Usted define su arte y su actitud creativa mediante conceptos ideológicos bastante sobrecargados, ¿no cree?
Creo que no. Son fundamentos que hoy por hoy están vigentes en nuestras políticas de Estado, lo que directamente nos repercute como ciudadanos.
¿Y cómo consigue plasmarlos en el hecho plástico?
La biopolítica o biopoder, que definía el pensador Michel Foucault, inciden directamente sobre el cuerpo del ser humano. Tomo fragmentos óseos sobre los que se evidencian esas tensiones y esas relaciones de resistencia a un poder establecido.
Si observa la contemplación ajena de su obra, ¿qué percibe en las reacciones de los espectadores?
Si nos centramos en aspectos meramente estéticos, no formales de la obra, por un lado hay una aceptación, me comentan que es agradable a los sentidos, tanto profesionales entendidos como los que carecen de conocimientos técnicos en arte. En cuanto a ejecución, acabados, materiales o técnicas mixtas en este caso, la obra crea expectación.
¿Es el suyo, en definitiva, un arte de la resistencia?
Sí, sin duda, porque donde habitan las relaciones de poder, habita el poder y por ende existe la resistencia. Sartre cita una autotransformación. Para mí la praxis estética o creativa de las piezas no supone más que trasladar un planteamiento propositivo y resistente como una práctica de libertad, de defensa de los derechos humanos y de una dignidad. Intento ir hacia el cuerpo social, es decir, a cómo el cuerpo ha sido dirigido para crear más dentro de esta sociedad neoliberal y capitalista. Por otra parte, expresar cómo el cuerpo fisiológico en sí, el receptáculo, ha sido convertido también por la especulación de grandes empresas financieras del Estado en historiales clínicos. Es un doble paradigma que se presenta desde inicios del siglo XIX hasta la actualidad.
La hibridación del "yo claro" europeo y el "yo difuminado" oriental, ¿cómo se manifiesta en las formas a contemplar?
Conceptualmente, en el terreno de la investigación más teórica, aparece por un lado el filósofo Michel Foucault de la mano de Paul B. Preciado, otra de nuestras grandes pensadoras españolas actuales, con una mirada mucho más clínica, más concreta. Otra parte de la investigación proviene, desde hace 10 ó 12 años, de la filosofía clásica oriental y se manifiesta en conceptos con los que, a lo mejor no estamos tan familiarizados y que estéticamente también se recogen en los tipos de materiales que suelen ser naturales y nobles, tanto al referirnos a hilos, papeles o telas importadas desde allí o hechas en Europa pero de la misma forma antigua con la que se trabaja en Oriente. Estéticamente se evidencia la presencia de un arte zen en formas y colores. Se manifiesta la rotundidad de lo claro europeo, pero a la vez, esa forma sutil interna del ser humano que no se formaliza y sin embargo, existe.
¿Ha perdido definitivamente el arte la inocencia del gesto original, espontáneo, radical e incambiable?
El artista contemporáneo, y en este caso, yo, tenemos el compromiso de fundamentar el trabajo en unos planteamientos teóricos que aboguen en favor de unos derechos reales que nos afectan a todos en nuestras vidas. Los razonamientos filosóficos son la base de mi trabajo. La investigación es totalmente necesaria para lograr ese intento de libertad y resistencia ante los poderes del Estado.
¿Inaugura usted una tendencia o se alinea con escuelas preexistentes?
Prefiero encajarme en lo preexistente ya que la obra descansa sobre ideas que proceden de otros pensadores. Técnicamente, sí es verdad que me han comentado profesionales del arte cómo formalizar al hacer un acabado. Los expertos me han dicho que no tenían conocimiento de que se hubieran realizado anteriormente las piezas que estoy trabajando yo ahora en tres dimensiones, tanto al hablar de escultura como de instalación y de cerámica cromada.
Una muestra que lleva el título genérico de Resistencias sugiere un arte político, un arma dialéctica frente a las realidades que rechaza?
No creo que las rechace directamente. Sencillamente pongo de manifiesto la realidad. Por eso siempre digo que mi obra es propositiva más que crítica. Quiero exponer ante el público, como artista contemporánea y política, lo que realmente sucede en nuestras propias carnes.
Sin embargo, usted habla de su "realidad más directa", su "intimidad como sinónimo de libertad" y otras ideas puramente subjetivas. ¿En qué quedamos?
Creo que toda manifestación artística por parte de un creador siempre va a partir de su experiencia vital, tanto venga de forma lejana en el tiempo como de la actualidad. Cuando hablo de experiencia me refiero a las corporales que uno pueda tener. De ahí que los huesos o el cuerpo aparezcan. Se trata de lo que está sucediendo en tu cuerpo a todos los niveles, tanto cultural, como social, sanitario o educativo. Parto de mis impresiones, de las de mis coetáneos y de mis predecesores, sean familiares o no. Por eso comento que comienzo con una parte individual como experiencia de vida, pero sirviendo a la proposición de entender que esas resistencias que se producen en nuestro cuerpo físico y en nuestros pensamientos, reflexiones, ideas y posicionamientos pueden servir para un cambio personal y colectivo.
