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Triunfo y gracias (Granca 71-69 Obradoiro)

El conjunto insular rompe su mala racha de siete derrotas consecutivas al vencer al Monbus tras ir por debajo en el marcador 38 minutos y alcanzar una desventaja de 19 puntos

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CB Gran Canaria - Obradoiro

El Granca consiguió romper su mal fario en la Liga Endesa. Ya quedó atrás la racha de siete derrotas consecutivas en la ACB, pero de qué manera. El conjunto insular ganó al Obradoiro por 71-69, dejando una imagen preocupante después de ir por debajo en el marcador durante 38 minutos y alcanzar una desventaja de 19 puntos en el primer cuarto y de 15 en el tercero.

Si este triunfo hubiera llegado en otro momento de la temporada, cualquiera hubiese dicho que la victoria llegó a través de un ejercicio de coraje y orgullo propio. Pero es que las sensaciones que arroja el conjunto insular en la ACB es preocupante. Se ganó, sí, pero la imagen que volvió a dejar el equipo amarillo en Siete Palmas no convence a su afición, que siendo justos sabe que llegó porque el nivel mostrado por el Obradoiro durante los compases del partido llegó a ser bastante paupérrimo.

Este fue el único camino que encontró el Granca para darle la vuelta al marcador. Las concesiones rivales. Las mismas que ellos habían otorgado al equipo compostelano para dominar el marcador durante prácticamente todo el partido. Y es que los claretianos se empeñaron en dar vidas extras al Obradoiro en el último minuto fallando cuatro tiros libres de los seis lanzados entre Dylan Ennis y Andrew Albicy desde que consiguieron poner el 69-69 y en esas los gallegos no metieron ni una sola canasta.

La octava victoria liguera del Granca hay que agradecérsela bien a dos jugadores que sienten el escudo. El primero a Khalifa Diop, que puso un tapón a Robertson a falta de 3,8 segundos cuando se disponía a dejar una bandeja con la firma de la prórroga. Y el segundo a Albert Oliver, por decisión indirecta, al regalar el saque de fondo en esa misma jugada al interpretar Iyán González, uno de los tres colegiados, que había levantado el pie cuando se disponía a pasar la bola.

El principio de la cuesta arriba

Anterioremente, al inicio del encuentro cuando comenzaba el vendaval compostelano llegaron las primeras palabrerías de Fisac. “No quiero que cambiéis vuestra forma de jugar. Creed en vosotros y hacedlo. Jugad el pick&roll porque sus hombres grandes tienen problemas en recuperar. Usad las bandejas”, indicó el segoviano en el primer tiempo muerto que solicitó cuando el Granca ya alcanzó la decena de puntos en contra. Palabras y más palabras, pero indicaciones útiles, pocas.

En esas lindes, el Obradoiro siguió encontrando demasiades facilidades de cara a la canasta amarilla. La impasibilidad sigue siendo la carta de presentación del equipo insular, capaz de lo mejor y lo peor a fogonazos de actitud.

Los primeros pitos de la noche más elevados de lo normal llegaron cuando Albert Oliver había saltado en el minuto 8 y medio a la que fue su pista hasta hace tres años y se reencontraba así con el público claretiano, con el que no había podido verse debido a los cerrojazos de afición a causa del coronavirus.

El contraste fue claro. Ovación para el que fue el capitán amarillo, y pitos no solo para Fisac, que ya los había recibido durante su presentación, sino para todos los jugadores locales. La sangría de inicio llevó a la conclusión del primer cuarto hasta el 7-26 y una clara diferencia en la lucha por el rebote: 3-17 para el Obradoiro.

Llegado al segundo cuarto, el Granca espabiló. Mostró esa cara de equipo con hechuras, el mismo que es capaz de dominar en la Eurocup. Dos parciales le volvieron a meter en el encuentro. El primero de 11-1 y el segundo de 11-0 para poner el marcador apretado hasta el 31-33. 

Las pérdidas rivales desesperaban a Moncho Fernández. Once regalos para el Granca con el que se llegó al descanso con 33-40 en lo más alto del Arena, que no las tenía todas consigo.

Esas dudas se confirmaron nada más volver del vestuario. En tres minutos regresó la versión que desespera a los aficionados claretianos. Parcial 2-10 y Birutis dominando la pintura a su antojo. El 35-50 del marcador elevaba de nuevo el sonido de viento desde las banquetas del pabellón de Siete Palmas, que veía más cerca la octava derrota consecutiva de los suyos que la posible remontada.

Tuvo que aparecer Khalifa Diop para frenar con su energía los centímetros del pívot lituano. No solo con sus canastas sumó el canterano, sino que echó el cerrojo al aro propio.

Llegado el último cuarto, con 52-57 en el marcador, las faltas comenzaron a arreciar con rapidez por parte de los dos conjuntos. El bonus entró en escena y si el Granca lanzó nueve tiros libres, anotando tan solo dos de ellos, el Obradoiro transformó cuatro de ocho lanzamientos. Ennis sacó su artillería y llegó la victoria.

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