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José Luis Correa Escritor

José Luis Correa: "La inmigración es el asunto que más me preocupa"

El escritor canario acaba de publicar Para morir en la orilla, la duodécima novela de la saga protagonizada por Ricardo Blanco

José Luis Correa, escritor canario, con un ejemplar de su novela Para morir en la orilla

‘Para morir en la orilla’ es su duodécima novela de la saga de Ricardo Blanco, ¿Qué le espera al lector en esta entrega?

Como todas las novelas de una saga sabes que en cierto modo el lector espera reconocer el universo de Ricardo Blanco, los personajes, la ciudad, la isla y las situaciones. Claro que también le espera cosas nuevas porque es un caso diferente. Aquí me atreví con algo que ya había vislumbrado en alguna novela anterior pero que no había tocado en profundidad que es el tema de la inmigración, de las pateras, de las mafias de la trata de seres humanos y va por ahí. Por eso se llama Para morir en la orilla como el dicho ‘de tanto remar para morir en la orilla’. Va un poco de ese mundo, de ese mundo cruel e inhumano, de la inmigración y sobre todo de la trata de seres humanos y su crueldad. 

Entonces, ¿la inmigración es el eje central?

Sí. En general de lo que menos importa a veces en mis novelas es la muerte, el muerto, el cadáver o la investigación. Va de todo lo que está alrededor, de todo lo que tiene que ver con el mundo alrededor de eso. Ahí aparecen dos cadáveres fuera de lugar en un naufragio. En la llegada de una patera a Maspalomas aparecen dos muertos fuera de lugar que no van en ese naufragio y Ricardo empieza a investigarlo. En el fondo todo esto es responder a una serie de preguntas. Ricardo Blanco empieza a preguntarse qué hacen esos cuerpos ahí, cómo llegaron y a partir de ahí se abre todo un mundo, todo ese mundo de mafiosos, de crueldad e injusticia. 

¿Cómo consigue reflejar esa crudeza y ese dolor?

En el fondo a través de los buenos y los malos. Al final una novela de este tipo, como todas las novelas, habla del ser humano y de las pasiones. De la maldad. Se intenta reflejar a través de esa dicotomía tan sensible y tan compleja que es el bien y el mal. Aparecen villanos que se aprovechan de las víctimas , de la tragedia y la fragilidad de los inmigrantes, y aparecen inmigrantes explotados. Es esa lucha de los dos mundos de la que va surgiendo la verdad, en este caso la verdad literaria.

En palabras suyas, este es quizás el caso más doloroso al que se enfrenta Ricardo Blanco, ¿por qué?

Quizás por el tema, porque nos afecta mucho. Es de los grandes asuntos que tenemos en Canarias. Es una novela escrita antes de todo este boom de la inmigración. Prácticamente la terminé de escribir en el trimestre del confinamiento. Después ya empezaron a llegar las pateras. Me parece que es el asunto que más me preocupa y es el más complejo aparte del paro, de las crisis económicas o el regreso o no del turismo. Me parece que es de los problemas más acuciantes. Hace días leí a un responsable de una ONG que decía que teníamos que tener seguro que vamos a estar recibiendo a 30.000 inmigrantes cada año. Eso es doloroso, es una de las situaciones más complejas que vamos a tener en Canarias en los próximos años. Por eso habla del dolor.

Además, han aumentado los discursos de odio y xenofobia...

La novela también habla de eso. Es una situación propicia para unas políticas xenófobas, en el sentido de el miedo al extranjero o al otro. Además, luego empiezas a oír noticias que cada vez que hay un delito lo relacionan con los inmigrantes como si la maldad tuviera color o raza. Eso es un peligro en general, por eso es doloroso. Bastante mal lo pasan ellos, los que vienen, para que luego encima se encuentren aquí con la mirada inhóspita. Por eso hablaba del dolor, es una especie de injusticia sobre injusticia.

«Aparecen dos cadáveres fuera de lugar al naufragar una patera y Ricardo Blanco lo investiga»

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¿Difícil de solucionar?

No le puedes poner puertas al campo. Es imposible, por mucho que lo intentes, pensar lo que ha tenido que pasar o la vida que ha tenido alguien que mete a sus dos hijos pequeños en una barcaza de madera desvencijada y cruzar el mar para llegar a otro sitio. Uno se pone a pensar que nos quejamos cuando mareamos por viajar en barco, imagínate lo que tiene que sufrir alguien para meterse en una patera y encima meter a sus niños pequeños para poder huir de la miseria, de la guerra y del hambre. Para huir de todo. No lo vamos a poder solucionar porque van a seguir huyendo de eso. Lo tendrán que regularizar de alguna manera, darle solución cuando lleguen aquí pero esa gente va a seguir huyendo de todo eso. 

¿Es la novela negra el mejor genero para reflejar esa dureza?

Es uno. No creo que sea el único, hay después trabajos periodísticos investigando sobre estas cosas, las mafias y de donde salen. El género negro te da la posibilidad, o más que el genero negro la ficción literaria, de analizar eso sin el problema que tendrías como periodista de tenerlo todo confirmado o morderte la lengua más de lo que me la muerdo yo o cualquier escritor de ficción. Nos da pie para reflexionar de estos temas. Siempre he dicho que en cierto modo la novela negra se convierte en una novela realista, social, crítica y de compromiso. Creo que la novela negra puede cubrir todos esos conceptos y términos que han funcionado en la literatura.

Afirma que empezó a escribirla en el confinamiento. ¿Sale la pandemia?

No, todavía no estoy preparado. De hecho estoy escribiendo la novela número trece y voy a hacer coincidir el final con el confinamiento. Todavía no estoy preparado para hablar de mascarillas y todas estas cosas. No me apetecía entrar en ese juego todavía. La que estoy escribiendo ahora aún va estar en la época de antes, en la siguiente ya veré lo que hago. Además, cambia mucho el tener a todo el mundo con mascarilla para un tipo de novela como la que yo hago. Ahora mismo no nos reconocemos, nos estamos reconociendo por los ojos. Los niños se estaban quejando que llevan dos años sin saber cómo es la cara de su maestro con lo horrible que es eso. Yo soy docente y trabajo con futuros maestros, es un mundo que ha cambiado sustancialmente o que está cambiando en estos años. Aún no estoy yo ni convencido ni preparado además creo que todavía falta un tiempo para macerar todas las emociones que nos han traído estos dos años tan duros. Esta es una época terrible desde el punto de vista humano. Hace falta aún darle muchas vueltas, yo me quedo espeluznado porque seguimos teniendo 200 muertos diarios. Se habla de que estamos mejorando pero seguimos hablando de muchos muertos, de los que además no te puedes despedir. Es una cosa muy dura, si te pones a analizarlo estamos viviendo una época muy dolorosa. Eso también en la literatura tiene que plasmarse, lo plasmaré pero necesito tiempo para asumirlo.

Quizás los lectores no están tampoco preparados..

Claro. Es complicado. A veces uno intenta que la literatura de ficción ayude a evadirnos y es muy difícil, no podemos evadirnos de esta realidad. Cuando acabe esta que estoy escribiendo, que creo que la terminaré este año, ya me sentaré a analizar y seguramente ya no podré soslayar un tema que nos está afectando. La novela también refleja una realidad y el mundo que vivimos. Necesita uno una reflexión más profunda porque hay mucho dolor detrás.

La novela surgió antes del repunte de pateras, ¿Cómo nació esta idea?

Llevaba tiempo dándole vueltas a ese mundo. Aquí se han unido varias cosas. Llevaba ya tiempo tocando este tema en alguna novela anterior y además en cierto modo lo planteé como un homenaje porque hace dos años nos dejó un gran amigo y un gran escritor que era Antonio Lozano, que era un hombre que siempre nos estaba pinchando, nos estaba haciendo caer en la cuenta de que África también existe. Nosotros estamos siempre preocupados por Europa e Hispanoamérica como canarios que somos. Siempre hablamos de que estamos en el centro de los tres continentes pero nos faltaba el continente africano que lo teníamos muy abandonado. Entonces claro, cuando muere Antonio en cierto modo me pareció que era casi un deber, como homenaje a mi amigo. Por supuesto, ni con la profundidad ni el conocimiento con el que él los trataba porque lo hacía desde un conocimiento brutal. Es al estilo de lo que uno puede que es el de la ficción de este tipo de novelas, no hay un análisis profundísimo del fenómeno de la inmigración, pretende tocar la llaga de esta realidad que nos está tocando vivir.

«Me atreví con algo que ya había vislumbrado en alguna novela pero no en profundidad»

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¿Qué tiene la novela negra que tanto gusta?

El género negro hace unos años, yo llevo ya 20 años con esta son doce novelas, no tenía tanto boom como ahora. Lo que pasaba es que era un subgénero al que los escritores y escritoras nos miraban con cierto desdén. Pero es que ahora se ha convertido en el supergénero, es decir, aquí cabe todo. Si quieres escribir de cualquier tema, que no sea un tema excesivamente íntimo y personal, o muy intimista, si quieres plasmar un poco cualquier cosa esto lo es todo. Desde la prostitución, la trata de seres humanos, el maltrato infantil, la mafia o la corrupción política. Todo eso es negro, todo eso lo he ido tocando a lo largo de estos 20 años y estas doce novelas. Se ha convertido en un subgénero en el que cabe todo. Hay quien escribe novela negra mucho más dura y más cruel, hay quien escribe un thriller policíaco, hay muchas variantes pero aquí se ha recogido muchas tendencias dentro de las novelas de ficción. Lo que tiene, y eso sí lo puedo decir, es un lector muy fiel. Es muy seguidor de ese tipo de novelas porque quiere entender realidades, saber cómo funciona el mundo en distintos sitios. Al final hablamos de lo mismo. Si coges a un escritor o escritora nórdica o a un autor africano o hispanoaméricana al final hablamos de lo mismo. De la maldad, de todo lo que significa la crueldad, las pasiones, porque al final todos analizamos los motivos que te llevan a cometer un crimen. Ahí están los celos, la envidia, el dinero o la venganza. Todas esas cuestiones que tienen que ver con las pasiones humanas y los instintos.

Hablando de autores nórdicos, sus novelas han sido traducidas a varios idiomas, entre ellos el finlandés, y son un éxito en el norte de Europa. ¿Se esperaba este éxito en esas latitudes cuando comenzó a escribir? 

No la verdad es que no y menos en este tipo de novelas. Cuando yo empecé, digamos que cuando pensé por primera vez en Ricardo Blanco, a finales de los noventa, yo lo que quería hacer era una simple novela de ficción. Fíjate que elegí un detective al estilo más americano. Ahí pensaba hacer una novela y seguir escribiendo pero claro, al final no te puedes imaginar que veinte años después tengo doce novelas protagonizadas por el mismo personaje, traducidas a varios idiomas. Eso es algo que no te planteas cuando empiezas a escribir. Es más, lo agradeces todo porque me considero sobre todo un tipo afortunado en ese terreno pero no, no era algo que entraba en mis planes. No escribía esto para lo que ha llegado después.   

Sí, porque usted comenzó escribiendo relatos cortos

Sí, yo empecé escribiendo cuentos. Yo creo que eso no me ha abandonado nunca porque si te pones a analizar mis novelas son muy cortas. Mi novela más larga, y creo que tiene que ver más con el tipo de letra y el tipo de papel que eligieron las editoriales para esa novela, tiene 350 páginas. Las demás están entre las 200 y las 300 páginas. Es decir, para lo que normalmente se escribe hoy son novelas relativamente cortas. Tiene que ver en que son bastantes minimalistas, por decirlo de alguna forma, va a lo que quiero contar. Con un juego de elipsis, de la descripción y los detalles.

«Estoy escribiendo mi novela número 13 y voy a hacer coincidir el final con el confinamiento»

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Cosecha un éxito inmenso fuera de las islas, ¿se siente profeta en su tierra?

Yo me siento muy querido en el sentido de que hay un montón de gente aquí que me conoce y me reconoce, aquí y fuera. Yo la verdad es que cuando uno escribe no me planteo, y creo que ninguno de nosotros y de nosotras lo hace, que eres escritor de novela negra o que eres escritor canario. No. Te planteas que eres escritor y punto, que quieres contar una historia. Luego te sorprende que te lea un alemán, un italiano o una finlandesa. Luego te sorprende que te vayas a Barcelona y hay un montón de lectores tuyos que te van siguiendo, y luego te vas a Valencia o a Castellón y hay otro montón de lectores que te leen. Que además, incluso descubren Canarias, en este caso Gran Canaria, a través de tus obras, eso es una de las cosas que más me gustan, que más me hacen feliz. Hay gente que me llega y me ha dicho que han viajado a Gran Canaria después de leer una de mis novelas porque querían conocerla de primera mano. Entonces, claro que es todo eso. No escribes para lectores de un sitio u otro o para lectores de un género u otro, escribes en general para los lectores totales. El lector en líneas generales. Pero yo sí me siento muy bien tratado, no soy de los que considero que me tengan más estima fuera de las islas que dentro, no lo creo. Por supuesto, habrá gente que no te lea y que no les gustes. Siempre he dicho que si no quieres recibir críticas pues no publiques. Cuando te decides a desnudarte en una novela y a publicarla y editarla tienes que asumir que habrá gente a la que le guste, gente a la que no le diga nada y gente a la que no le guste absolutamente nada.

¿Qué le aporta la escritura?

A parte de que me hace muy feliz. Mi vida siempre ha estado ligada a la literatura. Desde que empecé a estudiar, yo estudié Filología Española, primero como gran lector porque siempre me ha gustado. Para mí es un mundo fantástico, siempre he sido un lector voraz. Luego como estudioso en la Filología y como enseñante, soy Profesor de Lengua y Literatura la literatura ha estado pegada a mi vida siempre, en los últimos 50 años. Entonces, a mi me hace muy feliz y muchos de los mejores recuerdos de mi vida están ligados a eso. Lo que me hace es, sobre todo, disfrutar. Yo soy de los que creo que uno escribe para entenderse un poco mejor, para entender el mundo que le rodea, para comprender. Si tuviera que definir o ponerle una razón para sentarme horas y horas contando historias, sobre todo creo que es para comprender, es decir, creo que me ayuda a entender muchas cosas. Cuando uno las escribe, las visualiza, las ve y las entiende un poco mejor. Esto es como el diván del psicólogo, que te pone una libreta delante y te dice que escribas tus emociones. En cierto modo lo que haces es que cuando las escribes parece que están más patentes. Me he ido descubriendo en cuestiones que han estado siempre ahí y que no entendía a través de mis novelas, de estas y de las que no son del género negro.

¿Es más complicado ser escritor desde las islas?

Yo no lo creo. El escritor que se ve comprometido con la literatura da igual que esté donde esté. No creo que necesites salir de aquí para escribir, para triunfar o para llegar a los lectores. Yo he tenido muchísima suerte, tengo una editorial de Barcelona que siempre me ha tratado magníficamente bien que es Alba y a la que le debo todas estas novelas, y no he tenido que mudarme a Barcelona para eso. Creo que entre todas las artes, la literatura como es tan íntima, personal y solitaria. Trabajas en la soledad de tu despacho, con tu ordenador y luego si tienes un poco de suerte y hay alguien que confíe un poco en ti y le gusta lo que escribes y te edita tiras para adelante. No creo que sea necesario irse para otro sitio. No es como el cine o la música.

¿Qué consejo le daría a un escritor novel?

Soy malo dando consejos. Básicamente el escritor se nutre leyendo, de eso no hay ninguna duda. Lo primero que les digo es que lean, que tienen que leer mucho y después que trabajen porque este es un oficio de picapedrero, lo de la inspiración es casi una broma, ya nadie se lo cree.

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