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Entrevista | Nacho Cabrera

"La mayoría pide montajes con los que no tiene que pensar"

"La batalla entre Clara Campoamor y Victoria Kent es la de las izquierdas, la lucha de dos mujeres progresistas", reseña el director de teatro

Nacho Cabrera, director de la obra 'Las raíces cortadas'. J. PÉREZ CURBELO

Nada menos que Victoria Kent y Clara Campoamor en escena. ¿No es un reto muy difícil la dramatización de sus ideas?

Pues sí, pero yo creo que lo más difícil fue que lo escribiera su autor Jerónimo López Mozo, uno de los más importantes y prolíficos de este país. Me pidió que representara una de sus obras y yo no quería que tuviera muchos personajes como él solía hacer, así que me propuso Las Raíces Cortadas con sólo dos actrices. Al ver la lucha encarnizada de dos mujeres por conseguir el voto femenino en aquel momento histórico de los años 30 del siglo pasado, parece algo lejano, pero en realidad fue ayer. A mí me encantó la idea, no tanto por el debate del voto femenino en sí sino por cuántas luchas quedan por hacer de igual o mayor magnitud, probablemente. En la obra te encuentras a ambos personajes contándonos un proceso histórico, pero que, en definitiva, lo que nos quieren explicar es todo lo que queda aún por hacer.

Casi un siglo después de la España Republicana, ¿aún podemos aprender de su discurso feminista?

Absolutamente. Además hoy está más vigente que nunca. La batalla entre Clara Campoamor y Victoria Kent es la de las izquierdas, la lucha de dos mujeres progresistas que se enfrentaron por estrategia más que por el objetivo final, porque aunque Campoamor decía que la mujer debía tener ya el voto, Kent pensaba en esperar un poco debido al proceso histórico y social en que se encontraban las mujeres donde estaban todavía debajo de las faldas de los curas que eran de derechas y les iban a decir lo que tenían que votar. Fue un proceso histórico entre iguales que buscaban el mismo objetivo. Se trata de algo que todavía estamos viviendo, como al referirnos a la atomización de las izquierdas en el Parlamento nacional. Mientras nos encontremos en esta situación no acabaremos de avanzar en derechos sociales, etc.

El dramaturgo López Mozo ha trabajado la obra con cinco encuentros de ambas mujeres. ¿Consigue intensidad dramática a partir de la fuerza del diálogo?

En honor a la verdad ellas sólo se ven una vez en la vida. Se encontraron en el Parlamento. No se tenían mucho afecto porque eran dos parlamentarias muy correosas en cuanto al debate. El resto de los encuentros que plantea Jerónimo López se producen a partir de la noticia de la muerte de Clara Campoamor. Su espíritu es quien visita a Victoria Kent y se dedican a debatir todo lo que no hicieron en su momento, desde la proximidad de esta última a la monarquía hasta los procesos que llevaron a cada una a exiliarse.

Victoria no quería el voto femenino antes de su liberación de la total dependencia del hombre, pero Clara luchaba por el voto sin más espera. ¿Cuál de ambas tenía mayor razón?

Personalmente apoyo más a Clara porque los derechos no pueden esperar. Es cierto, de todas formas, que el planteamiento de Victoria era a largo plazo, es decir, lo que ganemos ahora que no lo perdamos por el proceso histórico en que se encuentra la mujer, un momento en que el analfabetismo era brutal, el grueso de las mujeres soportaba la cerrazón de la Iglesia y de la derecha. Con que el cura o su marido las obligaran a votar a un lado u otro lo iban a hacer.

Hoy en día la lucha feminista parece estar alcanzando sus objetivos, pero queda mucha gente que lo ignora. ¿Qué se puede hacer para la conquista final de la igualdad?

Te hablo desde el punto de vista de un hombre. Todo lo que queda por hacer es un proceso educativo brutal y concienciar. La educación comienza en casa, desde a quién le toca fregar los cacharros hasta a quién le toca hacer la cama. Nuestras madres podrán ayudar poco porque ya vienen contaminadas de una herencia anterior. Serán las nuevas generaciones con una nueva educación las que ayuden a cambiar las cosas. Montajes teatrales como este van a contar que esa es la radiografía de un momento, pero que no significa que hoy en día ya lo hayamos conseguido todo. Hay que seguir ahondando en ese proceso futuro. Yo sentaría las bases en la educación, en los colegios, institutos y en planes específicos.

En el mundo actual, ¿hay alguna líder que pueda compararse a Victoria o Clara?

Si tuviera que poner la mano en el fuego por una líder de futuro lo haría por Ahed Tamimi, la adolescente palestina que se enfrentó a las tropas israelitas y que ha sido detenida con sólo 17 años. Sobre todo, destacaría a mujeres de países sin derechos que son capaces de rebelarse porque lo tienen más difícil que las occidentales, de sociedades más avanzadas a quienes no matan si se rebelan.

Como director, usted seguramente tiene que sudar para conseguir la tensión teatral. ¿Cómo se lo plantea?

Muchas veces monto lo que me gustaría ver, sin olvidar al público. Pero si siempre pensara en el público haría obras más ligeras, comedietas fáciles u otro tipo de trabajos que no estoy dispuesto a realizar. La gran mayoría de los espectadores piden montajes con los que no tienen que pensar. Van a los auditorios y se desconectan. Yo monto, lo que entiendo que hay una parte del sector teatral que debe cubrir ya que somos pocos los que montamos textos socio políticos de esta manera. Por otra parte me gusta dejar mensajes que queden, que una vez se salga del teatro se siga comentando lo que se ha visto, lo que ha provocado el espectáculo, no sólo si gustó o no.

La obra de López Mozo, ¿es ideológica, política o pura reivindicación de derechos humanos?

Creo que engloba todo eso. De lo que huye López Mozo es del panfleto y me parece maravilloso. Uno puede ser reivindicativo, contar las cosas, ser combativo, pero hablamos de arte. Esto no se puede convertir en un espectáculo panfletario. Como arte hay que narrar con cierta poesía y lirismo aunque se aporte el rigor histórico también.

Cuenta con dos magníficas actrices nuestras: Marta Viera y Nati Vera. ¿Qué tal responden al gran reto de hacer revivir a dos mujeres míticas en la lucha por la igualdad?

Maravillosamente, es más, nosotros cuando nos planteamos hacer este espectáculo no efectuamos castings, ya sabíamos que Marta y Nati iban a ser las elegidas. Cuando nos sentamos por primera vez a leer la obra no les asignamos un papel a cada una, pero ellas mismas vieron en el que más encajaban y los debates que se plantearon luego se extrapolan también a la escena. Yul Ballesteros, uno de los referentes del jazz canario, pone la música en vivo del espectáculo con una guitarra eléctrica.

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