Mi amigo del alma, este domingo es menos domingo sin ti. Hace apenas unos días, cuando marzo marceaba, hablamos largo y tendido, como lo hacíamos siempre. Nada hacia presagiar lo que el futuro, ese lugar donde pensabas pasar el resto de tu vida, te deparaba el destino cruel. El indómito poeta siempre fiel a si mismo, nos deja con la vista perdida en el océano que el siempre amó. 

Estábamos preparando, para el próximo mayo, si las circunstancias lo permitieran, la presentación de su última obra en el Gabinete Literario, del que eras socio de Mérito. Una vez más la tragedia que siempre acecha, ha truncado esa fuente inagotable de sentimientos que a borbotones salían de tu pluma. Ese dominio de la métrica, tan difícil, lo hacías sencillo, como sólo tu sabias hacer. Dominabas el lenguaje como nadie. Aun recuerdo, esas peripatéticas charlas, entre abedules imaginarios, con el murmullo de las olas de fondo. La poesía la describías con la maestría que atesorabas y al igual que tu admirado Rilke, la consideraba como un fogonazo en la oscuridad que nos muestra la verdad y el dolor, necesario para la creación de una obra.

Desde mi más tierna infancia te recuerdo, te recordaré, sentado en los jardines de Arucas donde pasábamos las tardes de estío con aquel “savoir faire “ que siempre te caracterizo. Los círculos del infierno que pariste en el frio Estocolmo te llevaron a la excelencia y la exquisitez. Años después , fuiste candidato al Nobel de literatura, cosa que pocos conocen, ya que solo recuerdan cuando fuiste a recoger el preciado premio de tu insigne maestro Vicente Aleixandre .  

La vida va a ser un poco menos vida sin tu compañía y tu insobornable amistad. Querido amigo, ya estás en el Olimpo de las letras que te corresponde. Desde el rincón mas recóndito de mi corazón, prometo seguir siendo fiel a tu amistad. Recuerda, como tú siempre tenías presente, sólo muere la mano que te escribe.