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ópera

Inspirada en el poeta mártir

A pesar de la popularidad de 'Andrea Chénier', obra con la que se inaugura la 49ª Temporada de Ópera, pocos conocen la vida del personaje homónimo

André de Chénier. LP / DLP

La historia es desmemoria, el paso del tiempo relega al olvido a muchos personajes, pero esa omisión es imperdonable en el caso de quienes encarnaron el espíritu de su época y que deben ser estudiados si se quiere comprender el tiempo en que vivieron. Uno de ellos fue André Chénier, que lamentablemente fuera de Francia ha quedado reducido al título de una ópera, que ni siquiera es de las más representadas en la actualidad. Pero lo más grave es que la mayoría ignora que el personaje epónimo de esa obra musical fue un poeta poseedor de un estilo sensual y emotivo que lo convirtió en uno de los mejores representantes del neoclasicismo francés y uno de los precursores del romanticismo.

Nació el 30 de octubre de 1762 en Estambul, hijo de un comerciante de ropas languedociano que había llegado a ocupar un cargo diplomático en la capital del Califato Otomano, donde se había casado con Elisabeth Santi-Lomaca, hija de un anticuario y dragomán de esa ciudad, originario de la Isla de Quíos. Con tan sólo tres años de edad su familia regresó a Francia y permaneció en el país, a pesar de que su padre ocupó el cargo de embajador galo en el Reino de Marruecos. Su primera niñez transcurrió en Carcasona y luego en París, y pasó brevemente por el ejército al ingresar en 1783 como cadete en el regimiento de Estrasburgo.

Al año siguiente de su frustrada incorporación a la carrera militar, realizó un viaje a Roma, Nápoles y la por aquel entonces recién excavada Pompeya, que reforzó su amor por el mundo clásico y le hizo volver a París con la cabeza repleta de imágenes del pasado grecolatino y ambiciosos proyectos literarios que en su mayoría no llegaron a plasmarse en el papel. Los tres años siguientes los dedicó a estudiar y experimentar en el plano de la poesía con la fortuna de no ser apremiado por su familia para que se dedicara a otros menesteres más crematísticos. El resultado de ese trienio empleado en la experimentación lírica fueron unas églogas y poesías bucólicas que imitaban las obras de varios poetas griegos de la antigüedad, desde Teócrito, el fundador de la poesía pastoril, a Bión de Esmirna, el último representante de ese género literario en el mundo heleno.

Entre estos poemas primerizos el más famoso es "La joven de Tarento", que muestra a Chénier como mucho más que un mero imitador de la poesía clásica, ya que en sus versos se puede rastrear la influencia de varios vates antiguos, pero dentro de un marco original creado por él, con lo cual se ve que era capaz de inspirarse en la antigüedad, extrayendo de ella su estro y transformándolo. También desde su primera juventud había escrito poemas de carácter filosófico y didáctico, hasta el punto que desde 1783 tenía la ambición de condensar toda la Enciclopedia de Denis Diderot y Jean le Rond d'Alembert en un poema, como había hecho el filósofo romano del siglo primero antes de Cristo Tito Lucrecio Caro en su largo poema didáctico, De rerum natura, la mayor obra de la poesía romana. Si el poema de Lucrecio divulgaba la filosofía y la física atomistas que el filósofo Epicuro había tomado de su homólogo presocrático Demócrito, a su vez Chénier mostraba una gran influencia del filósofo británico Erasmus Darwin, lo cual no debe extrañar ya que seguía su empeño de "hacer versos antiguos sobre pensamientos nuevos".

En noviembre de 1787 un hecho lo aleja de la literatura por un tiempo, el nuevo embajador francés en Londres le ofreció ser su secretario, oferta que aceptó a pesar de no apreciar a los ingleses, contra los cuales había escrito amargas burlas, pero a pesar a lo cual permaneció en ese puesto tres años.

Mientras desempeñaba su cargo en la capital británica estalló la Revolución Francesa, y su hermano pequeño, Marie-Joseph, triunfaba en el teatro con su obra Charles IX, parodia del rey Luis XVI, lo que le llevó a regresar a su país en abril de 1790. Chénier era un moderado que abogaba por acabar con el absolutismo a través de una monarquía constitucional al estilo británico, con lo que pensaba que la revolución había consumado su finalidad. Por eso frecuentó el Club de los Feuillants nombre con que se conoce a los Amigos de la Constitución, grupo político de tendencia monárquica constitucional y por lo tanto opuesto al derrocamiento del rey Luis XVI, que se había originado como una escisión del sector moderado del Club de los Jacobinos, con la intención de contrarrestar la creciente influencia de los jacobinos republicanos entre los que se encontraba su hermano. Sus sesiones se desarrollaron en un antiguo convento de los Monjes Bernardos, lo que originó su nombre, ya que en francés se denominaba a estos monjes con el nombre de feuillants, derivado de feuille "hoja" por su régimen de alimentación estrictamente vegetariano.

En ese periodo colaboró frecuentemente en la publicación Journal de Paris, en el que demostró a través de sus incendiarias diatribas contra los jacobinos republicanos que su moderación en el plano de las ideas no se extendía a su escritura, manifestándose muy apasionado en la defensa de sus opiniones y arriesgadamente arrebatado al refutar las de los demás, lo cual como era de esperar le creó muchos enemigos. Su hermano le contestó en varias ocasiones en el periódico oficialista Le Moniteur Universel.

La insurrección del 10 de agosto de 1792 conocida como la "segunda revolución" porque puso fin a la monarquía de Luis XVI, también acabó con el Club de los Feuillants y el Journal de Paris. Chénier se salvó de morir durante las matanzas de septiembre, una serie de juicios sumarios y ejecuciones en masa que se desarrollaron a principio de ese mes, porque se ocultó. Mientras tanto su hermano iba escalando cargos en la política francesa hasta pasar a integrar la Convención Nacional.

La ejecución del rey, en favor de la cual había votado su hermano, fue la gota que colmó el vaso, situándolo totalmente en contra del proceso revolucionario, por lo que abandonó la capital y con la ayuda de Marie-Joseph se refugió en una casa de campo en Satory, un área boscosa al sur de la ciudad de Versalles que únicamente abandonaba cuando anochecía. En ese lugar escribió varios poemas entre los que destaca la delicada Oda a Versalles en la que se encuentran algunos de sus mejores versos. Su preocupación por la radicalización de la revolución le llevó a escribir una Oda a Charlotte Corday alabándola por haber asesinado al republicano Jean-Paul Marat.

Su retiro apenas duró un año, porque el 7 de marzo de 1794 dos agentes del Comité de Salud Pública (institución creada por Robespierre con el fin de perseguir opositores a la revolución) que buscaban a una marquesa fugada, entraron en el domicilio en el que Chénier se encontraba realizando una visita de cortesía. Al identificarlo lo llevaron detenido al Palacio de Luxemburgo, convertido en cárcel, y después lo trasladaron a la prisión de Saint-Lazare.

Estuvo encarcelado 140 días durante los cuales escribió los Yambos y el más célebre de sus poemas La joven cautiva que dedicó a la aristócrata Aimée de Coigny también detenida en Saint-Lazare. Su cada vez más influyente hermano hizo todo lo que pudo por liberarlo, pero sin resultado.

Dos años antes, el diplomático español José Ocáriz había recibido el encargo del rey Carlos IV de España de solicitar a Francia el indulto de Luis XVI, porque además de estar emparentados por vía paterna al ser borbones, las madres de ambos monarcas, María Amalia de Sajonia y María Josefa de Sajonia, eran hermanas. Para salvar la vida del desventurado primo del rey de España, Ocáriz trató de comprar los votos de los diputados franceses durante el juicio al monarca. Se ha afirmado que Chénier guardaba la lista de los miembros de la Convención Nacional que habían aceptado los sobornos de Ocáriz, que éste se la habría entregado antes de abandonar Francia el 7 de marzo de 1793 con lo cual muchas personas querían eliminarlo. Por eso fue condenado a muerte por el tribunal revolucionario por haber "ocultado los papeles del embajador español".

Con tan solo treinta y un años fue mandado ejecutar y la sentencia se efectuó al atardecer del 25 de julio de 1794, en el que junto a una princesa de Mónaco fue conducido en una carreta hacia la guillotina de la Plaza de la Nación donde ambos fueron ejecutados. La leyenda cuenta que su hermano le abandonó y sus enemigos le gritaban desde entonces "¿Caín, dónde está tu hermano?", pero la verdad es que hasta el último momento Marie-Joseph trató en vano de salvar su vida.

Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Picpus, el mayor camposanto privado de París, creado durante la Revolución Francesa por encontrarse a pocos minutos de la Plaza de la Nación. En él yacen otras 1.305 víctimas ejecutadas entre el 14 de junio y 27 de julio, lo que significa que se llegó a guillotinar a cincuenta y cinco personas por día y que Chénier fue uno de los últimos mártires de la época conocida como El Reino del Terror, ya que Robespierre fue detenido dos días después y guillotinado al día siguiente poniendo fin a ese sangriento periodo.

Como Lord Byron o Federico García Lorca, su trágica muerte dotó a su biografía de más fuerza poética que su propia obra, hasta el punto de deformar su recuerdo. Como resultado de esta mitificación se ha llegado a afirmar que su defunción privó a Francia del que podía haber sido uno de sus más insignes poetas y también es un lugar común considerarlo el precursor del romanticismo francés. Para hacer honor a la verdad es indudable es que su poesía anuncia el mundo sentimental y melancólico propio de la poesía romántica, pero es exagerado considerarlo un romántico avant la lettre.

Sorprendentemente su influencia ha sido mayor en la literatura rusa (Pushkin compuso una elegía sobre las últimas horas del poeta) y especialmente en la inglesa, ya que a pesar de que en ocasiones sus versos son muy ampulosos, poseen ese amor por la naturaleza tan admirado en la poesía inglesa, lo cual junto a su similitud con los poetas ingleses Percy Bysshe Shelley, en su ardor político, y John Keats, en su nostalgia por la antigüedad griega, le ha llevado a ser más apreciado en el Reino Unido que en su país de origen, lo cual demuestra una vez más la veracidad de la sentencia bíblica adoptada en nuestro refranero que afirma que nadie es profeta, en este caso poeta, en su tierra.

A este respecto debemos señalar que en la literatura en lengua española tuvo a su mayor valedor en el poeta nicaragüense Rubén Darío quien en una entrevista declaró: "desearía para nuestra literatura un renacimiento que tuviera por base el clasicismo puro y marmóreo en la forma, y con pensamientos nuevos; los de Chénier, llevado a mayor altura: arte, arte y arte".

Como ocurriría con Lord Byron, se convirtió en fuente de inspiración de numerosas obras teatrales, cuadros y poemas. Entre todas estas creaciones que explotaron el lirismo de la figura del poeta mártir destaca principalmente el Epílogo de René François Armand Prudhomme, poeta francés de la escuela parnasiana galardonado con el premio Nobel de Literatura, parte de la novela filosófica Stello (1832) de Alfred de Vigny o la estatua La Musa de André Chénier (1888) de Denys Pierre Puech. Pero entre todas estas creaciones destaca la ópera que lleva su nombre.

El verismo fue una tendencia literaria surgida en la Italia decimonónica finisecular caracterizada por sus tramas sórdidas y que tuvo su reflejo en el género operístico. En este campo una de sus obras clave es Andrea Chénier, con música de Umberto Giordano y libreto en italiano de Luigi Illica, "un drama histórico", según la definió Giordano, en cuatro actos, basado en la vida y muerte del poeta que al modo verista combina el drama pasional con la intriga política. Esta no sólo constituye la ópera más famosa de Giordano, sino la única que aún hoy está en el repertorio operístico estándar. Uno de los motivos de su popularidad es el papel del tenor principal, dotado de un lirismo dramático esplendido, especialmente en las cuatro arias y ariosos Un di all'azzuro spazio, Io non amato ancor, Si, fui soldato y Come un bel di di maggio y en su dúo con el soprano cuando van a hacer frente a la muerte.

Este repertorio suministra a un cantante competente muchas oportunidades para exhibir su talento, prueba de ello es que el éxito del tenor italiano Giuseppe Borgatti en el papel de André Chénier en el estreno en la Scala de Milán, el 28 de marzo de 1896 lo situó rápidamente entre los tenores más importantes de su país. Curiosamente Borgatti reemplazó en el último momento a Alfonso Garulli, que había sido abucheado en el mismo teatro días antes, por lo cual tuvo que aprender su repertorio en tan sólo seis horas. Sin embargo, la ópera es más conocida por un aria de la heroína soprano, Maddalena di Coigny, titulada La mamma morta, que es cantada en el tercer acto.

Maddalena di Coigny es la combinación de diferentes mujeres que conoció André Chénier. Es evidente que toma su apellido de Aimée de Coigny, su musa en la prisión de Saint-Lazare a quien dedicó La joven cautiva, que constituye un canto a la vida que posiblemente inspirase el dúo final entre el tenor y el soprano. Por su parte el personaje de Carlo Gérard, un criado revolucionario interpretado por un barítono dramático, que cumple el papel de exaltado, pero con buenas intenciones y realiza una brillante carrera política, está basado en su hermano Marie-Joseph Chénier. Su amigo Roucher, interpretado por un bajo o un barítono está basado en su colega el poeta Jean-Antoine Roucher, también guillotinado el mismo día y enterrado en el cementerio de Picpus.

Esta es la quinta ocasión en que los Amigos Canarios de la Ópera programa Andrea Chénier. La primera fue el 28 de marzo de 1973 y desde entonces el público grancanario ha podido disfrutar de ella en otras tres ocasiones. En esta cuarta oportunidad esperamos que el tenor tinerfeño Jorge de León en el papel protagonista, la soprano italiana Daniela Dessi interpretando a Maddalena di Coigny, el barítono ruso Sergey Murzaev dando vida a Carlo Gérard y el también tinerfeño Jeroboám Tejera como Roucher nos trasladen a una historia tan real como épica.

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