Mucho han cambiado las cosas en Amaral, tanto en sus composiciones como en su puesta en escena desde su primera visita a Gran Canaria hace once años para actuar en el parque San Telmo hasta el fenomenal concierto que la banda zaragozana ofreció el pasado jueves en la Plaza de la Música. El grupo ha actuado con periodicidad en las Islas y, cada visita, ha mostrado una evolución evidente.

Opiniones sobre su último trabajo las hay para todos los gustos, pero la madurez de la formación es evidente y, probablemente, ahora se encuentren en el mejor momento de su carrera, cuando llevan ellos mismos las riendas de su éxito.

No sé si fue por la pericia del equipo técnico, la inteligente decisión de reubicar el escenario de cara al mar, o simplemente por haberse rodeado de una banda muy eficiente en la que se encuentran dos ex integrantes del grupo Sexy Sadie, que el sonido habría que calificarlo como sobresaliente. Probablemente fuese una interacción de todas las causas. Lo cierto es que tras el primer tema, Hacia lo salvaje, la cantante ya avisó que interpretarían íntegramente su nuevo disco con recuerdos puntuales a los temas de los anteriores.

Y el resultado fue un sonido impoluto que, en el aspecto profesional, no tiene nada que envidiar al de grandes formaciones británicas del momento. Canciones como Montaña rusa, Riazor, Como hasta un martillo en la pared, Las puestas del infierno acercaban a la banda a parámetros más propios de grupos del tipo REM, y títulos como Días de verano o En un solo segundo derivaban el concierto hacia atmósferas más intimistas.