José María Sanz, Loquillo (Barcelona, 1960) es un superviviente del rock. Parte de la generación a la que tocó resituar, encarrillar y dar categoría en los años en que el rock y pop nacional buscaba su identidad, más allá de modismos de mercado y tendencias, ha mantenido un discurso acorde a sus convicciones artísticas, y al inevitable paso de los años. "He vivido siempre de acuerdo a mi edad, hice lo justo en el momento que me tocaba", razonaba Loquillo en una entrevista reciente a este periódico con motivo de la gira que lo trajo de nuevo a las Islas.

A otros de su generación se les podría aplicar la certera afirmación de Lemmy Kilmister, el que fuera líder de Motorhead, fallecido en diciembre de 2015, sobre la longevidad de los artistas, y la conveniencia de seguir en activo: "Si piensas que eres demasiado viejo para el rock and roll, entonces lo eres". Una máxima que no se cumple en el caso del barcelonés. Está en forma, por si quedaba duda.

Este viernes por la noche el espigado rockero volvía a pisar el pabellón Gran Canaria Arena en la recta final de la gira del 40º aniversario, primera de las dos fechas canarias en su agenda, y con la mirada puesta en el fin de fiesta en Barcelona la próxima semana. "Este viernes celebraremos cálidamente nuestro 40 aniversario en Las Palmas y a ritmo de rock", anunciaba la cuenta del artista en Twitter. Este viernes en Gran Canaria y el sábado en el Pabellón Santiago Martín, en La Laguna, dos directos con los que el festival Mar Abierto 2018 clausura una temporada que ha tenido de protagonistas a Luz Casal, Alberto Cortez, Pablo Milanés, Dani Martín, Daddy Yankee y Luis Fonsi, entre otros.

Los caprichos de la cartelera de conciertos en la Isla han posibilitado que Loquillo repita en 2018, también en Mar Abierto, después de haberlo tenido en este mismo y festival el 30 de junio de 2017 con la gira 'Salud y Rock and Roll'. El repertorio de entonces y el de ahora, no difiere en exceso: la secuencia es otra, pero el grueso de las canciones que forjan su identidad, permanecen.

Este tour de Loquillo conmemora y reivindica cuatro décadas de compromiso con el rock and roll. Eso es lo que buscaba el público, y fue lo que se encontró. "Recuperando fuerzas para afrontar la recta final de nuestra gira 40 Aniversario. Está siendo intensa, emocionante, inolvidable. Gracias a todos los que nos habéis visto estos meses, y no olvidéis que la meta volante está esta vez el 14D en el Palau Sant Jordi de Barcelona". Este mensaje, también de su cuenta de Twitter, viene a resumir la agenda de directo que ha tenido al barcelonés en la carretera con este 'Rock And Roll Actitud 2018', título a su vez que una generosa compilación, publicada este año, en tres discos y 55 canciones, que permiten recorrer todas las formas musicales que ha cultivado Loquillo entre 1978 y 2018, con Intocables, Trogloditas, y en solitario desde 1999.

El epígrafe de esta gira retrata al protagonista y lo que ocurre en sus conciertos. Con una media de treinta temas por noche, y secundado por una banda de seis músicos -Josu García (guitarra), Igor Pascual (guitarra), Mario Cobo (guitarra), Alfonso Alcalá (bajo), Laurent Castagnet (batería) y Lucas Albadalejo (teclados)-, los incondicionales de Loquillo ajustaron sus cuentas personales con el autor de 'El ritmo del garaje', 'La mafia del baile', 'Feo, fuerte y formal', o 'Balmoral' y 'Vientos del Este', estos dos últimos de su producción en solitario. Un ajuste en lo artístico, sin rencor alguno, todo lo contrario, ya que como se recordará, las fechas de este concierto en el festival Mar Abierto estaban previstas los pasados 12 y 13 de octubre en la capital grancanaria y en La Laguna, y que fueron aplazados a esta nueva, según la organización, por razones de logística que abortaron su celebración.

Con el músico tinerfeño Simón Salinas como invitado, que tras cubrir etapa con la banda SoWhat, defiende en solitario un repertorio de rock and roll que ha plamasdo en el disco Avante toda, que se publicaba en 2017. Un aperitivo el que brindó Salinas al público que ya guardaba sitio en el pabellón de Siete Palmas, acertado por concepto y actitud, que puso al respetable en situación antes de que la estrella de la noche asomara.

Con una demora de 15 minutos para el ajuste de microfonía, monitores y afinación, salían los músicos al escenario con el griterío de un público, mayormente de mediana edad, que no fue numeroso en exceso. Lo que faltaba de aforo se cubrió con la entrega de los que estaban en pista , aplaudiendo cada gesto y coreando cada estrofa.

"Lo esconden en las luces y los focos/lo mezclan con reclamos comerciales/lo repudian como a un virus contagioso/pero vuelve a perderse por los bares.,.., pero no olvides, no traiciones/lo que siempre te ha hecho vivir/no olvides, no traiciones lo que llevas muy dentro de ti/porque no muere jamás/tu rock and roll actitud". Es el estribillo de 'Rock'n'roll actitud', a la vez que certera definición de principios del cantante cuyo verbo es el relato musicado de su vida. Con este alegato en favor de un sonido imperecedero, arrancó Loquillo un concierto en el que a cada fraseo y gesto reivindicaba su rol. Recordaba al público con el mejor atributo que tiene un músico, las canciones, que tenía en el escenario a un artista que aprendió la ley de la calle, "territorio de reyertas y billares", como canta en 'El hijo de nadie', la segunda pieza que intepretó y con la que el aforo, tras la ceremonia de móviles en alto, comenzaba a estar cómodo.