- El viaje Acústico, de reciente aparición, es una obra que incorpora diversas disciplinas artísticas. Pero, a diferencia de las experiencias multimedia habituales, la hace usted pivotar sobre el libro, como soporte narrativo y en su dimensión de objeto. Crea otro tipo de obra.

- Sí, perfectamente. Es más, estuve a punto de hacer una película de animación o un tema interactivo totalmente. Pero yo quería la experiencia de la lectura y el objeto libro incorporado. Pero... de hecho realicé diez minutos de cine de animación, pues me parecía lógico que todo esto confluyera en lo audiovisual. Pero, claro, eso dejaba fuera el tiempo de la lectura y de la imaginación lectora. Y, a su vez, el audiovisual me limitaba la imaginación que sugiere el audio sólo. Con lo cual me decanté por este formato híbrido.

- Sí, porque a la ópera, que sería la obra de arte total, en su obra la relación no es sincrónica -se ve y escucha a la vez- sino diacrónica, primero un texto hablado, luego una imagen, después un pasaje musical...

- Sí, así es. Como Chantal Mayar dice de esta obra, a la que no llegó a tiempo para prologar, consiste en "leer ver, escuchar, caminar...". Y, quiero recalcarlo, se trata de una obra muy artesanal, en todas las expresiones artísticas utilizadas, desde la elaboración de muchos de los instrumentos antiguos, los dibujos, las composiciones musicales... hasta los muñecos de plastilina que hice -aprendí la técnica- y quedaron fuera, cuando descarté hacer un vídeo de animación, pero que sirvieron para el trailer de la obra que está colgado ahora en Youtube. Y ese carácter artesanal implica un tiempo lento, que, creo, hace efecto en la obra.

- ¿Su formación de origen es musical?

- No, no, yo soy licenciado en Historia del Arte.

- Pero toca un montón de instrumentos musicales.

- Sí, pero soy autodidacta, y en la pintura y en la literatura también. Sí es verdad que mi padre es escultor y pintor, mi abuela pinta, mi tatarabuela pintaba y mis tíos, Antonio y Sebastián de la Nuez, como sabe, son escritores. De hecho respiré ese clima desde mi infancia, y para el proyecto de la obra la beca de la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores fue determinante.

- Se ha decantado usted por una obra de género fantástico, que es muy actual porque logra encajar, si se hace bien, lo más arcaico con lo más inimaginable del porvenir. Eso lo traduce también en la música y en las imágenes: un tiempo nuevo, ¿no?

- Si en la música hay muchas referencias diferentes, hasta el arte sonoro y la música electrónica, con instrumentos como el arpa celta. En realidad, la elección del género fantástico pues obedece a que Homero, Kafka y Borges han sido mis tres pilares literarios, y luego quizás lo que de pequeño también en mi naturaleza imaginativa lo que más me marcó fue el mundo de Tolkien. Así que mi obra es un híbrido entre Tolkien y Homero, porque al final esto es La Odisea, el viaje de regreso del héroe a su país natal, pero esta vez recorriendo una tierra fantástica que tiene mucho de inspiración de la Tierra Media de Tolkien pero más breve, y quizás con otros elementos inquietantes: el erotismo, algo del simbolismo de Maupassant y de otros autores franceses. Pero lo que quería era crear un mundo en diferentes niveles de concreción -musical, sonora, plástica, gráfica...- y lo fantástico es el género... Aunque también, como dice Borges, El libro de los Muertos egipcio es literatura fantástica, la Biblia...

- Para Borges la filosofía era la mejor literatura fantástica, lo que luego otros han llamado incluso delirios ilustrados, ¿no?

- Sí, en realidad todo lo era para él. Lo que sí tiene la obra es un fuerte contenido poético, hay un trabajo y una búsqueda, una preocupación por el lenguaje.

- Sí, para que las imágenes narrativas convivan con las visuales. Hay todo un cruce ahí...

- Sí, y después, por ejemplo, la sonoridad no sólo está en los CD, con la música y los textos declamados, sino en los propios nombres inventados y en el lenguaje y en la composición de una escritura que es narrativa pero, insisto, con cierta densidad poética que he cuidado para que no resulte excesivo. [La editora] Elsa López ha sido la editora del texto desde que estaba en la Fundación Antonio Gala. Y declama muchos de los textos. Es que [Marguerite] Duras para Vila-Matas, una especie de alcahueta [risas]. Y hay un gran cruce también porque como músico soy un escritor, mi pensamiento musical es literario y, a su vez, mi literatura es musical y gráfica.

- [Risas] Lo que Elsa Guerra ha hecho algo más comprometido, más que alquilarle buhardilla en París y cobrar el alquiler, como Duras a Vila-Matas...

- Sí, en Granada me puso en un convento en el casco antiguo de Córdoba, aquí me metió en un hotel y eso fue el detonante para que me atreviera a afrontar algo así. Porque son tres disciplinas distintas y se trataba de hacer algo decente, no una cosa que se dijera: sí, la música está bien, pero qué pena los textos.

- En la plástica hay una infinita variedad, está lo que se llama hoy la dispersión total de la experiencia estética. Está desde el expresionismo alemán clásico, al dibujo tradicional oriental, pasando por el cómic...

- Miniatura medieval, códices, influencia de los paisajes en pintura japonesa también... sí, es que mi carrera ha servido para empaparme de todo eso. Y, además, esta obra corre en paralelo a mis estudios académicos.

- Interesante, buen modo de romper corsés académicos.

- Sí, se trata de una obra de formación, que me ha llevado siete años. Empecé a imaginarla en cuanto acabé de leer El Señor de los Anillos. Aunque todo parte de una canción que compuse con quince años en el sur de Gran Canaria, en un casa abandonada en un barranco, cuando tocaba la batería en un grupo heavy-metal. Se llamó La canción de Makaly. Y en la canción está el estilo musical, aunque luego me pasara al clásico [risas], pero también la narración. Entonces comencé a inventar nombres, a copiar a Tolkien directamente, y al final vi que aquello se sostenía. Quise crear un mundo, hice una canción con el germen de la historia y le añadí una coreografía...

- En su obra Ulises es Makaly. ¿Qué diferencia a las dos versiones del protagonista?

- Pues, digamos que Makaly es desmemoriado, absolutamente, entonces no es sólo que el regreso esté extraviado, y que por eso sea lento, sino que no sabe por qué vuelve. Y esa memoria la recupera a través de la música. Lo que si hay también en Makaly es una mezcla entre la figura del aedo de los poemas homéricos y Ulises. Porque Makaly es un aedo, un ser mágico que encuentra canciones, y gira en torno a lo que es un gran homenaje a la música. De hecho, no hay dragones, ni hay hechizos, sino la música como la fuerza más poderosa de este mundo.

- De hecho, los bardos parten de viaje en busca de "la semilla del árbol musical", que elevaría a su país lejos de la amenaza del Nigromante, ¿no?

- Y ese árbol gráficamente está resuelto como un drago, no podía ser de otra manera, ¿no? Aunque mitológicamente puede entenderse como un modo de vivir en las Islas, el que somos un lugar en la imaginación de Occidente desde tiempos inmemoriales, el Jardín de las Hespérides.

- ¿Y cuál es la reflexión sobre la propia insularidad?

- Pues en la obra es una insularidad que contiene el mundo entero y toda la memoria de ese mundo en una morada, la Morada del Óbalo Blanco, donde habita la Orden de los Cuervos, que custodian la memoria. Y luego la Tierra Extensa, que es el resto del mundo, aparece como un decorado de cartón piedra.