Disfrutar de una función de teatro social repleta de símbolos y metáforas que planteen preguntas acerca de lo errático o correcto del comportamiento humano como los que propone Al límite es una experiencia de lo más intensa y saludable. Diez internos de El Salto del Negro exhibieron ayer en la sala de actos del recinto penitenciario esta representación en un nuevo proyecto de la Asociación Hestia para involucrar a personas privadas de libertad en las artes escénicas y que realizaba su segundo trabajo tras el éxito de 2019 en este escenario de ¡Papá, esta vez sí!.

Drigido y creado por Grazia Isoardi, que ha cosechado una larga experiencia en Italia con este tipo de representaciones, en la obra participaron diez actores de entre 21 y 52 años. Ellos eran Adonay, Carlos F. Carlos Sar., Carlos Sav., Cristian, Daniel, Felipe, Jael, Javier, Maicon y Nour que aparecieron en el escenario ataviados con camiseta blanca, pantalones y zapatos negros, como dando una sensación de algo impersonal y neutro que pudiera universalizar cada uno de los conflictos que aparecían. El pasaje bíblico de Adán y Eva en el paraíso, la traición del amigo y la desconfianza que genera en el otro, las acciones que acarrean consecuencias negativas, etc., fueron declamadas por los diez protagonistas de una manera realmente ejemplar, con una perfecta modulación de la voz en todos y cada uno de los participantes. Esto último, que podría parecer algo casi anecdótico resulta más que destacable ya que la falta de naturalidad y la mala proyección a la hora de vocalizar suele ser el principal defecto en el que caen la mayoría los actores de las compañías amateur y profesionales.

Con un música expresionista, con tintes vanguardistas, que algunos momentos resultaba inquietante y otros sencillamente futurista, y que acabó con una melodía de Verdi, cada uno de los actores tuvo su momento de protagonismo especial con la réplica del resto del elenco.

El grupo de reclusos construyó esta obra colectivamente a partir de la palabra límite. Así, los protagonistas experimentaban con este concepto todo tipo de acepciones que iban desde el límite geográfico al límite de los sentimientos, pasando por el personal y colectivo. Unos conceptos que en la prisión adquieren un significado mucho más intenso que desnudaba a cada persona ante su realidad.

Una frase que podría resumir bien el mensaje de la obra es la que recita uno de los actores ante el público en un momento determinado: ¿Dónde está el límite entre el llanto y la risa?, ¿entre el cielo y el mar?, ¡entre la rabia y el rencor?, ¿dónde está el límite entre el bien y el mal?

Apertura

Con un fondo negro en el que sólo aparece una pequeña apertura por donde entran los protagonistas, sillas a ambos lados del escenario y motivos bucólicos a modo de plantas gigantes detrás de los protagonista, los actores iban intercambiando continuamente su protagonismo acaparando el centro del escenario en donde los discursos se iba sucediendo de forma continua.

Así, y mientras uno de los internos recitaba sus alocución el resto hacía un coro y reaccionaba de un modo u otro antes frases y palabras que pasaban por estados de ánimos muy diversos que iban del egoísmo al odio, pasando principalmente por la falta de buen juicio, ola prudencia y madurez antes de actuar.

Un momento especialmente álgido ocurre cuando los diez se juntan en el espacio central para realizar todo tipo de gestos y movimientos incontrolados.

La Asociación Hestia, organizadora del evento, está compuesta por profesionales procedentes del mundo de la intervención e investigación psicológica, educativa, social y sanitaria, que persigue, partiendo de las prácticas desde la diversidad y la interdisciplinariedad, y cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas.

A través de los talleres de Teatro Social, la Asociación Hestia propone dinámicas, ejercicios y experiencias que se encuentran en un equilibro entre lo lúdico y lo pedagógico. Por este motivo, más que el resultado final de una obra, resulta más importante el proceso, ya que se propone a las personas que lo practican contactar con sus propias emociones y orientar sus pasos hacia el empoderamiento personal.

Desde el años 2018 la Asociación Hestia lleva un Taller de Teatro Social en los dos Centros Penitenciarios de Gran Canaria, propone cursos de formación en colaboración con la Asociación Voci Erranti Onlus de Italia y organiza clases abiertas de Teatro Social en el ciclo Enrédate que facilita la inclusión de todas las personas, independientemente se sus diversidades.

En 2017 la Asociación Hestia comenzó, con su voluntariado, en el proyecto Padres y madres sin barreras, un proyecto para promover la Parentalidad Positiva desde los centro penitenciarios que propone cuidar, reforzar y recuperar las relaciones entre las personas privadas de libertad y sus familiares y que la representación de ayer fue su segunda experiencia.

La representación dejó un muy buen sabor de boca entre los asistentes, formado por invitados e internos del propio centro. Pero uno de los actores, Carlos Sar., reconocía que la experiencia había sido "muy interesante" ya que han podido disfrutar de una "oportunidad que en este centro es muy positiva". Pero el actor sobre todo subrayó lo intensas que fueron las sesiones de trabajo con la directora, Grazia Isoardi, con la cual "hemos podido aprender no sólo a estar sobre el escenario, sino a gestionar mejor nuestras emociones".