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Entrevista | Felipe Benítez Reyes

"Se tiende a identificar el poema con el lagrimeo, pero va mucho más allá"

"Los premios no los entiendo como medallas, sino como heridas de guerra", manifiesta el escritor

Felipe Benítez Reyes. MARCOS LEÓN

¿Qué experiencia ofrece la poesía?

Depende. La poesía es un arte, no una formulación simplificada de exaltaciones, de desasosiegos o de lo que sea. El poema es un artefacto que debe funcionar tanto en un plano emocional como puramente intelectual. Un buen poema siempre convence. Puede ser un vehículo emocional, pero también una experiencia estética. Se tiende a identificar la poesía con una especie de lagrimeo, como un desahogo de los pesares, pero, claro, la cosa va un poco más allá, al menos cuando hay suerte.

¿Y qué poesía aporta la experiencia?

Todo el mundo escribe desde sí mismo, por supuesto, o desde el espejismo de uno mismo, lo que para el caso viene a ser lo mismo. Un poema tiene algo de historia privada, al menos si decidimos convertirnos en su protagonista.

¿Qué experiencia quiere que tenga el lector al leer su obra?

No creo que nadie pueda tener una idea clara del perfil de sus lectores, entre otras cosas porque los lectores son muy diversos, y cada cual no sólo busca en un poema algo concreto, sino que también encuentra algo exclusivo. Leemos desde lo que somos. Hablar del lector como una categoría uniforme es un error. Cada lector es distinto y constituye un mundo de intereses diferentes. Aparte de eso, para el autor el lector es un ente desconocido. Decía Nabokov que el lector ideal es la persona que el autor ve afeitarse cada mañana en el espejo. No tienes otra referencia. Tienes que ser el primer convencido de lo que has escrito.

¿El poeta deja sus conjeturas inestables en versos estables?

A un poema puede sentarle tan bien una formulación titubeante como una formulación categórica. En mi caso, tiendo a la inestabilidad, al juego de espejos, al desarrollo de una conjetura. A veces, un poema tiene algo de jeroglífico mental que uno va descifrando a medida que lo escribe. Ocurre que a veces incluso te llevas una sorpresa, la de saber que sabías algo que no sabías que sabías. La escritura de un poema tiene mucho de indagación, aunque el riesgo es que esa indagación no lleve a nada concreto y todo acabe siendo un galimatías.

Ofreció una conferencia en la Cátedra Emilio Alarcos...

Emilio Alarcos fue una figura intelectual admirable. Fíjese, cuando yo era estudiante de Filología estudiaba sus textos y, al cabo de los años, podía estar sentado a una mesa con él y con Ángel González. Era una sensación muy rara y a la vez muy emocionante. Tan rara y emocionante como si hubiese compartido mesa con Nebrija en compañía de Antonio Machado.

¿Qué papel juega la crítica en todas estas clasificaciones, es importante o son solo más conjeturas inestables?

Cada caso es cada caso. La crítica, como todo, puede ser fértil o estéril. Hay tentativas críticas que son piruetas en el vacío y otras que ayudan a la comprensión y valoración de un texto. En sí misma, la crítica es una mera abstracción. No se define por sí misma, sino por el nombre de quien la emprenda y la firme. Hay mucho blablablá en la crítica, tanto en la académica como en la periodística.

Acaba de ganar el premio "Manuel Alvar" por su obra "El intruso honorífico. Prontuario enciclopédico de algunas cosas materiales y conceptuales del mundo". Bonito título, pero ¿qué encierra la obra?

Se trata de un proyecto híbrido. Su formato tiene algo de diccionario, de enciclopedia, de recopilación de ensayos, de sucesión de aforismos, incluso de procedimientos puramente narrativos en ocasiones. Plantea una visión más o menos imprevisible, y ojalá que más o menos imprevista, de muchas cosas, ya sea una almohada o Truman Capote, ya sea la redefinición de una figura retórica o una divagación en torno a las bombillas, por ejemplo. Los procedimientos son variados: lo mismo hay una definición que consta de cuatro palabras que otra que ocupa varias páginas. Según.

¿Cómo logró hilar esas anotaciones que fue tomando durante años hasta componer el libro?

Las anotaciones estaban dispersas por muchos cuadernos. Las más antiguas tienen más de 25 años. Las fui ordenando por orden alfabético y poco más. Aunque llevé a cabo un trabajo de armonización del conjunto, digamos. Suprimí cosas y añadí otras. A lo largo de estos últimos dos o tres años ya me lo planteé como un proyecto que quería cerrar, aunque el libro podría ser casi infinito.

Dice que "un escritor no tiene por qué estar de acuerdo con todo lo que escribe". ¿Con qué parte de su obra no está usted de acuerdo?

Con todo y con nada a la vez. Cada día comprendo mejor a Juan Ramón Jiménez, que se pasó media vida escribiendo y la otra media intentando perfeccionar lo que había escrito. No es buen método, porque puede afectar a la buena salud de la razón, pero lo comprendo, ya digo. Es posible que todo lo nuevo que escribimos sea, a fin de cuentas, un intento de reescritura mejorada de lo anterior, por ver si nos sale de una vez.

También mantiene que un escritor de prestigio es "un autor al que se respeta tanto que no se leen sus libros". ¿Hay muchos escritores de prestigio?

Bueno, ya no tanto. Hay jóvenes poetas que son muy leídos. El mercado del libro es imprevisible.

Premio "Nadal", premio "Loewe", Premio Nacional de Literatura...

Los premios no los entiendo como medallas, sino como heridas de guerra. Nunca he tenido otro trabajo que no sea el de la escritura, de modo que a veces he tenido que recurrir a esas degradaciones.

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