescatado a miles de personas que se han visto en apuros en el mar. Sofía Hernández (Cádiz, 1975) es la jefa del Centro de Coordinación de Las Palmas y una enamorada de su labor: «Me gusta muchísimo mi trabajo, hacemos cosas muy bonitas».

Existe la sensación de que Salvamento Marítimo lleva toda la vida pero sólo cumple 30 años.

Somos una administración muy joven, es cierto, que ha crecido mucho y ha sabido adaptarse a las circunstancias y a las necesidades de las personas que nos requieren. Hoy en día no voy a decir que somos la mejor administración, pero sí que estamos entre las primeras a nivel mundial.

¿En qué estado de salud se encuentra la ‘sociedad’, como la llaman?

La ‘sociedad’ cuenta con gente con mucha ganas de trabajar, que le gusta mucho lo que hace, que está por la igualdad, que está por la cooperación con otras administraciones, que somos una organización muy fresca y muy dinámica y además que nos sabemos amoldar a las circunstancias. Podemos tener épocas en las cuales tenemos muchísimo trabajo y otras épocas, u otros días, en los que no hay tanto y eso se lleva de una manera bastante eficaz y eficiente.

Usted no vio nacer Salvamento Marítimo pero casi, porque lleva ya 22 años.

Empecé a estudiar Náutica un poco después de que se formara Salvamento Marítimo.

¿Y lo estudió para formar parte de Salvamento Marítimo?

No. Estaba en Cádiz, era una época en la que mis padres se habían separado y económicamente no podía irme a estudiar a Sevilla, porque yo quería estudiar Ingeniería. Entonces les dije a mis padres que no se preocuparan, que yo iba a estudiar el primer año de Náutica en Cádiz, que aquel entonces tenía el primer año común con la Ingeniería, para después ir a Sevilla. Pero claro, entré en Náutica y me lo pasé tan bien que decidí seguir.

Está aquí por un golpe de suerte.

Sí. Es una profesión que he aprendido a amar.

Entró directamente en el centro de coordinación de Las Palmas.

Entré porque mi pareja era de aquí, canaria, y navegaba por esta zona y donde podía estar destinada era en Las Palmas. Y aquí me quedé. Los canarios son muy parecidos a los andaluces y aquí tengo una segunda familia.

¿Cómo fueron los inicios?

Pues muy bonitos y siguen siendo muy bonitos, diferentes, porque ahora todo ha cambiado mucho porque nos hemos especializado gracias a las nuevas tecnologías, que afectan tanto a los barcos como a los equipos que tenemos. Y era diferente, éramos menos gente en la torre con una persona por guardia, cuando ahora somos tres. También hemos cogido mucho más trabajo que antes no se hacía.

Vivió de primera mano las dos crisis migratorias, la de 2006 y la de 2020. ¿Qué diferencias hay entre ambas?

En la primera, las embarcaciones que empezaron a llegar eran pateras que salían desde la costa africana hacia el faro de La Entallada (Fuerteventura). Solían salir de madrugada. El faro tiene un alcance de unas 20 millas si no recuerdo mal, entonces en las noches de claridad la gente tal como salía veía la luz del faro y llegaban por sus propios medios. Eran pocas y venían de otra manera. Luego todo eso fue cambiando. Empezaron a venir cayucos y ahora lo que tenemos mayoritariamente son embarcaciones neumáticas, que son muy peligrosas y muy sobrecargadas de personas.

¿Ha cambiado también la forma de enfrentarse a estas emergencias?

Se actúan de forma muy similar, de manera inmediata. Pero sí que es verdad que al ser embarcaciones tan distintas, tenemos menos margen porque una patera te da más margen de actuación que una neumática. Y sobre todo cambia por la distancia. Antes hablábamos de que salían desde 50 millas, ahora tenemos neumáticas que salen desde 150. Eso es muy peligroso, no sólo porque vengan llenas, sino también porque están muy cansados, con hipotermia porque no están preparados, no tienen espacio, sin comida ni ningún tipo de medida de seguridad, muchas veces con los pies por fuera, mojados.

Mujeres con niños y bebés.

El perfil también ha cambiado, porque antes venían sobre todo varones, que no estaban tan hacinados, era mucho menos peligroso. Las embarcaciones de ahora no tienen nada que ver. Son situaciones muy complicadas.

Aunque a ustedes se les conoce por los rescates de migrantes y de marineros, Salvamento Marítimo tiene otras muchas funciones como luchar contra la contaminación.

Es una faceta súper importante. Además es el desarrollo de la vida de nuestros hijos, lo que se van a encontrar y eso es súper importante y que debe ser tratado con mucho cariño porque es lo que le vamos a dejar a nuestros hijos. El mar es un recurso inmenso y hay que cuidarlo. Entre nuestros objetos sociales está salvaguardar la vida humana en el mar pero también de la vida animal en el mar y es maravilloso.

Ustedes además han realizado investigaciones por contaminación que han llevado a cuantiosas sanciones.

En febrero se publicó que por primera vez se sancionaba a un buque que había sido detectado por contaminación. Ese estudio se hizo en Las Palmas, por las personas que trabajamos en el centro. En este caso era el barco Aldan, que recibió una multa de 550.000 euros por realizar una descarga de hidrocarburos cerca de La Palma. Es la mayor sanción en 16 años.

Hablamos de migración, contaminación y también están los accidentes como el del Cheshire que se hundió al sur de Gran Canaria y en cuya emergencia Salvamento Marítimo participó.

En el caso del Cheshire estamos hablando de barcos que tienen una atmósfera tóxica. Salvamento Marítimo no sólo actúa cuando hay hidrocarburos en el mar, sino que también hay barcos que a lo mejor, por ciertas reacciones de productos químicos que llevan a bordo, son peligrosos para el mar y porque crean una atmósferas que puedan ser dañinas para las personas en un área alrededor del mismo.

En este caso, que estaba cargado con 40.000 toneladas de fertilizantes, ¿cómo se actúa?

Depende. Esto no es blanco o negro, hay que ver qué tipo de productos químicos son, si tiene uno solo, si tiene varios, cómo reaccionan entre esos propios productos químicos. Desde luego, lo importante es dar siempre un margen de distancia.

Usted ha estado en la sala durante muchos años como controladora. ¿Uno puede emocionarse en un servicio que se está produciendo a 100 o 200 kilómetros?

Por supuesto. Lo estás viviendo constantemente. Hablas con la persona que lo está sufriendo, hablas con la embarcación o con el medio que acude y lo ves todo porque para poder coordinar una emergencias tienes que saberlo todo. El medio, ya sea el avión, el barco o la embarcación, va ciego, va a lo que tú le dices que hagas. Y luego está la pericia de nuestras tripulaciones para realizar ese trabajo de forma eficiente.

Incluso tendrán que hacer de psicólogos.

Normalmente, el alertante cuando llama no da información, sino que se pone a gritar, sobre todo cuando son temas relacionados con actividades recreativas que no sabe transmitir esa información. El controlador que está en ese momento tiene que ser capaz de sacarle la información que necesita para poder actuar porque si están muy nerviosos, en una situación de estrés, no te dicen ni qué tipo de embarcación es, ni dónde está, ni cuantas personas van a bordo, ni lo que ha pasado. Y tienes que saber extraer esa información.

¿Qué es lo peor que lleva de su trabajo?

Pues la verdad es que no sabría decirle porque me gusta muchísimo mi trabajo y hacemos muchas cosas que son muy bonitas. ¿Qué es lo peor? Pues a veces cuando te das cuenta que no se puedes hacer algo por alguien porque te lo encuentras que ya está muerto.

¿Y lo mejor?

Nuestras embarcaciones naranjas, aunque mi hija dice que son rojas, son muy queridas. Lo mejor es que damos seguridad, que cuando esas personas que nos han necesitado en el mar y veían que el puntito naranja se acercaba, no decían que ya eran otra persona, era como si ya no le pasara nada, como si descansaran. Y por eso nuestras embarcaciones son tan queridas.

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