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Acústica, acústica, acústica

Otra de las tendencias arquitectónicas para 2021 que está relacionada con la pandemia y el estrés en que vivimos

Biblioteca de Derecho de la Universidad de La Laguna, acústicamente confortable ELD

Otra tendencia arquitectónica para el año 2021, en relación con la Covid-19 y con el estrés en que vivimos, es que tenemos que darle mucha más importancia a la acústica. Es curioso que este tema, este residuo —porque el ruido es un residuo—, no se recoja ni siquiera en los pliegos de ningún concurso público dedicado a hospitales, centros de mayores, centros culturales o bibliotecas, siendo vital como es. Hemos visto, con la pandemia, a medida que hemos ido aprendiendo sobre el comportamiento de este virus, que la acústica es determinante. Si un lugar (un restaurante, un supermercado, una sala de espera de un hospital) tiene mala acústica (en este caso no hablamos de música sino de poca absorción, por ejemplo) esto nos obliga a gritar. Al gritar soltamos muchas más gotículas con posibles virus dentro que si pudiéramos mantener una conversación en voz baja

Hay arquitectos que ya la han tenido en cuenta desde hace años y la arquitectura de calidad, además de atender a la altura creativa, a la belleza, ha atendido a la acústica desde la época de los romanos.

Una de las salas del Louvre ELD

¿Por qué es la acústica de los espacios tan importante? Porque el ruido es un residuo. Y, como acabo de comentar, tiene mucho más que ver con la transmisión del coronavirus de lo que la mayoría de los ciudadanos tenemos idea. Hace unos meses, la prensa publicó un riguroso estudio sobre cómo se había transmitido la Covid en tres espacios arquitectónicos en los que cualquiera de nosotros suele pasar varias horas a la semana: una oficina, un restaurante y un viaje en guagua (o avión, que para el caso, lo de volar en Binter es casi lo mismo en las Islas Canarias). De esos tres espacios habitables surgieron tres brotes reales de coronavirus, que las autoridades chinas y coreanas documentaron con precisión por el alto grado de contagios que se produjo. En esta investigación, la calefacción o aire acondicionado se mezclaba con la acústica y todo junto se volvía letal.

Los investigadores creen que el aire acondicionado es clave en algunas zonas donde se han producido contagios, por ejemplo, en el caso del restaurante y en el caso de la guagua. Ambos espacios tenían aire acondicionado que recirculaba continuamente, concentrando entre los clientes a los que les llegaba el chorro de aire con mayor intensidad las microgotas con carga viral que expulsaba el infectado de Covid presente en cada uno de esos ambientes sin saber que estaba enfermo.

Como he dicho, y he repetido en otros artículos, las buenas técnicas acústicas existen desde los tiempos de los griegos y los romanos. Es vital, en la lucha contra este virus y contra los que vendrán, mejorar la acústica en general. La acústica no es solo importante en los auditorios o en los centros donde se interpreta o estudia música, también es importante en los centros comerciales, en los restaurantes, en los guachinches, en las casas, las bibliotecas, en los espacios culturales, en las autopistas y las ciudades, y en realidad en cualquier lugar, porque el ruido no es solo una molestia, sino una enfermedad. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) puede ser considerado un problema de salud. Una mala acústica no solo ayuda a propagar la Covid-19, sino que los ruidos incómodos incrementan el estrés en el trabajo, la presión arterial, vasoconstricción, cambios en la respiración, arritmias cardíacas, etc. En definitiva, nos alejan de la necesaria armonía vital y nos enferman.

Hay espacios con buena acústica que nos proporcionan armonía, por ejemplo el Museo del Prado, con sus salas silenciosas, o el Museo del Louvre, o las salas tranquilas de la biblioteca de la Facultad de Derecho de La Laguna, pero también los mejores restaurantes, en los que se puede conversar sin que se entere de todo el de la mesa de al lado.

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