Esta exposición tiene el mismo nombre que la que ha exhibido en Madrid y Tenerife pero no exhibe las mismas obras ¿Cuál es la diferencia con aquellas?

El núcleo de las tres muestras es el mismo, aunque varíe parte de las obras que se exponen. Todo es el resultado del último año de trabajo que ha tenido como nexo en común la indagación en torno a una revista homónima editada en Tenerife en 1927, por Juan Manuel Trujillo Torres, Agustín Espinosa, Ángel Valbuena Prats, Pedro de Guezala. Esto me ha servido como excusa para recorrer gráficamente los diferentes puntos geográficos donde mi obra se ha expuesto, concretados en la serie de treinta collages que presento en esta ocasión. Junto a ellos se exponen diez telas, algunas de gran formato y que de alguna forma recrean y revisan la portada de esta revista, obra de mi admirado Pedro de Guezala.

¿Qué supone "La rosa de los vientos" en sus más de cuarenta años de carrera?

Cuando el director de S/T Espacio Cultural, me invitó a exponer esta temporada en su galería me pareció interesante mostrar La rosa de los vientos porque me permitía enseñar en nuestra ciudad una exposición que de otra forma no sería posible ver. A la vez obedece a la propia naturaleza de su nombre, que al fin y al cabo nos indica los diferentes caminos que mi trabajo profesional ha tomado a lo largo de estos cuarenta y pico años de profesión. En definitiva es una nueva oportunidad de mostrar mi trabajo.

¿Está de acuerdo con quienes clasifican como neoexpresionista?

En el fondo me da igual, yo debo ser una especie de esponja que absorbe todo lo que le gusta, en ocasiones me han dicho neoexpresionista, en otras neofigurativo o hasta surrealista, simplemente en estos años he querido hacer lo que sabía lo mejor posible y ser honesto conmigo mismo y con mi trabajo. Lo que queda es el fruto de más de cuatro décadas de plantearme lo que soy y cómo hacerlo plásticamente, a los demás les queda el derecho de clasificarlo como quieran, desde el momento que lo expones públicamente.

Sin embargo siempre ha rechazado ser encuadrado en la Generación de los setenta del arte canario.

Realmente es que nunca he entendido esta clasificación académica y gratuita, lo único que me ha unido a la Generación de los setenta es la edad, que varios fuimos compañeros de escuela y coincidimos en múltiples exposiciones, pero no me considero cómplice ni deudor de muchas de las premisas que a mi entender han movido la obra de algunos de ellos. Por ejemplo en 1976 muchos firmaron una declaración pública de principios e intenciones en defensa de la cultura canaria que fue conocida como El manifiesto de El Hierro en el que se realizaban referencias al africanismo, pero hubo quien después se arrepintió y adujo haberse encontrado en cierto estado etílico, sin embargo yo no sólo no lo firmé, sino que junto a otros, como los hermanos Zaya, me opuse frontalmente.

Me parece que mi obra está más cerca de Pedro González o de Óscar Domínguez que de Juan José Gil, uno de los firmantes.

¿A qué se debe que su obra sea tan conceptual presente una gran disparidad visual entre sí?

Me imagino que obedece a mi carácter introspectivo y nada tribal. En mi estudio paso muchísimas horas del día dándole vueltas a ideas que van fluyendo, en ocasiones con mucha premura y otras más lentamente, esto deriva en una especie de caos visual que dura cierto tiempo. Al final lo que sale del estudio es una amalgama de conceptos que toman la forma que me parece más adecuada para cada ocasión y que se traducen en las diferentes etapas de mi trayectoria.

Siempre me he propuesto hacer en cada momento lo que realmente me apetecía, cuando elegí esta profesión lo que realmente me interesaba de ella era una necesidad ineludible de decir lo que quería y a ser posible de la manera más personal.

¿Qué simbolizan figuras tan dispares como los rinocerontes y las mariposas?

En concreto es algo que no sé exactamente. Cuando preparé para el Centro Atlántico de Arte Moderno una de las salas que se llamó "cueva de guanches" hice una reflexión plástica sobre el cua- dro del mismo nombre del pintor surrealista Óscar Domínguez, pretendía hablar de los contra-rios, de lo viril, la fuerza, lo primitivo, la bestialidad simbolizada en la figura del rinoceronte y lo efímero, lo sutil, la belleza de lo femenino, la fragilidad, la levedad del ser, sugerida por las mariposas, sin pudor creo que el resultado era a la vez inquietante pero de una enorme belleza.