Entrevista | Amid Achí Empresario

Amid Achí: "Antes la gente compraba lo que el vendedor quería, ahora sabe latín e impone su criterio"

El empresario recibe la Medalla de Oro de Canarias debido a que ha servido de inspiración para varias generaciones de emprendedores 

El empresario Amdi Achí en su despacho en Santa Cruz de Tenerife.

El empresario Amdi Achí en su despacho en Santa Cruz de Tenerife. / Andrés Gutiérrez

Salvador Lachica

Salvador Lachica

¿Cómo se sintió cuando le comunicaron que sería condecorado con la Medalla de Oro de Canarias?

Recibí la noticia sorprendido, sinceramente, porque no lo esperaba en absoluto. Nunca he trabajado pensando que se iba a apremiar o valorar mi trabajo. Yo seguiré trabajando hasta que me permitan mis facultades, porque para mí no es una carga pesada, ni mucho menos. Disfruto con ello.

¿Es consciente de que su trayectoria como emprendedor ha inspirado a muchos otros empresarios?

La verdad que no, sinceramente, porque nunca lo he pretendido ni lo he pensado así, he ido actuando tal como soy sin pensar que alguien pudiera estar fijándose en mí o analizando lo que hacía o de qué forma lo hacía. El secreto ha sido la dedicación, muchas horas de trabajo y un poco de suerte también.

La suerte sin intuición y sin visión empresarial...

Las ocasiones llegan. Como se dice, el tren pasa una vez en la vida y si uno está activo, siempre se presenta una oportunidad de subir a ese tren. Yo subí a un tren grande, con mucha gente dentro y entonces me centré en que tenía que llevarlo a un buen destino. Y yo creo que lo hemos hecho bien, que la gente se ha sentido cómoda en este tren y quiere seguir hasta llegar al final.

De la nada pasó a tener 240 tiendas Número 1, entre comercios propios, asociados y franquiciados, en Canarias. Eso no es solo suerte.

Nosotros no sabíamos que había un mundo que se llamaba franquicia. Llegue a ese mundo de forma inocente, apoyando a nuestras trabajadoras y trabajadores que destacaban a abrir una tienda y, como premio, poseían el 50% de la misma. Eso daba un motivo y animaba a que el resto de la gente que trabajaba con nosotros, a los jóvenes, a demostrar que también valían y que podían ser socios nuestros, y así fuimos creciendo muy rápido. Incluso emigrantes retornados de Venezuela, o que venían de otros países, que empezaron trabajando con nosotros luego montaron sus propias tiendas. Hasta la canción del spot de televisión de Número 1 la cantaban los niños. Me acuerdo que teníamos una frase: «donde hay una iglesia, una farmacia y una caja de ahorros, tiene que haber un Número 1».

Recuerdo otra frase suya, no sé si es literal, en la que venía a decir que usted se fijaba donde los demás no miraban.

Yo siempre digo que todos nosotros estamos en una habitación y miramos las paredes que vemos, pero en un momento dado yo digo «voy a salir un momento» y me levanto para ir a ver qué hay detrás de esas paredes. Eso me ayudaba a tener una visión un poco más larga, más lejana y ver más allá.

¿Y qué vio detrás de esas paredes?

Yo vi que faltaba en el mercado una oferta de productos de ropa y calzado de calidad a precios económicos, así que empecé a viajar mucho buscando esos productos para ofrecerlos aquí al cliente a un precio no abusivo, a un precio que llamara la atención realmente, porque había mucha diferencia entre los precios de Número 1 y los que ponían otras marcas. El mercado estaba huérfano en esa oferta y, como la gente tuvo una respuesta muy positiva, empezamos a abrir cada vez más tiendas.

¿Fueron apuestas arriesgadas?

He arriesgado mucho, siempre que he tenido una idea la he llevado a la práctica. Puede que este atrevimiento de creer en uno mismo y lanzarse al mercado con ideas propias me haya ayudado mucho. Esa forma de hacer las cosas también la he visto reflejada en Juan Roig con Mercadona y en Amancio Ortega respecto a Inditex. Ellos, como yo, defienden sus ideas y las llevan a la práctica.

Y, con el tiempo, pasó de ser franquiciador a franquiciado. ¿A qué se debió ese cambio?

Cuando empezaron a llegar las grandes superficies cambiamos el rumbo y como franquiciadores cerramos muchas tiendas para pasar al formato franquiciado. Con algunas marcas no funcionó, pero cuando devolvimos las tiendas las cedimos de nuevo al franquiciador con la condición de que se mantuviera el personal que nosotros habíamos contratado. En la actualidad continuamos con marcas como Levi’s, Timberland, Stradivarius o Vans, entre otras.

¿Cuándo llegó a Canarias?

En 1969 para estudiar medicina, y me di cuenta de que estaba en el Paraíso, tanto por su clima como por su gente, y por eso tuve claro que quería pasar el resto de mi vida aquí. Siempre he dicho que soy canario de corazón

Usted llegó para estudiar medicina, pero se convirtió en empresario vendiendo ropa de calidad a precios asequibles. ¿Qué ha cambiado en estos 55 años en el mundo del comercio?

El cliente, el consumidor, se ha espabilado. Antes la gente compraba lo que el vendedor quería venderle, porque no entendía mucho o no tenía preferencias concretas. Ahora la gente sabe latín y le dice al vendedor qué quiere, cómo lo quiere y hasta el color en el que lo quiere. Impone al vendedor su criterio e, incluso, pide que se lo lleven a su casa.

La trayectoria de Amid Achí y del ’Número 1’ tampoco se entiende sin su vinculación al CD Tenerife.

Soy un forofo, sí. Es curioso que la gente, por la calle, me asocia más con el Tenerife que con Número 1. Cierto es que cuando nadie apostaba por el equipo, cuando nadie creía en él, salvo Javier Pérez, esponsorizamos al Tenerife durante 9 años, desde que estaba en Segunda División B y, juntos, llegamos a Primera División. En la Isla el Tenerife tiene un impacto social tremendo, lo que ayudó a visibilizar la marca. Me dijeron que hace poco pusieron a la venta 500 camisetas de edición limitada con el logo de Número 1 y se acabaron en pocas horas.

Suscríbete para seguir leyendo