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Crítica | Orquesta y Coro del CSMC

El Conservatorio Superior luce músculo

Como ya es costumbre, el Conservatorio Superior de Música de Canarias ofrece un concierto público en vísperas del fin de curso. La profesora y directora Nicoleta Stefanova Popova eligió esta vez un programa variado y ambicioso para lucimiento de la Orquesta y el Coro del centro, cuyos efectivos proceden de las sedes de las dos capitales y la colaboración de algunos docente y exalumnos. Sin contrabajos, el conjunto orquestal abrió sesión con la forma sinfónica de las difíciles Variaciones sobre un tema de Haydn, de Brahms, bien planteadas en los tiempos, los planos dominantes y, sobre todo, el diferenciado carácter.

Dos excelentes flautistas actuaron después: el primero de ellos, Lucas Pérez, muy ágil, seguro y musical en el primer movimiento del Concierto en sol K313 de Mozart; y el segundo, Cristian Suárez, espléndidamente expresivo y musical en un Concierto en re menor de Bach con orquesta de cuerdas. Solistas ambos del colectivo actuante, fueron calurosamente aplaudidos tras un trabajo impecable.

Tuvo estreno absoluto una orquestación, firmada por Alvaro Moro, del Claro de Luna de la pianística Suite Bergamasque de Debussy. Empeño arriesgado por la inmensa popularidad de la pieza, que no parece conciliarse con una tuba en lugar de los inexistentes contrabajos y la ausencia de arpa en los delicados cromatismos del original.

La apuesta básica del programa estaba en la extraordinaria Misa Nelson, las más popular y acaso la mejor de las de Haydn. Coro y orquesta siguieron brillantemente a la batuta en cada uno de los momentos del ritual, si bien algunos, atacados a un tempo excesivo, mostraron más agilidad de respuesta que ganas de potenciar la solemnidad de la escritura. Muy meritoria la prestación solística del cuarteto de veteranos: la soprano Judith Pezoa, la contralto Leila Shan, el tenor Jorge Cordero y el barítono Héctor de Armas.

Una objeción: el salón dorado del Gabinete Literario es agradable para la música de cámara pero su volumen acústico no puede proyectar, ni de lejos, una estructura sinfónica (Brahms) y aún menos sinfónico-coral (Haydn). El gran esfuerzo de este programa hubiera lucido muchísimo más en el excelente Auditorio del Con-servatorio.

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