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Anelio Rodríguez mira el busto de Galdós. | | ESTHER CANDELARIA

Anelio Rodríguez: “Estamos viviendo el auge de las nuevas censuras y de las pequeñas inquisiciones”

El escritor palmero Anelio Rodríguez (La Palma, 1963) asegura que, en tiempos de crisis permanente, como los que vivimos en la actualidad, aflora lo mejor y lo peor del ser humano

Al autor canario Anelio Rodríguez, que este jueves ofrece la charla La mirada de Galdós a las 19:00 horas, en la Casa-Museo Pérez Galdós, le preocupa como profesor la paulatina degradación de la educación y también el auge de los populismos, que achaca a una suma de factores. «Cuando llevas muchos años viviendo en una democracia tiendes a creerte con derecho a todo, como que una gracia divina te ha tocado para vivir eternamente en este estado de libertad, y no es cierto, porque la libertad hay que cuidarla y hay que velar por ella. Y tiene que haber sacrificios, porque no es algo que se tiene por que sí, hay que ganarla y entender que hay derechos y deberes», destaca.

Rodríguez es consciente de que la democracia es el mejor sistema política que se conoce, pero le preocupa la deriva de la intransigencia de mucha gente que, con la mejor intención, apuesta en firme por causas justas, pero que llega un momento en que cruzan las líneas rojas del sentido común. «Estamos viviendo una especie de despertar de un nuevo tipo de censura. El auge de las nuevas censuras y de las pequeñas inquisiciones, bien intencionadas, pero inquisiciones, al fin y al cabo, tiene que ver con que durante décadas el mundo está asistiendo a un desgaste de lo que se debería entender por vivir en libertad, se va desgastando y llegamos a perder la perspectiva», manifiesta.

Y en este sentido también observa con preocupación el grado de mediocridad al que ha llegado, en general, la clase política, que para él no es más que el reflejo de una sociedad. «La gente muchas veces habla de los políticos como si no tuviesen nada que ver con ellos, pero nos representan porque la sociedad es así y ellos son hijos de las circunstancias que va modelando la sociedad en la que vivimos. Queremos vernos como muy por encima de ellos y los políticos están a la altura de lo que hay, al igual que los contenidos y las formas de los programas de televisión ofrecen una imagen de lo que somos realmente», se lamenta.

Para demostrar que la libertad no tiene porqué ser eterna, Rodríguez recuerda el libro «maravilloso y terrible» escrito por Stefan Zweig, El mundo de ayer. En esa obra, el autor relata cómo era Viena en su infancia y juventud, a principios del pasado siglo. Se trataba de un mundo en el que vivían con seguridad, en libertad, en armonía, y donde no había racismo y los judíos estaban perfectamente integrados. «A nadie se le pasaba por la cabeza que aquel mundo cojonudo algún día se iba a derrumbar, y se derrumbó de una manera espantosa. Ese libro te abre los ojos, porque el hecho de vivir bien y en libertad es engañoso, porque te llegas a creer que todo es permanente», advierte.

Y la pandemia, que tiene un valor simbólico, nos demostró que como seres humanos somos frágiles y que no estamos a salvo de nada, ni somos los Reyes del Mambo, asegura. «Esa es la gran lección de la pandemia, pero la gente no quiere asimilarlo, ni ha servido para aceptar los desperfectos que están por debajo de la superficie de la vida social», afirma.

Sobre el devenir de la humanidad, dice que es, a la vez, pesimista y optimista. «Soy pesimista si contemplo las cosas de lejos y con amplitud de miras, pero luego soy optimista en lo pequeño, en el día a día, en el trato con el vecino y con mis alumnos, en lo cotidiano y en lo inmediato. Creo en la bondad de las personas, pero por otro lado veo las perversiones que hay en la humanidad en conjunto. Por naturaleza soy optimista, pero lo que pasa es que la razón me frena», expone.

Su charla en la Casa-Museo Pérez Galdós se enmarca dentro del ciclo Escritores que leen a Galdós. En ella explicará que Galdós parece rumiar algo, como si advirtiera la fragilidad de las armazones morales y mentales de sus congéneres. “Esa actitud de observador nos hace pensar en la lucidez compasiva de Cervantes y también en la socarronería de los viejos artesanos de Canarias”, detalla, al tiempo que explica que la actitud del célebre escritor en las imágenes le recuerda a la que mantuvieron durante siglos muchas generaciones de canarios. “El canario se caracteriza por ser cauto y siempre tiene un punto de ironía, porque se mantiene un tanto escéptico ante las cosas que le rodean. Pienso que se debe a la condición de insular», sentencia.

Charla: ‘La mirada de Galdós’, por Anelio Rodríguez

Lugar: Casa-Museo Pérez Galdós, calle Cano, número 6

Fecha y hora: Jueves, 1 de julio, a las 19.00 horas.

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