¿Por qué los textos escolares no tratan la vigente Ley de Amnistía de octubre de 1977? El abordaje de contenidos traumáticos de la historia reciente de España, es decir, de pasados en conflicto, tiene que hacernos reflexionar a los docentes, a instalar el debate en el aula y a hacer partícipes a los jóvenes sobre cuestiones socialmente controvertidas del pasado que aún tienen consecuencias directas sobre el presente de cada comunidad.

¿Es la Ley de Amnistía de octubre de 1977, preconstitucional, una justificación de la "reconciliación" o un aval de impunidad? ¿Su tratamiento en los textos escolares pone en evidencia un doble discurso respecto a los Derechos Humanos? Tenemos por un lado, la vigencia de esta norma, que perpetúa el delito y obstruye la búsqueda de verdad y justicia contra el olvido; y, por otro, políticas educativas que promueven la transmisión de valores democráticos y el respeto de los Derechos Humanos.

Siempre al abordar la didáctica sobre una problemática, en este caso en particular, me pregunto: ¿Por qué tratar la Ley de Amnistía de octubre de 1977? ¿Por qué considero relevante su tratamiento en el aula? ¿Qué información útil nos proporciona para abordar problemáticas en la actualidad? La escuela tiene, entre otras tareas, la responsabilidad de transmitir y divulgar enunciados públicos que garanticen la defensa de los Derechos Humanos Universales. El problema es que al haber un doble discurso en el marco jurídico español, dado que hay enunciados jurídicos que avalan la perpetuidad del delito y al mismo tiempo se avalan los Derechos Humanos Universales, se difumina la línea divisoria entre autoritarismo y democracia.

Si queremos construir más democracia se requiere una legislación coherente en relación a la defensa de los Derechos Humanos. Es imprescindible un marco jurídico que avale el trazado claro entre democracia y autoritarismo. Los enunciados jurídicos, al ser contradictorios, hacen que los límites al disenso admisible sean difusos. Esta legislación hace que los docentes no tengamos un soporte claro de legitimidad que la aparte de la mera opinión, y funcione como criterio de amplitud para aceptar disensos.

Es decir que los docentes, como representantes del Estado de Derecho ante las jóvenes generaciones, no tenemos garantías claras para poner límites a las discusiones que se pueden desarrollar en el aula. Sin embargo sí tenemos margen de acción para pensar que otros escenarios sociales pueden construirse desde adentro hacia fuera.

Los docentes no tenemos por qué dejar el diseño curricular. Solo lo flexibilizamos y actualizamos con hechos de la realidad cotidiana, como por ejemplo en la propuesta Sembrando memoria en el aula, construida a partir de los testimonios de Pino y Balbina Sosa, que ya ha sido acogida en dos institutos públicos de Las Palmas. Pino y Balbina, primas hermanas, son presidenta y vicepresidenta respectivamente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Arucas. Sus vidas comienzan a tener protagonismo de lucha por la memoria, la verdad y justicia a partir del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, cuando sus padres fueron sacados de sus casas, detenidos y torturados. Un año después, el padre de Pino no regresó a casa. Desde su desaparición, Pino comenzó el periplo de las familias Sosa, como de tantas otras, por encontrar el paradero de los restos de sus familiares. Con el advenimiento de la democracia, después de casi 40 años de dictadura, hasta el presente, ambas primas continúan su andar con el mismo espíritu de lucha que motivó la causa por rescatar y dignificar la memoria.

Desde mi experiencia tengo la convicción de que la escuela es un espacio para propiciar el diálogo de memorias. La escuela, interviniendo, rompe silencios, genera nuevas posibilidades de escucha, amplía el círculo del recuerdo, construye nuevos puentes entre el pasado y el presente. Las nuevas generaciones, con sus planteos y argumentaciones, provocan preguntas que fisuran los relatos canónicos.

Argentina fue pionera en América Latina en juzgar y condenar a los responsables de las violaciones de los Derechos Humanos durante la última dictadura militar que allí se desarrolló entre los años 1976 al 1983. Hoy en Argentina es impensable, tanto desde lo legal como desde lo social, la mera posibilidad de exaltación de la figura de un golpista. El término acuñado para expresar este repudio fue: Nunca Más. En España, a diferencia de Argentina, la vigencia de la Ley de Amnistía de octubre de 1977 sustenta el Nunca Más como antónimo de justicia. Es decir, por ley se establece el olvido de los hechos traumáticos del pasado y la imposibilidad de juzgar los crímenes del franquismo.

Las propuestas educativas deben tener como objetivo instalar el debate en el aula sobre cuestiones que pongan de manifiesto los mensajes contradictorios de la legislación vigente. Debate imprescindible para poder avanzar democráticamente. ¡Es cuestión de atreverse!

Ante la presencia en las aulas de jóvenes de distintas nacionalidades, propongo que retrabajen el caso español e investiguen sobre los procesos de desmemoria de sus países de origen. Es una tarea muy gratificante cuando vemos que los alumnos reflexionan sobre su producción y para ello es imprescindible sentirse tocados, para intervenir de modo consciente. Se apropian, se implican, porque se les generan los espacios para poder tomar decisiones y poder resignificar lo aprendido en otros ámbitos de la vida cotidiana.

La posibilidad de que se diseñen políticas públicas, que avalen el trazado bien definido entre democracia y autoritarismo, dependerá en buena medida de la legitimidad que le aportará la educación. De ahí el interés de poner el acento en el proceso educativo.

(*) Inés Willi es una historiadora de origen argentino residente en Las Palmas. Trabaja actualmente sobre cómo enseñar pasados en conflicto en el aula, haciendo el paralelismo entre la última dictadura militar en Argentina y la dictadura franquista.