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Entrevista

"Me concedieron la beca de escritura en plena lucha contra el coronavirus"

El escritor y auxiliar de enfermería Maximiliano Rodríguez Vecino apuntala su segunda novela negra en Barcelona, donde reside desde 2016

El escritor uruguayo Maximiliano Rodríguez Vecino, el pasado viernes, en Barcelona. SUSANA DE OLIVEIRA ARAUJO

La concesión de la beca de escritura Montserrat Roig, concedida por el Instituto de Cultura de Barcelona, a su segundo proyecto literario ha reavivado el interés por su novela anterior, El último combatiente

Pues me ha cogido todo por sorpresa. Supongo que tiene que ver con que la noticia de la beca me llegó durante el confinamiento pero, sinceramente, no sé bien qué ha sucedido que, justo ahora, El último combatiente está volviendo a tomar luz. En cualquier caso, es interesante porque el proyecto de novela por el que me han concedido la beca tiene relación con la novela anterior, que todavía estoy corrigiendo, aunque la tengo terminada desde hace un año y medio.

La trama anterior plantea un caso de desaparición de británicos en Las Palmas de Gran Canaria al inspector de policía Néstor Bandama. ¿Su próxima novela desarrolla una nueva investigación criminal?

Sí, esta también es una novela totalmente negra, de carácter social pero, además, es un drama coral con 11 personajes principales, que tienen el mismo peso narrativo a lo largo de toda la novela. Por eso estoy tardando tanto en corregirla, porque me metí en un berenjenal gigante (risas), pero creo que por fin está quedando bien. Esta vez se ambienta en Barcelona, sobre todo, en el barrio de Gràcia, donde vivo. Y por supuesto, sigo con el personaje de Néstor Bandama, aunque ambas novelas pueden leerse por separado o empezando por la segunda, que es lo que buscaba. Con todo esto, está siendo un proceso largo, pero divertido.

Si El último combatiente conectaba con la guerra de las Malvinas entre Argentina y Reino Unido en 1982, ¿qué realidades explora en esta ocasión?

En esta novela quise tratar el tema de la inmigración y de cómo vive un inmigrante en la ciudad de Barcelona. En la trama abordo esta realidad en muchos aspectos, desde el rechazo a los marroquíes hasta una subtrama de prostitución y narcotráfico de las mafias rumanas. Pero también trato cuestiones como la violencia machista, la salud, la crisis inmobiliaria o el tema okupa. En este sentido, la novela muestra diferentes capas sociales, desde el empresario rico hasta el que toca la guitarra en el metro para poder costearse el mate. También toco indirectamente el tema del independentismo, las religiones y hablo un poco sobre el atentado en Barcelona, pero desde otro punto de vista. En definitiva, es una novela muy global y me está costando muchísimo corregirla, aunque estoy disfrutando el proceso. Al principio superaba las 600 páginas, pero ya he ido recortando.

¿Cree que la novela negra constituye inevitablemente una radiografía o espejo de la ciudad en que se enmarca?

Claro, supongo que es un lugar común decir que en El último combatiente la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria es un personaje más, pero yo quería dejar esa huella y, por otra parte, Canarias siempre ha estado muy presente en mi vida desde mi niñez. En este sentido, fue un experimento escribirla con acento canario y ambientarla íntegramente en Canarias, pero me arriesgué, y creo que la historia esmuy potente. Pero esta nueva novela, sobre todo, utiliza una voz narrativa totalmente diferente, que creo que es lo que ha gustado al jurado de la beca, porque utilizo el vocabulario de Latinoamérica pero también de Canarias y de Barcelona, porque he querido recrear todos los lugares que conozco, su gente y, en definitiva, las diferentes voces de cada ciudad.

¿Cuál ha sido su relación emocional con Canarias?

Mi bisabuelo era canario, en concreto, de Telde, y emigró a Uruguay durante la guerra civil. Incluso, tuvo que cambiarse el apellido y eso fue algo que nos costó mucho rastrear. Por tanto, siempre escuché hablar de Canarias y mi padre siempre tuvo la idea de emigrar a Canarias, y lo hizo durante la crisis nacional de Latinoamérica en el 2000. Le siguieron mi madre y mis hermanas, quienes viven ahora en Las Palmas de Gran Canaria, y el último en irme fui yo en el año 2007, donde viví hasta 2016, cuando me mudé a Barcelona.

¿Y fue en Gran Canaria donde consolidó su vocación literaria?

Yo siempre había escrito poesía, aforismos y cosas de este estilo, pero nada visible. Me decidí a estudiar psicología en la UNED y, un día, vi un cartel de un taller de poesía impartido por Aquiles García y Antonio Arroyo Silva en el Museo Domingo Rivero. Ahí empezó todo y, cuando terminé, me apunté en un taller de escritura creativa con Alexis Ravelo, donde aprendí la técnica. Y me lancé a la piscina: dejé psicología y me puse a hilar la trama, armé el esqueleto de la primera novela y, cuando me vine a Barcelona, la terminé. En este sentido, siento que ver la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria desde lejos me ayudó a terminarla.

¿Siempre tuvo claro que debutaría a través de la novela negra?

La verdad es que no, sino que, en realidad, se unieron varias casualidades. Cuando vivía en la calle Simón Bolívar observaba a los cruceros y los proyectaba como material literario, y entonces fue el caso del pintor asesinado en Franchy Roca en 2015, con el que hablaba a menudo, y quise incluirlo en el libro. Y por último sucedió que, en una conversación en torno a la rivalidad futbolera entre Argentina y Uruguay, un amigo me contó que un hermano suyo murió en la guerra de las Malvinas, y ahí nació el fondo histórico de la novela, que vinculé con un antiguo caso de desaparición de ingleses en la isla que investigaba el policía Néstor Bandama. Y debo añadir que, para armar todo esto, casi me hice un máster de forense para poder documentar la novela.

Una vez que vea la luz esta segunda novela, ¿se plantea darle continuidad a la saga de Néstor Bandama?

Ya tengo la armazón de la tercera novela en mi cabeza y la voy a llevar a mi pueblo, Minas, en Uruguay, así que podría decirse que estoy reescribiendo mi viaje vital a la inversa. Aunque aún no puedo revelar el tema principal de la investigación, ya tengo toda la información sobre varias de las temáticas de fondo, que no están presentes en las dos novelas anteriores.

Por último, combina la literatura con su trabajo como auxiliar de enfermería en Barcelona. Así que, volviendo a la primera pregunta y para cerrar el círculo, ¿cómo ha vivido la noticia de la beca en plena pandemia del coronavirus?

La verdad es que ha sido muy duro vivir esta pandemia en primera línea, donde cada día cambiaban los protocolos y había mucha desorientación. Al principio íbamos con bolsas de plástico y esparadrapos hasta que llegó el pico de contagios y empezó a llegar materiales de protección de fuera, porque teníamos que doblar los turnos cada vez que afloraban casos positivos entre los sanitarios. Y en medio de esa locura me enteré de la concesión de la beca de escritura, que todavía no he podido festejar como se merece. No ha sido fácil encontrarte con médicos tomando decisiones difíciles, o rompiendo a llorar en los pasillos por la impotencia. En definitiva, para nosotros fue como ir a la guerra. Ahora, meditando sobre todo esto, creo que es muy pronto para asimilar lo vivido, pero espero recuperarme de esto, y poder celebrar la noticia de la beca pronto.

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