El dibujo como el arte de domar la memoria, el espacio y el tiempo, e incluso, como forma de desdibujarse y recartografiarse en el propio dibujo domado. El artista grancanario Paco Guillén explora, cuestiona y revela su propia relación con el dibujo en una muestra multidisciplinar basada en aproximaciones que construyen y deconstruyen el lenguaje plástico a través de distintas narrativas y soportes, como la intervención mural, la videoanimación, la experimentación gráfica o el propio dibujo.

El Centro de Arte La Regenta exhibe este proyecto artístico hasta el próximo 12 de enero bajo el título doma, puesto que refleja "el esfuerzo del artista por domar el dibujo y domesticar a ese animal salvaje", apunta Omar-Pascual Castillo, comisario de la muestra. El conjunto de la propuesta se enraiza en los orígenes personales y creativos del artista pero, sobre todo, interpela a un contexto social sometido a la maquinaria y al black mirror desde un prisma analógico o artesanal. doma ve la luz por primera vez en Gran Canaria, si bien una parte de la muestra se expuso el pasado febrero en el Museo del IES Cabrera Pinto, en Tenerife, toda vez que Guillén atesora un notable recorrido internacional en museos, galerías y bienales en Berlín, Pekín, Milán, Dakar o La Habana.

Sin embargo, el apartado inédito de esta muestra, que exhibe la planta baja de La Regenta, conecta con la geografía sentimental del artista, radicada en el sur de Gran Canaria. Esta pieza -compartimentada en tres partes, pero que constituye una sola obra- se fraguó a lo largo de dos años y gravita sobre el barranco de El Veril, en Maspalomas, donde el Tribunal Superior de Justicia de Canarias autorizó el pasado julio la construcción del parque acuático Siam Park. "Cuando era niño salía mucho a jugar a ese barranquillo detrás de mi casa, que era el último reducto que quedaba de esa zona de Maspalomas", reveló Guillén. "Ahora, ese espacio va a modificar su orografía para convertirse en otra cosa, así que quise regresar y trabajar con él".

El artista aprehende este paisaje de la memoria en una serie de piezas de gran formato plasmadas en una intervención mural site-specific, un mapa y dos obras creadas mediante la técnica del frottage (frotado), arropados por la documentación del proyecto que revela el making-off. "El artista hace una captación del paisaje a partir de una lógica invertida, porque siempre pensamos el paisaje de forma horizontal, pero el artista, como en la fotografía, se sitúa detrás, no delante", señala Pascual Castillo.

Así, el barranco de El Veril se reproduce en una de las paredes de La Regenta como una gran isla confeccionada con tierra real del propio barranco o, en la pared contigua, como un mapa del barranco frotado con trazos. El artista también recrea mediante el frottage la silueta del perro que coronó el antiguo canódromo de Playa del Inglés. "En este punto, Guillén revela su preocupación por el contexto de las nuevas tecnologías y nuestra inmersión en la pantalla, para interrogarnos: ¿Qué sucede si dejamos de tocar las cosas? ¿O de tener relación con los sonidos y los olores? Esta pieza reivindica el tacto del frottage, el olor de la tierra, la memoria del documento", señala Pascual Castillo, para quien Guillén "niega la tecnología con una pretensión manual obsesiva, pero sin dejar de estar en su tiempo".

La planta superior reúne alrededor de 200 piezas, creadas a lo largo de seis años, que orbitan en torno al interrogante de "qué es dibujo y qué no", apunta Guillén. Una de las piezas refleja una serie de naturalezas muertas a modo de "dietarios" vivos que el artista define como "no still life". "Mi idea era concebir una serie de bodegones, tema clásico en la pintura, que evolucionara a través del tiempo", explica, "por eso, he utilizado el papel fotográfico analógico, porque me permite dibujar y desdibujar en él, mientras la propia pieza sigue evolucionando en función de cómo incida la luz en ellas". El comisario puntualizó que "estas piezas eran blancas en Tenerife y hoy ya han cambiado de color", a lo que Guillén respondió: "que la pieza no sea hoy igual que mañana refleja muy bien cómo entiendo el dibujo".

Otra de sus experimentaciones gráficas se basa en invitar a una bailarina a taconear sobre una plancha xilográfica, que Guillén inmortaliza en un vídeo y reproduce en varios dibujos hasta que se difuminan sus huellas. Luego, otra de las piezas esboza el contorno de esculturas clásicas del arte tradicional europeo en un collage con bolsas de plástico, que ilustra las contradicciones de nuestro tiempo.

"La exposición es una vuelta a los orígenes en cuanto a que estoy constantemente revisitando mis forma de hacer en torno al dibujo, sobre todo, a partir del error, que es una transgresión de la norma que me interesa mucho a la hora de dibujar", revela Guillén al ser interrogado por el alcance de su primera exposición retrospectiva en su tierra natal. "Pero esto son planteamientos que me hago no sólo como hacedor de la obra, sino como espectador del contexto social, porque mi trabajo expresa en gran medida lo que pienso. Y yo creo que el arte, por lo general, siempre tiene un condicionante político, porque es una toma de postura".