¿Por qué perdió el Gran Canaria ante el Valencia en la Copa del Rey?

Los errores en los tiros libres, la dependencia en el triple, los altibajos de las estrellas, la falta de solidez y fe en el último cuarto y el criterio arbitral, castigan al Granca en Málaga

Albicy lanza con la oposición de Brandon Davies

Albicy lanza con la oposición de Brandon Davies

David Rodríguez

David Rodríguez

En la rueda de prensa posterior a la eliminación copera del Gran Canaria frente al Valencia Basket el pasado jueves en los cuartos de final de la Copa del Rey se podía ver a un Jaka Lakovic que no encontraba respuestas a los factores que habían dejado a su equipo fuera de la competición. Los chispazos del conjunto taronja a partir del minuto 34 les catapultaron a la victoria, esa que el técnico esloveno creyó que si hubiera caído del del lado claretiano también «hubiera sido algo justo».

No es que el fin del camino copero para el Dreamland suponga una desgracia para el club, pero el regusto amargo que se queda después de haber comandado el marcador durante 33 minutos y 38 segundos del encuentro merece un análisis en frío.

Primero hay que quedarse con que el Gran Canaria compitió ante un conjunto que doblega en el presupuesto económico a los insulares y que está confeccionado para afrontar la Euroliga y su calendario con 16 efectivos, además de haberle dado de baja ya a dos.

Diferencia presupuestaria

Aun así, cabe apuntar a ciertos pecados que han ido lastrando a los amarillos durante la temporada y en especial en el choque a vida o muerte ante el Valencia.

Una de las que se le puede poner la lupa con luz naranja es la que atañe a la capacidad de la segunda línea del banquillo. Esta condición repercute en que si los rivales concentran su defensa en los llamados líderes ofensivos, al Gran Canaria le cuesta un mundo competir.

Ya le ocurrió en la Copa pasada en Badalona, cuando Nico Brussino se quedó en cero puntos y AJ Slaughter en tres ante el Lenovo Tenerife; y en la de Málaga, estos dos estandartes del plantel insular no pudieron exhibir su artillería con ocho para el norteamericano y siete del argentino.

Eso sí, no se le puede poner un pero a los dos porque como el propio Brussino confesó, el Valencia le hizo «un marcaje al hombre» y a la vez fue el autor del triple milagroso cuando restaba 1,3 segundos para la conclusión que permitió jugar la prórroga.

Sin triples no hay felicidad

Un triple que resume el comportamiento del Dreamland durante la temporada. A pesar de que son el sexto equipo que más anota de la Liga Endesa, existe un dato que determina su dependencia. Cuando gana el Granca promedia 11,6 transformados con un acierto de 40,8%; mientras que en las derrotas el número de lanzamientos metidos baja a 6,5 y el porcentaje es del 22,9.

Contra el Valencia el acierto se quedó en un 28% al anotar ocho de los 28 intentos que realizaron. Eso sí, Brussino con un 1/5 (el del empate 77-77) y Shurna con un 1/6 después de que el balón le hiciera la corbata dos veces.

El tiro libre cuesta

Pero si de fallos hay que hablar en la Copa, esos no pueden ser otros que los de los tiros libres que tanto torpedearon la moral claretiana. El índice a la conclusión de la partida fue de 5/16, pero es que en la prórroga anotaron sólo dos de ocho lanzamientos. Con Happ fallando sus cuatro intentos y Brussino dos de dos.

¿Qué significan estos números? Al menos que durante los 40 minutos anteriores la efectividad fue casi la misma: 3/8, o lo que es lo mismo, un 37%.

Una falta de puntería que lleva lastrando al equipo durante toda la campaña. En la Liga Endesa es el antepenúltimo equipo con menor acierto de tiros libres, con un 71,6%; mientras que en la Eurocup el porcentaje es del 72,8%, el decimosexto de 20 equipos.

Pocas faltas pitadas

No sin obviar el dato que apunta a que el Granca sólo pudo lanzar ocho tiros libres en el tiempo reglamentario, a diferencia de los 22 que tuvo el Valencia.

Un desequilibrio que lo permitieron los árbitros del encuentro. No es que influyeran de manera directa en el marcador, pero permitieron mucho contacto a los taronjas que a los claretianos se le sancionaba con facilidad.

Shurna no evitó hablar sobre el tema al cuestionarle sobre la permisividad en la estopa que repartió Brandon Davies –al menos terminó eliminado el partido–. «Ya sabíamos que el Valencia es un equipo que es muy físico y que iba a emplearla durante el partido», contestó el ala-pívot con una sonrisa reveladora por el criterio.

Pero seguramente lo que más le costó al Gran Canaria fue que entregó la cuchara cuando las cosas le vinieron torcidas. Dominó prácticamente todo el encuentro porque la motivación mental inundó el banquillo desde el comienzo. Incluso cuando Ethan Happ había sumado dos faltas al principio del choque, nadie se vino abajo.

Bajón en la prórroga

El parcial de once puntos que metió el Valencia casi noqueó a los insulares, levantó a la afición taronja, a la que se le habían perdido las boquillas de sus trompetas hasta entonces, y al unísono enmudeció a la bancada claretiana.

Moralidad que halló por instantes tanto el equipo como la hinchada amarilla con el triple de Brussino, pero que como ha ocurrido con el equipo durante tramos de la temporada, le falta solidificar sus virtudes