Después de veinte años alejada de los teatros, la joya secundaria del landismo y del cine del destape, Josele Román, se reinventa sobre las tablas con la obra Lifting, una sátira sobre la dictadura de la estética dirigida por Félix Sabroso y Dunia Ayaso. "Ahora, cuando interpreto, noto que voy cargadita y enriquecida por la experiencia", cuenta la actriz valenciana, que interpreta hasta ocho papeles diferentes durante la obra, "los actores, sin darnos cuenta, creamos un personaje a partir de todas las personas que hemos conocido".

Con un bagaje fílmico que atesora hasta 90 películas, el nombre de Josele Román figura en los créditos de infinitas comedias españolas, desde el landismo hasta el cine de la transición española y del destape. Maestra en el cine de humor de trazo grueso de la época, Román ha actuado a las órdenes de Alfredo Landa, Mariano Ozores, Vicente Escrivá o Pedro Lazaga, que se erigieron como los principales creadores del cine de la "españolada" durante las décadas de los 70 y 80. Entre papeles de criada provinciana, puta sin complejos o vedette, Román ha sido la actriz secundaria de lujo de filmes tan simbólicos como Vente a Alemania, Pepe; Aunque la hormona se vista de seda; y No desearás la mujer del vecino. "Me reía muchísimo haciendo de chacha o de putita pero me cansé de hacer siempre el mismo personaje", admite la actriz.

Después de que expirase la censura del franquismo en las pantallas, Román participó en una de las primeras películas del "cine quinqui", Chely, donde hurtaba coches junto a Nadiuska y Fernando Fernán Gómez, y también protagonizó el cortometraje de Pedro Almodóvar, Tráiler para amantes de lo prohibido. Sin embargo, su experiencia más hilarante tuvo lugar con el filme El señor está servido, dirigida por Sinesio Isla: "El hijo de Concha Velasco dijo en televisión que parezco Peter Sellers en El guateque", cuenta Román, "hago de una criada, llamada Basilia, que hace muchísimas barbaridades".

Primeros pasos

Los primeros pasos de Josele Román sobre el escenario fueron como bailarina de ballet en las óperas del Teatro de la Zarzuela, donde interpretó obras emblemáticas como La flauta mágica de Mozart o La Cenicienta de Rossini. "Yo no sabía dónde me había metido", cuenta la actriz, "de repente, me vi muy jovencita, sin ser profesional ni nada, nada menos que con Alfredo Kraus a mi lado, junto a todos los mejores de la ópera". Pero la actriz colgó sus zapatillas de baile a mediados de los 60 para unirse a la Compañía de Conchita Montes, con la que debutó sobre las tablas del Teatro Eslava de Madrid con la adaptación de la pieza italiana La dama de Maxims. "Yo hacía de una invitada provinciana que iba a una fiesta de sociedad y no paraba de meter la pata", cuenta Román, "la gente se fijó mucho en mí porque hacía muchas tonterías y el público no paraba de reírse".

Apenas tres años después, cumplió su sueño de convertirse en actriz de cine gracias al papel de Florita en la película Los pecados conyugales, que rodó en Valencia en 1968, a las órdenes de José María Forqué, junto a los actores Esperanza Roy y Juanjo Menéndez. Después comenzó el diluvio de papeles secundarios, que llovieron desde finales del franquismo hasta que el cine se abrió al sexo hacia comienzos de los 80, cuando Román se descabalgó del séptimo arte para sumergirse en su otra pasión, la música.

Desde los años de La Movida, Román ha integrado múltiples formaciones musicales de rock y heavy, desde Epidemia, con la que actuó en la discoteca Rock-Ola junto a grupos míticos como Peor Imposible o Almodóvar y McNamara, hasta el actual, Woman Free, una banda de heavy electrónico compuesta únicamente por chicas. "Antes no había ningún grupo de chicas y sigue sin haberlo, porque nunca se nos deja", explica Román, "a nosotras siempre nos dicen ´oye, es que esto es muy duro´, y yo pienso ´¿pero qué queréis, que seamos unas moñas?" La banda acumula cientos de temas, aunque ningún disco, entre los que destacan Caballo de metal , Melania y Telepatía, interpretados junto a sus compañeras Toñi y Marisa, "la mejor guitarrista de Europa", según Román. "Somos tías duras y, aunque nuestras letras son fuertes, también tienen mucho cachondeo", asegura, "aunque nunca hemos tenido a nadie que nos mueva, sabemos tocar y sabemos hacerlo, nos pongan donde nos pongan".

Sin embargo, reivindica su faceta de escritora como "la que mejor se me da, según mi gente". Vendió su primer guión de largometraje, Los nuevos curanderos, a la cineasta Isabel Mulá, en 1986, que logró buenas críticas en el Festival de Sitges. Además, acaba de escribir y estrenar el piloto de la serie musical Gente de fiesta, que contó con actores como Paco Manzanero, Malena Gracia y el cantante Raúl, pero que planea continuar después de la gira de Lifting. Precisamente el cine es la única asignatura pendiente de la incombustible Josele. "Estoy esperando a que me llamen del cine, donde se han olvidado un poco de mí", confiesa, "el otro día me encontré a Álex de la Iglesia en una discoteca y me dijo que a ver si trabajábamos juntos pero, con lo bruja que soy yo, ¡no me ha llamado para su película de las brujas!"