El Pepe Dámaso más real, aunque también más desconocido, aparece reflejado a través de la figura del director italiano Luchino Visconti en la película Iter In Semet Ipsum. Dámaso (Viaje Hacia mí mismo. Dámaso) que su realizador, Miguel G. Morales, presentó anoche en el salón Dorado del Gabinete Literario y que éste ha considerado como el verdadero estreno del filme tras pasar de forma desapercibida por el Festival de Cine de Las Palmas.

El documental plantea un viaje del artista a Italia para buscar un cuadro que le vendió al autor de El gatopardo. "Aunque yo entiendo de cine, me dejé llevar por el equipo de rodaje, que no sólo ha demostrado su oficio en numerosas película que han sido premiadas, sino que manejaban muy bien las técnicas modernas", aclaró el propio artista. Un equipo formado por tres personas: Miguel G. Morales en el guión y la dirección; Jorge Rojas en la dirección de fotografía y edición, y Fabián Yanes en la música original.

El pintor señaló que "hemos hablado mucho antes de empezar el rodaje y ellos me entendieron perfectamente, por lo que en realidad el encuentro con la familia de Visconti es una reflexión estupenda sobre el arte, Venecia, la madurez y la identidad, sin olvidar mi experiencia con el cáncer", añade el artista de Agaete antes de la proyección.

El filme, que se realizó en 2009, fue patrocinado por la Obra Social y Cultural de CajaCanarias, y ha resultado ganador del Premio al Mejor Documental de creación en el Canarias MediaFest 2010, además de lograr una Mención Especial del Jurado en 42 Alcances de 2010 en Cádiz, e incluirse en la Sección Oficial Ischia Film Festival 2010.

Anécdota

El guión parte de una curiosa anécdota ocurrida en 1970 en Venecia cuando se desarrollaba la 35o Bienal Internacional de Arte, donde Pepe Dámaso participaba representando a España. En ese mismo momento Luchino Visconti rodaba su película Muerte en Venecia y aprovechaba para visitar la bienal, adquiriendo un cuadro del pintor de Agaete titulado Piedici. Ahora, casi cuarenta años después, Dámaso vuelve a Italia a la búsqueda de dicho cuadro y su encuentro con la familia del afamado director se convierte en realidad en un viaje hacia sí mismo. Así, el documental recorre Venecia, Roma, los jardines de Bomarzo, la Villa la Colombaia en la isla de Ischia, donde está la tumba de Visconti, y termina en Canarias. En Roma adquiere un protagonismo importante Nicoletta Mannino, sobrina de Visconti e hija del músico Franco Mannino, que conservaba el cuadro y parte de la música de su padre. En Ischia, Dámaso tiene puntos en común con la muerte y el final es un homenaje a André Bretón sobre el Teide.

Miguel G. Morales señala que con este documental "se conoce a un Dámaso diferente a su imagen pública, alejado de ese Dámaso serio y genial". El director destaca que el artista "se quedó en Canarias, pero su pasión y curiosidad hizo de catalizador de personajes y mundos importantes para la cultura de las islas". Morales añade que fue de los pocos artista que rodó películas, y "queríamos que no fuera el Pepe popular, sino hacerlo desde el punto más desconocido". Las reflexiones del artista son la principal temática de la obra, y la búsqueda del cuadro sólo el motivo de un viaje hacia el interior del propio artista. Pepe Dámaso habla sobre su relación con otros artistas como César Manrique, que estuvo también en aquella Bienal acompañando a Dámaso como amigo cercano, su amor incondicional por las Islas Canarias como espacio y objeto de su obra, o sus reflexiones sobre la niñez, el sexo, la vida o la muerte.