MEDALLA DE ORO DE CANARIAS

La obra de Asimov y el cielo de Canarias: los ingredientes que convirtieron a Antonia Varela en la protectora del cielo nocturno

El empeño de la investigadora del IAC y directora de la Fundación Starlight, la Asociación BPW Canarias y el Museo de la Ciencia y el Cosmos por conservar el cielo y divulgar sus bondades le ha hecho merecedora de una Medalla de Oro de Canarias este 2024

La ganadora de la Medalla de Oro de Canarias, Antonia Varela, en el  Museo de la Ciencia y el Cosmos, en Tenerife.

La ganadora de la Medalla de Oro de Canarias, Antonia Varela, en el Museo de la Ciencia y el Cosmos, en Tenerife. / Arturo Jimenez

Verónica Pavés

Verónica Pavés

¿Cómo recibe la noticia de la concesión de esta Medalla de Oro?

Con mucha emoción. Es un reconocimiento que me llena de orgullo, que recibo con mucha humildad pero con mucha responsabilidad y agradecida de la confianza depositada en mi, por reconocerme por mi trayectoria científica, por todo el esfuerzo realizado en defensa de los derechos de las mujeres y sobre todo en ese interés de despertar vocaciones científicas entre las más jóvenes. Al final es un espaldarazo a tu trayectoria. 

Desde que empezó su carrera científica se ha dedicado a muchas temáticas y muy diversas, ¿se podría quedar con alguna?

Me enamoré de cielo con tan solo 14 años y desde entoncesmi trayectoria profesiona y personal diría que siempre ha estado vinculada a él. Tanto la parte científica como la del astroturismo son las cosas más fascinantes que la carrera me ha permitido disfrutar. Luego está el tema de igualdad. El tema laboral de las mujeres y la infrarrepresentación de mujeres en ciencia era algo que me parecía disonante e incomprensible. Creo que las personas que he encontrado en esta búsqueda de igualdad plena es lo más bonito que me ha podido pasar. 

Cuenta que con 14 años se enamoró del cielo, ¿cómo recuerda ese momento?

Lo recuerdo muy bien. Mis padres buscaban una casita para pasar los veranos. Vivíamos en Santa Cruz y ese verano, que al final se alargó hasta navidad, pasamos unas «vacaciones» en una casita en el monte de la Esperanza. Hice varios amigos y una de ellas me regaló El Universo de Isaac Asimov, precisamente en el mismo momento en el que me empezó a fascinar contemplar el cielo nocturno en aquel espacio sin contaminación. Siempre quise hacer alguna carrera científica, pero fue entonces cuando descubrí que quería ser astrofísica. 

Tuvo que resultar chocante pasar de contemplar el cielo de Santa Cruz a verlo en la Esperanza.

Fue fascinante. Tiempo después también me quedé en el Refugio en el Parque Nacional del Teide y hacia caminatas. Percibía el cielo como algo que me envolvía, una parte misma de la naturaleza. Ahora desde la Fundación Starlight también lo vemos así. El cielo debe ser un paisaje a preservar en todos los espacios naturales y en cualquier lugar del planeta. 

De todos los cielos que ha podido visitar ¿cuál le ha sorprendido más?

Sin ser Canarias, me impactaron mucho el de Nueva Zelanda del sur y el del Parque Nacional de Iberá en Argentina.

¿Cree que el cielo de Canarias habrá motivado a muchos a estudiar ciencias?

 Yo creo que sí, muchas. A muchas también nos contagió la visión del cielo, pero para algunos es una charla inspiradora lo que hace ese click. Por eso creo que contar con personas inspiradoras, que vivan con pasión lo que hacen. Eso es lo que ayuda a que la gente quiera seguir estudiando. 

Impartió clase en la universidad de mayores durante 23 años, ¿cómo recuerda la experiencia?

Siempre me gustó la docencia.Cuando surgió la oportunidad de dar clases en la Universidad de Mayores de manera voluntaria, me presenté con mi propio programa docente. Los profesores no cobramos, pero para mí fue un aprendizaje porque es un colectivo muy especial. Me enseñó mucho a comunicar y divulgar, porque tenía que explicarlo todo desde cero. 

¿Los científicos tienen hoy en día más en cuenta esa divulgación científica?

Yo creo que sí, hay más sensibilidad en este aspecto. En un principio la divulgación se consideraba como algo que menoscababa tu carrera. No se valoraba ni en el currículum científico. Dedicabas un tiempo que para ti podía ser muy gratificante, pero profesionalmente no sumabas un punto y te restaba tiempo. Los pocos que hacíamos divulgación entonces lo hacíamos por auténtica vocación. En algún momento me vi incluso obligada porque trabajaba en caracterización de observatorio y estaba trabajando en la campaña del Gran Telescopio de Canarias. Eso me puso mucho frente a los medios. Ahora estoy frente al Museo de Ciencia y el Cosmos nunca lo imaginé, aunque llegué a soñar con colaborar. 

Lleva siendo directora del museo desde enero, ¿Cómo han sido estos primeros meses?

Tengo que reconocer que abordé el reto con bastante prudencia e incluso con cierta desconfianza en mí misma. Estaba desbordada con la fundación Starlight y no sabía cómo me iba a organizar. Pero poquito a poco, y tras unos meses muy intensos en el que he conocido las necesidades del museo y sus perspectivas de futuro, ahora ya tengo claro por dónde hay que caminar. Hay que seguir propiciando y potenciando la sala con modelos de interacción, estrenando nuevos módulos, actualizando contenido y dándole mimo y cariño al museo. 

¿Diría que el astroturismo es ya un reclamo para Canarias?

Yo creo que se ha posicionado poco a poco, pero hay que hacerlo aún más. La Palma, por ejemplo es y deber siendo un ejemplo y un prototipo de modelo de astroturismo a seguir. 

¿Hay posibilidad de implantar este modelo en otras islas?

Sí. Yo creo que en un futuro, una vez que corrijamos los defectos en contaminación lumínico, sobre todo en la zona capitalina y más turística, Canarias debería apostar por ser un territorio certificado. El astroturismo creo que viene a apoyar un modelo de turismo innovador, sostenible, generador de empleo vinculado a la ciencia y la tecnología. 

¿Cree que ha mejorado la situación de la mujer en la ciencia?

Hay datos que van mejorando. Hay muchas más mujeres ya en carreras como física o matemática, pero que luego, quizás conciliación o responsabilidad, el porcentaje va reduciéndose hasta convertirse la mujer en minoría. En las nuevas disciplinas, como la IA, la situación se está repitiendo. Solo uno de cada cinco trabajadores es mujer. Y si hablamos de todo el mundo, se da la escalofriante cifra de que un 50% de las mujeres no tiene acceso a internet. Si para 2050 el 75% de las profesiones van a estar vinculadas a estas ramas más digitalizadas, ¿qué va a ocurrir con ellas? Los pasos que se están dando son dispares y dependen de los países. En España, por ejemplo, se está haciendo un gran esfuerzo. 

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