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Entrevista | Keri-Lynn Wilson

"He preparado un Romanticismo que evoluciona y estalla en Rachmaninov"

"A estos tres compositores les une que fueran pianistas y que trabajaron también una parte orquestal", indica la directora de orquesta

La directora de Orquesta canadiense Keri-Lynn Wilson, ayer, en el exterior del Auditorio Alfredo Kraus. ANDRÉS CRUZ

¿Qué elementos en común tienen las obras del programa?

Quise seleccionar un concierto con una progresión coherente en el Romanticismo. El programa empieza con una obra impresionista y delicada de Lyadov, con una atmósfera sugerente e impresionista, casi como el mar. Es una obra sugestiva para que el público se quede con una sensación de calma que te deja preparado ya para lo que va a venir. Es como un pequeño poema sinfónico que hará que el público pueda reflexionar. Las texturas y colores producen una progresión. La de Chopin tiene también un color romántico, más propiamente de la época. Y con la pieza de Rachmaninov todo explota. Adoraba el tercer movimiento de esa Sinfonía nº 2 desde que era una niña y era una oportunidad de interpretarlo en esta ocasión.

¿Aparte del periodo musical, hay alguna otra conexión?

Las tres obras están ligadas de alguna manera tanto desde el punto de vista´musical como social. Lyadov era el profesor de Rachmaninov porque era de una generación anterior. Y todos los compositores eran grandes pianistas que han trabajado la parte orquestal. Rachmaninov adoraba a Chopin y tenía una gran influencia en él. Lo mismo sucedía con Lyadov. Yo he ido con ellos de lo sencillo a lo complejo.

¿Cómo es la relación de la orquesta y el solista en el Concierto para piano nº 1 de Chopin que interpreta Iván Martín?

El piano es como la voz que canta. Es como el belcanto de Donizetti. El concierto de Chopin es como si fuees un aria musical y la orquesta es como el acompañamiento en las obras líricas. Chopin usa un instrumento percutivo como el piano para imitar a la voz, y la orquesta también aporta elementos que puedan reforzar esa cantabilidad del instrumento. Por tanto, la orquesta lo arropa continuamente.

La Sinfonía nº 2 de Rachmaninov ocupa la segunda parte. ¿Hay un contraste muy grande con todo lo anterior?

Hasta ahora había sido todo muy sutil y suave. Lyadov era impresionista y Chopin expresivo y profundo, pero llega Rachmaninov que es como una bomba romántica y la orquesta se amplía en cuanto a músicos. No solo es el contraste de la expresividad, sino que hay un volumen, densidad y escala mucho mayor. Es como empezar con un aperitivo con Lyadov, tomar una ensalada a través de Chopin y tomarte un filete con Rochmaninov.

¿Qué es más difícil?

Todo porque muchas veces lo que parece fácil no lo es tanto y viceversa. Todas las obras tienen dificultad, independientemente de que sean más grandes o pequeñas. Pero tanto al director como a los músicos una obra de Rachmaninov les da la oportunidad de tocar con una intensidad fuera de lo común. Y emocionarse con pasajes fuertes y apasionados, pero también con otros más delicados. Les da mucha posibilidad de expresión y de fuerza. Lo que parece sencillo por la escala pequeña no lo es tanto porque no hay nada fácil en la música.

Es la primera vez que dirige a la Filarmónica. ¿Qué le ha parecido el nivel de la orquesta?

Muy alto. No esperaba esta calidad. He estado muchas veces en España, pero es la primera vez que vengo aquí y este primer encuentro ha sido fantástico y me he quedado encantada. He visto una gran nivel profesional y me ha sorprendido el auditorio ante el mar, que es para mi algo maravilloso y más en mi caso que vengo de un lugar frío. A veces prefiero trabajar en frío que en calor porque se me va los ojos y estoy deseando ir a la playa.

Usted fue la primera mujer en dirigir una ópera en España.

Es algo que me dijeron en Galicia, pero a lo que nunca he dado demasiada importancia. Fue en concierto en 2015. Todo esto es pura casualidad y para todo hay un primer momento como la primera mujer presidenta. No hay que darle más importancia.

¿Qué destacaría de la actual escena musical en Canadá?

La escena cultural de Canadá es muy fuerte y cada ciudad ofrece una barbaridad de propuestas interesantes. Me imagino que también influye el hecho de que haya tanto frío y que la gente tiene que concentrarse en la cultura para compensar y sobre todo los más jóvenes se centran en la música. Canadá es un país enorme pero tiene muy poca población, sólo 25 millones. Pero produce muchas propuestas interesantes.

¿Le ha dado algún carácter especial a su interpretación?

El director de orquesta debe ser actor. La música exige un compromiso y equilibrio entre lo que te dice el corazón y el cerebro, pero el director tiene que actuar como un coreógrafo ya que logra confluir todos los elementos. Es alguien que tiene que saber transmitir a través de los ojos y los gestos. Tiene que actuar como con una coreografía, con los recursos que le da la partitura, con unas pautas de movimiento, marcando la entrada, intensidad, etc. Pero hay que transmitir los que está en la partitura y no imponer nada. Es transmitir la obra del compositor sin añadir tu subjetividad. Todo consiste en reflejar la esencia de la partitura más que imponer tu forma de verla.

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