La Provincia - Diario de Las Palmas

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Un alto poeta

Manuel González Sosa.

Conocía la obra poética de Manuel González Sosa gracias a A pesar de los vientos, su poesía completa, publicada en 2013, con edición de Andrés Sánchez Robayna, que reseñé en Ínsula al poco de aparecer. Fue, para mí, un verdadero descubrimiento: González Sosa me pareció —y me sigue pareciendo— un poeta extraordinario.

Todo en esta obra poética es sobresaliente, pero sus sonetos son de una belleza abrumadora. Reúnen lo mejor del clasicismo y de la vanguardia: serenidad y riesgo; contención y fantasía; equilibrio y vuelo.

Manuel González Sosa es un alto poeta que no ocupa el lugar que le corresponde en el canon de la poesía española contemporánea, en buena parte porque él mismo trabajó por no ocuparlo: publicó muy poco, siempre muy exigente con su obra, siempre corrigiéndola, y, cuando lo hizo, fue en pequeñas colecciones canarias, marginales. Hay que reivindicar su condición de poeta crisol de tradiciones, en la mejor línea del existencialismo hispano contemporáneo.

En lo que se refiere a si poseemos, hoy por hoy, una imagen rigurosa de la poesía española de la segunda mitad del siglo XX, nunca se tiene, en realidad, una imagen justa y precisa de ninguna poesía (ni de nada), porque el tiempo y la historia —es decir, las sucesivas generaciones de hombres— la mueven constantemente. El canon es algo que se construye cada día, sometido a los vaivenes y altibajos de las ideas, las sociedades y, en definitiva, los lectores.

Asumiendo esa provisionalidad, y precisamente por ella, hay que trabajar en cada momento histórico por levantar un canon sólido y permeable a la vez, que incluya a cuantos han enriquecido o ensanchado la literatura en una época determinada. Y González Sosa la enriqueció y ensanchó decididamente, aunque muy pocos se enteraron. Hoy lo sabemos ya, o estamos en condiciones de saberlo. Por eso deberíamos leer, y considerar en lo que vale, tanto a Manuel González Sosa como a grandes figuras aún en penumbra de nuestra poesía reciente, como Luis Feria, otro canario, o Manuel Álvarez Ortega.

Nuestra historiografía literaria debería trabajar en su recuperación, estudio y difusión. No otra cosa ha de hacer la crítica literaria con una obra como la de Manuel González Sosa.

Eduardo Moga es poeta, crítico literario y traductor.

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