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Arte

Juan del Castillo Westerling, europeísta y primer caricaturista isleño

Jonathan Allen presentó ayer, en la Casa de Colón, un libro sobre la obra del autor canario

Juan del Castillo Westerling.

Juan del Castillo Westerling fue el primer caricaturista y representante de la acuarela satírica de toda la tradición del archipiélago. Fue un privilegiado observador isleño de la convulsa sociedad del siglo XIX. Se trata de un hombre ilustrado, abierto de miras y muy bien conectado en la sociedad madrileña. Ayer se presentó en la Casa de Colón el libro Juan del Castillo Westerling. Un canario internacional del siglo XIX, escrito por Jonathan Allen, profesor de Filología francesa de la ULPGC. Incluye un primer esbozo de la biografía de este pintor, botánico, coleccionista, filántropo y genealogista, y también un catálogo de las obras que formaron parte de la exposición Juan del Castillo Westerling. Crítica y sátira en el siglo XIX en el mismo centro en 2019, así como de retratos hasta ahora inéditos.

El artista fue un privilegiado observador de la convulsa sociedad del XIX

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Allen explica que “este libro, que empecé a coescribir con Iván del Castillo, descendiente directo de Juan del Castillo Westerling, es una primera biografía de un ilustrado y pintor canario del siglo XIX, de un hombre progresista. Cuenta su vida desde los inicios de su educación en Las Palmas de Gran Canaria en la década de 1840. Después narra su experiencia como estudiante en Cádiz. En cuanto a su formación, lo que más destaca fue la etapa en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, donde se convierte, siendo discípulo de Federico de Madrazo, en un pintor que, si quisiera, podría haber sido profesional”.

Caricatura de un personaje que refleja la época del pintor. | |LP/DLP

Caricatura de un personaje que refleja la época del pintor. | |LP/DLP

Sin embargo, no vivió de la pintura. Realizaría retratos. Pintó a toda su familia y, en menor medida, se dedicó a los paisajes. “Le gustará pintar techos, cubiertas en edificios”, señala Allen. Lo más importante para la Historia del Arte en Canarias es que “se convirtió en el primer caricaturista y representante de la acuarela satírica de toda nuestra tradición. Durante su época en Madrid, en los años 50, estudió a fondo todos sus tipos sociales, los personajes. Y comenzó a realizar retratos que, en algunos casos representan puras caricaturas y, en otras a hombres, sobre todo, pero también a algunas mujeres, de una época muy concreta. A través de la acuarela hace lo que luego efectuaría Galdós en sus Episodios Nacionales, aunque aquel lo limita a una década concreta. Supuso un privilegiado observador canario de la convulsa sociedad del siglo XIX”. La estética de su pintura se remitió a los primeros tiempos de la escuela romántica española, con líneas puristas, “no así sus caricaturas que son de arte realista y más directo”.

El libro que se presentó ayer tiene la intención de agrupar el catálogo de la obra expuesta en la Casa de Colón y de ser una biografía introductoria a la vida de Juan del Castillo. “En este sentido”, remarca el autor del volumen, “hay que destacar que fue también diputado, un político del partido moderantista, el de la restauración borbónica más conservador. Y en ese orden de cosas, hay que mencionar que trabajó para Sagasta en Canarias. Por otro lado, resultó ser también un eminente estudioso de la botánica. Se escribía con importantes botánicos, como Linden en Bélgica e intercambiaba información sobre los endemismos canarios con colegas europeos. Se hizo muy amigo de los directores del incipiente Jardín Botánico de Puerto de la Cruz. Además, tenía al lado de su casa de Vegueta un jardín con un invernadero que contaba con una extraordinaria colección de orquídeas que la gente podía visitar”.

Caricatura de un hombre de la sociedad del siglo XIX. | | LP/DLP

Caricatura de un hombre de la sociedad del siglo XIX. | | LP/DLP

Asimismo, coleccionaba arte. “Realizó una serie de compras muy importantes, tales como cuadros flamencos y obras de autores italianos del XVII. Entabló amistad con el discípulo de Canova, Rinaldo Rinaldi y, de este modo, logró que los bustos de sus padres y un hermano estuvieran esculpidos en mármol”. También coleccionaba manuscritos que legó, en gran medida, al Museo Canario. “Hablamos de un canario ilustrado amigo de los hermanos Millares Torres, abierto de miras, conocedor del siglo XIX español y de sus limitaciones y convulsiones políticas y muy bien conectado en la sociedad madrileña por sus parientes y por su capacidad de trabar amistad. Conoció a la familia de la emperatriz Eugenia de Montijo porque iba a las tertulias que organizaba su madre”.

Con el libro-catálogo se pretende poner de relieve la obra de Juan del Castillo que se encuentra en colecciones privadas y es desconocida para el gran público. “Se resaltan sus facetas de pintor, retratista, acuarelista y caricaturista. Se dedicaba a este arte cuando tenía tiempo libre, pero no podía en las épocas de mucha actividad política. Pienso que se veía como una persona con ideas para mejorar su sociedad y actuar en ella a través de programas europeos en una Canarias, aún, en 1850, muy atrasada con relación a la historia del continente y sus dinámicas”. Fue un hombre polifacético. “Además de la botánica le interesaba mucho la agricultura, la mejora de las técnicas de cultivo en relación a los grandes terrenos que tenía su familia”.

En la exposición de 2019 se presentaron cuadros inéditos, “básicamente de sus parientes, creados al óleo: el cuarto conde, Agustín del Castillo y su esposa, Ana Westerling Massieu, sus hermanos y algún primo, así como un par de autorretratos, pero también los hay de otras personas, conocidas o no, que emergen en sus caricaturas y que son más importantes que las obras a su familia”. “Durante su época de formación como pintor en la Academia de Bellas Artes de Madrid fue copista prolífico del Prado. La copia era parte del aprendizaje artístico en la época. De modo que lo hizo utilizando a Murillo y Luis de Morales. Estos cuadros también se han quedado en la colección privada, así como paisajes con referencias bíblicas. Era muy propio del siglo XIX que las obras se mantuvieran en las casas y que poca producción se derivara a museos”. “Con mi libro pretendo dar a conocer a un personaje con relevancia en su mundo contemporáneo que si no, hubiese quedado perdido para siempre por lo que faltaría un eslabón más de la historia de su época en Canarias que lleva ya 50 años reescribiéndose al alza”.

Caricatura de varios individuos de la etapa pictórica del autor. | | LP/DLP

Caricatura de varios individuos de la etapa pictórica del autor. | | LP/DLP

En la monografía hay una parte considerable de su obra, no toda “porque sigue existiendo otra en colecciones que no se pudo emplear para la exposición de 2019, pero sí aparecen sus principales retratos al óleo y la fotografía de todas las cubiertas pintadas en la década de los 50 de la residencia de los condes de la Vega Grande de Guadalupe, así como todas las caricaturas conocidas. El catálogo pictórico de la obra es bastante amplio, pero ningún libro se ve como definitivo porque han ido apareciendo otras curiosidades de Juan del Castillo. Tras las monografías pictóricas, hay que elaborar las obras razonadas, pero en las primeras ya se puede apreciar el registro, el estilo como pintor, perfectamente bien”.

Westerling viajó mucho por Europa, tanto por Italia, como por Londres o Francia “sin embargo, creo que sus referentes fueron algunos románticos españoles, aunque él no hubiera dicho nada al respecto. En este sentido, destacaría la escuela realista algo neoclásica de Madrazo padre e hijo, por una parte y por otra, la pintura de los nazarenos, que eran los románticos alemanes que vivían en Roma. Sin duda, hay también referencias de la escuela francesa e inglesa de toda la pintura italiana de 1700 y, probablemente, un escultor como Bellini o el propio Canova también están en el trasfondo de su inspiración”, apunta Allen.

“Con el arte se encontraba consigo mismo. Era algo que hacía con gusto y placer, no obstante, con exigencias porque se trataba de un hombre muy meticuloso que detallaba muy bien todos sus cuadros, los fechaba y, si tenía que cambiar un lienzo, lo decía. El arte suponía el momento de su autenticidad, como para toda persona que lo practica. Sin dejar de lado otras responsabilidades, pienso que suponía el mejor momento de su vida íntima”.

Juan del Castillo Westerling,   europeísta y primer caricaturista isleño

Juan del Castillo Westerling, europeísta y primer caricaturista isleño

Entre dichas responsabilidades figuraba la política a la que se dedicó de los años 60 a los 80, donde abarcó distintos cargos. “Pero después la abandona radicalmente porque se desilusiona”. “Era también administrador de los bienes familiares. Aunque no fuera el hermano mayor sino el segundo se hacía cargo de gestionar correctamente múltiples posesiones. Además, como ya mencioné, se dedicaba profesionalmente a la agricultura y a su pasión por la botánica. Entre su invernadero y su taller de pintor lo considero una persona muy auténtica, alguien siempre muy ocupado”.

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