Davinia Suárez

Josep y Laura vivieron la misma historia de amor que muchos españoles, una de esas historias a las que la guerra civil puso fin y que se intentaron retomar tras la muerte de Franco, con el regreso de los exiliados en la España de la transición.

Sin embargo, la película de Pere Vilà deja a un lado la historia de amor mil veces contada, y se deleita en relataruna historia sobre la vejez y la soledad. El director catalán decide reproducir el angustioso paso de las horas en un geriátrico, en el que Josep convive con las últimas horas de su amada, profundamente afectada por el alzheimer. A través del eterno silencio, el paso de las horas y el escenario único del centro residencial, Pere Vilà muestra el abrumador peso de los años y de la memoria. Esa memoria histórica a la que el director se enfrenta cara a cara, esa memoria que inquieta a Josep desde los primeros instantes de la película con la noticia del descubrimiento de una fosa común, la misma que lleva a cuestas cuando vuelve a España y la misma que le lleva hasta el final de sus días.

Así, Vilà reproduce con precisión el estado de ánimo de los supervivientes, en blanco y negro y cámara en mano, con un estilo fílmico muy personal, y deja al descubierto las heridas que la guerra infligió en la personalidad de los combatientes, que siguen, años después, aún en la fosa.