El frío noviembre neoyorquino no asustó al público del Atrium del Lincoln Center, uno de los espacios que gestiona una de las más relevantes instituciones culturales privadas de la Gran Manzana. Más de tres centenares de personas de diversas nacionalidades, en una mezcolanza de anglos, peruanos, puertorriqueños, cubanos y algunos canarios residentes en Manhattan, se acercaron hasta la calle 63 para disfrutar de una banda y una cantante, Mestisay y Olga Cerpa

El idioma no fue una barrera para los angloparlantes, público fiel de las numerosas actividades que acoge el Lincoln Center diariamente, porque la cantante canaria es una artista con mayúsculas y supo llevar a los que estábamos presentes en su concierto a un estado de complicidad que no decayó durante toda la actuación.

Es esta cantante una mujer con una fuerza escénica que te arrastra hacia ella, con una vocalización exquisita y una garganta que nos hace soñar con sus lejanas islas, que imaginamos tan cálidas y bellas como su voz y su presencia física. Cerpa se acompaña por una banda de músicos con un concepto acústico muy acentuado, lleno de colores de guitarras españolas y de una poderosa percusión étnica. Destacan de manera especial, por su virtuosismo, el joven guitarrista Hirahi Afonso, quien también tocaba el instrumento típico de Canarias, el timple, de forma magistral; y el saxofonista y clarinetista, Juan Carlos León Mosco.

Todo está engarzado en una delicadeza instrumental que ayuda a que su cantante regale joyas a ritmo de baladas, que suenan a habaneras o canciones con estribillos rabiosos. Muchos de los asistentes de origen latino nos sentíamos cómodos y representados en el sonido y las canciones que presentaron a lo largo del concierto Olga Cerpa y su banda, con canciones que iban desde la melancolía de ambientes atlánticos hasta la alegría de ritmos que tenían colores africanos mezclados con acentos de América.

El final del concierto fue una sandunga de fiesta: el público bailando y cantando, puesto en pie y obedeciendo a la generosa entrega de Olga Cerpa y Mestisay, que trajeron un mundo de colores y vida hasta Manhattan. Un compatriota puertorriqueño seguidor de estos canarios recordaba lo que decía un jibarito: "Nos revolcamos en el colchón de la alegría viendo ese espectáculo de primera". Muchas felicidades a los gestores del Lincoln Center y al Word Music Institute de Nueva York por haber incitado a que conozcamos en directo a estos excelentes artistas, lindos embajadores de su tierra, por estos lares.