Su nombre real es Pedro Ortiz Domínguez, pero en honor a la ciudad donde nació (Casablanca, Marruecos) utiliza el seudónimo por el que todos lo conocemos, Pedro Casablanc. En esta ocasión, representa la obra de Benito Pérez Galdós 'Torquemada'.

- ¿La época del Torquemada de Galdós tiene algunas similitudes con la actual?

- Torquemada es un personaje muy similar al Scrooge del Cuento de Navidad de Dickens o al Avaro de Molière: es un tipo que pasa de ser un hombre pobre, hecho a sí mismo en una sociedad muy necesitada y que va subiendo de escalafón social a base de extorsionar, timar y de poner a gente pobre en aprietos. Podemos ver en esta historia un paralelismo con la banca actual, pues ésta no tiene piedad, no te perdona jamás un céntimo, ni que no pagues una letra o una hipoteca.

- ¿Ha sentido alguna vez la tentación de ser un Torquemada?

- No, no he tenido nunca la oportunidad de hacerme rico. Los tipos avaros no son ricos en amor y en salud personal, el hecho de acaparar y no querer que nadie te quite nada acaba dañando la salud, por lo menos la espiritual. No soy así, soy muy manirroto, me gusta mucho compartir y no tengo apego por el dinero. No voy a negar que da cierta felicidad y comodidad, pero aquí hay que currárselo y trabajar, no para hacerme un mausoleo de oro, sino simplemente para vivir.

- Galdós no llamó Torquemada a su personaje por casualidad: el inquisidor del XV le sirvió para crear a su usurero. ¿Estamos en la edad de oro de la inquisición por las redes sociales?

- A pesar de la gente que las utiliza para boicotear una obra o insultar a un autor o un actor, las redes sociales son una herramienta fundamental para la promoción y el apoyo a la cultura. Respecto a la censura, creo que viene de mucho más arriba, no vaya a ser que les toque a ellos y se descubra el pastel y que están ahí no por méritos propios ni por estudios.

- ¿Por qué cree que la mayoría de sus personajes son personas al límite, malos y duros?

- Porque tengo cara de malo. He hecho mucho teatro y muy pocas veces he hecho de malo, y eso que me encantaría hacer un Ricardo III o un Yago en Otelo de Shakespeare. He interpretado a más malos en cine y televisión porque ahí cuenta más y es más importante el aspecto físico.

- Es el protagonista absoluto de la función. ¿cómo es llevar toda la presión sobre tus hombros?

- Es un disfrute para mí, no supone ninguna presión, si trabajase con presión seguramente no sería actor. Es un texto y un montaje muy difícil porque tengo que pasar por varios personajes diferentes, pero estoy muy bien envuelto en una escenografía estupenda, una música fantástica y una iluminación mágica. Es mi vocación y no me puedo quejar.

- Respecto a su trayectoria profesional, ¿tiene alguna espinita clavada?

- Me gustaría haber hecho muchísimas más cosas. He hecho mucho teatro, pero me falta desarrollar otros aspectos de mi carrera, sobre todo en cine. Me gustaría porque he sido muy cinéfilo desde pequeñito y creo que mi vocación de actor se despertó más por el cine que por el teatro.

- La situación del teatro es dura y difícil por culpa de la Covid-19, ¿qué iniciativas políticas cree que son necesarias para solucionar esto?

- No lo sé porque este es un país permanentemente dividido donde es muy difícil llegar a acuerdos y hay demasiada soberbia y envidia por el triunfo del otro. Creo que para erradicar este tipo de cosas hay que tener amor y empatía.

- 'Paraíso en llamas' es finalista de los Premios Goya como Mejor Corto Documental, ¿cómo fue la experiencia y cómo es su relación con el cineasta malagueño José Antonio Hergueta?

- Ha sido una experiencia muy interesante, estoy muy contento de que esté nominado. Conozco a Hergueta desde hace mucho tiempo, cuando me llamó para rodar La fabulosa Casablanca y siempre que vengo a Málaga lo aviso para comer.