Hay quien considera que la mejor forma de conocer una cultura es por sus platos típicos. De ser verdad, se trata de la manera más placentera y distendida de entrar en contacto con otra forma de vida. Pero si nos referimos a una civilización tan exótica y diferente a la nuestra como es la nipona, entonces la exploración culinaria se vuelve doblemente atractiva no sólo por lo delicioso de las degustaciones, sino porque accedemos a uno de los momentos de la vida diaria de los japoneses que suelen hacer de manera más reservada.
No en vano Paseos de un gourmet solitario, de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi, es la continuación, dieciséis años después, del exitoso cómic El gourmet solitario, pero aquí el periplo, dividido en trece ingestas de alimentos en lugares diferentes, también nos lleva a saborear comida peruana o francesa, de modo que la aldea global resulta una mezcla de sabores africanos, europeos y asiáticos en un cóctel cuyas descriptivas viñetas en blanco y negro deleitarán a los amantes del manga costumbrista, pero no dejará al resto indiferente. Se recomienda la lectura después de comer, porque la historia abre el apetito.