Más de 40.000 chiquillos aprendieron de las manos de Totoyo Millares, el alias artístico de Luis Millares Sall (Las Palmas de Gran Canaria, 1935), que el timple tenía entidad propia más allá de su rol de instrumento de acompañamiento en las fiestas populares, rondallas y agrupaciones folclóricas. De la nada creó un repertorio específico para el timple, y pondría en marcha en 1954 la primera academia reglada en Canarias, dos hitos nobles que han convertido a Totoyo Millares en una institución mayúscula en la historia de la música en Canarias. La conocida y la futura.

El maestro de la nueva generación de timplistas que eclosionó en la década de los 90, y de un sinfín de músicos a los que inculcó el respeto por la tradición, y trastear con soltura el diminuto instrumento, recibe en estos días un homenaje de mano de uno de sus alumnos y colaboradores: Manuel González. El líder de Mestisay, formación que apostó por renovar la música popular desde sus inicios y continúa en activo sin perder sus cimientos, presenta el próximo jueves día 15 en la sede de la Sociedad General de Autores (SGAE) en Madrid, el libro-disco Totoyo Millares:la leyenda del timple, editado por la Fundación Autor.

"La idea era armar un libro para situar a Totoyo en el mapa, y subrayar qué es lo que ha supuesto para la música en Canarias", explica Manuel González. La publicación que ha llevado al músico dos años de trabajo a tiempo parcial, y que pese a estar terminada hace un año no se ha podido presentar hasta ahora, es "un homenaje que queda, independientemente de que se esté de acuerdo con lo que digo y argumento, porque lo que se pretende con este proyecto no es otra cosa que poner en su sitio su labor y trabajo".

La excepcionalidad de este trabajo, que tiene su punto de partida en otro homenaje y producción discográfica Las manos del maestro, donde participaron el malogrado José Antonio Ramos, Carlos Oramas y el propio Manuel González, todos alumnos suyos. Explica el autor del libro: "Teníamos una relación muy fluida con él. José Antonio hizo con él Las manos del maestro, producción en la que yo colaboré, Carlos Oramas estuvo allí también, luego llega la trágica muerte de José Antonio, hacemos el homenaje, y a partir de entonces es cuando me planteo incluir en el libro material audiovisual inédito que había recuperado del propio archivo de Totoyo Millares". Entre ese material inédito que se presenta aquí aparecen los primeros métodos que utilizó, vídeos con timplistas ya desaparecidos y otras grabaciones de los años 80.

Justicia

Dice González que el homenaje es un acto de justicia hacia quien despejó el camino para que el timple saliera de su entorno, y sus manos darle categoría solista, y en manos de sus alumnos más aventajados abrir nuevos surcos con lo que transmitir los palos del folclore a las nuevas generaciones, ponerlo a dialogar con las músicas del mundo, el jazz, el blues, el pop e incluso convertirlo en pieza de orquesta sinfónica.

"El timple canario no sería lo mismo sin Totoyo, es una realidad", sentencia González al valorar el legado del grancanario que puso en marcha a Los Gofiones en 1969, y que fundó igualmente la Orquesta Canaria de Timples. "Al contrario de lo que piensa algún que otro timplista de las Islas, Totoyo Millares no es un timplista cualquiera, y no porque yo lo diga, ni mucho menos, es el señor que inventa un modelo de lenguaje sobre un instrumento parrandero, dota al timple de un repertorio que no existía y que nace de la tradición, del conocimiento elegante de esa tradición".

Una impronta que cobra mayor dimensión cuando esto se produce, como recuerda González, "en el contexto de la transición española cuando se despierta un notable interés por las músicas periféricas y de raíz".

La leyenda del timple incluye el libro escrito por Manuel González con abundante material gráfico; el concierto de título homónimo celebrado en el auditorio Alfredo Kraus en diciembre de 2008, y extras como los ensayos, el rasgueo del maestro, y un CD de audio con diecinueve cortes a modo de tránsito de la historia de Totoyo, con un elenco de colaboradores que crecieron a su sombra.