Con sus 75 años, Carlos Giménez atraviesa un momento especialmente introspectivo. Así lo reconoce el propio historietista madrileño en los prólogos de las dos últimas obras que acaba de publicar. La primera, Crisálida, se centra en las reflexiones que el autor de Barrio tiene con su amigo Pablo y que desprenden un tono agridulce sobre el inminente fin de la vida. Giménez aborda el tema con la suficiente cautela y elegancia como para no caer en lo melodramático en ningún momento, aunque su estilo desprenda más desesperanza que nunca. La segunda es la séptima entrega de Paracuellos, titulada Hombres del mañana. En esta ocasión, Giménez ha querido desvincularse del drama de los niños del Auxilio Social para centrarse en sus ilusiones y deseos. Pero no puede evitar incluir, como siempre, un surtido de escenas extremas y angustiosas.