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David Broncano: "Quiero pensar que somos los Led Zeppelin del humor"

El presentador de 'La resistencia' presenta el espectáculo 'La vida moderna Live Show' donde se traslada el humor y la actualidad que abordan en los micrófonos de la Cadena Ser

David Broncano.

‘La vida moderna Live Show’ es el el nombre del espectáculo mutante en el que David Broncano (Santiago de Compostela, 1984), Ignatius Farray y Héctor de Miguel trasladan al escenario ese cóctel de humor, actualidad, filosofía y caos que destilan a diario desde los micrófonos del programa homónimo de la Cadena Ser. Convertido en un improbable fenómeno de masas, el trío se cita el sábado 19 de marzo con sus fans barceloneses en un recinto tan imponente como el Palau Sant Jordi, dentro de la programación del festival de comedia In Risus. Broncano, presentador también del popular ‘talk show’ televisivo ‘La resistencia’, despeja en esta entrevista algunas posibles dudas sobre la naturaleza del espectáculo: “El que quiera gritar ‘¡UPyD!’, gritará ‘¡UPyD!’”.  

En cinco años han pasado de la sala Barts al Palau Sant Jordi, un lugar donde han actuado Bruce Springsteen, Madonna y el Dalái Lama. ¿Sienten la presión?

Claramente ha habido un error que nos ha llevado a actuar en ese sitio, pero vamos a intentar estar a la altura. Aunque, vaya, si hubo gente que fue a ver al Dalái Lama, creo que también pueden venir a vernos a nosotros. El 'show' del Dalái Lama es peor que el nuestro, sin duda. Además, aquí puedes ver a Ignatius, que es como ver directamente a Buda.

Se han convertido en algo así como una banda de estadio, ¿no? Los U2 del humor.

La verdad es que sí. Si pudieses poner eso en el título… A ver, me gusta eso de ser los U2 del humor en cuanto a tirón popular, en cuanto a gente que compra entradas, pero en cuanto a calidad…, prefiero que no. Sin dejar mal a U2, ¿eh?, que tienen algún disco que está bien. Yo quiero pensar que en algunos momentos hemos sido los Led Zeppelin del humor.

Héctor de Miguel, David Broncano e Ignatius Farray.

¿Cambia mucho el espectáculo al pasar de hacerlo en un club o un teatro a un pabellón polideportivo?

Hay diferencia, sí. En un pabellón grande hay más distancia con el público, los aplausos duran más y todo requiere una intensidad mayor que en otros sitios. En un teatro te puedes permitir más silencios, más subidas y bajadas, mientras que en un estadio tienes que esforzarte para mantener un ritmo más continuo.

Ser muy populares, ¿les resta espontaneidad a la hora de actuar? ¿No acude la gente a sus espectáculos esperando los ‘gags’ que ya conoce igual que el público de un gran concierto que quiere oír los ‘hits’?

Eso pasa, pero a nosotros no nos parece mal porque lo que llevamos ya es un poco mezcla. El espectáculo es prácticamente todo nuevo, porque agarrarse todo el rato a los éxitos que has podido tener es un coñazo y rebaja el valor del ‘show’, pero siempre hay un pequeño lugar para la nostalgia y para los momentos de solidaridad colectiva en los que se gritan consignas que todo el mundo conoce. Si la gente quiere gritar “¡UPyD!”, se gritará “¡UPyD!”. 

¿Cuánto hay de improvisación en un ‘show’ de ‘La vida moderna’?

En realidad, poco. En comedia, los espectáculos con mucha improvisación son ‘shows’ muy específicos en los que los códigos ya están muy claros, pero en el ‘stand up’ clásico hay poca improvisación porque requiere una preparación, un trabajo previo. Siempre surge alguna cosa que se te ocurre en el momento y que, si funciona, se añade en las siguientes funciones. Lo ideal es que parezca que todo lo que sueltas se te está ocurriendo en ese momento, pero el material tiene que estar escrito y probado

Ese guion, ¿lo cambian en función del lugar al que van a actuar? ¿En Catalunya, por ejemplo?

Sí, sí, claro. Lo que pasa es que las anteriores veces que hemos actuado en Catalunya teníamos la percepción de que la situación política era más intensa y estaban pasando más cosas. Ahora parece que hay menos ruido y por eso hablamos menos del tema.

Más allá del entretenimiento y la risa, ¿tiene ‘La vida moderna’ también un discurso político?

Lo que no hay es una línea editorial predefinida. Pero en el programa siempre hemos hablado de política, sin que sea un programa político. Y a veces también decimos abiertamente lo que pensamos sobre según qué temas. Está claro que somos tres personas que estamos muy a favor de las libertades civiles, de la libertad de expresión y de la protección social, y eso se traslada al programa y al ‘show’.

Richard Pryor decía que él no encontró su auténtica voz como comediante hasta que llevaba 15 años actuando. Usted empezó hace 14. ¿La ha encontrado ya?

Eso de los 15 años tiene sentido, porque es verdad que necesitas cierto tiempo para empezar a sentirte más o menos cómodo con lo que haces. Yo, al principio de dedicarme a esto, muchas veces las cosas que hacía no las podía ni ver porque todo me parecía un desastre y ahora, aunque sigue habiendo días en que no estoy del todo convencido de cómo lo he hecho, puedo ver vídeos míos y me quedo razonablemente tranquilo. Ahora sí puedo pensar que esto no se me da mal.   

A David Broncano, ¿qué cosas le hacen gracia?

Lo que más gracia me está haciendo últimamente, a nivel de producto audiovisual, son la serie de Larry David y un vídeo que he visto en Youtube de una oveja que está en una zanja, la sacan y se vuelve a meter ella misma en la zanja. Si la gente no ha visto ese vídeo, que lo busque, porque es increíble. En esos momentos del día en los que te puede la desazón de la vida, no hay nada mejor.

¿Se suele fijar en el trabajo de otros humoristas?

¿Con ánimo de analizarlo y eso? La verdad es que no. Lo veo como espectador, pero no lo racionalizo mucho 

¿Fue a ver a Louis CK el 8-M?

No.

¿En qué casos considera justificado aplicarle a un artista la llamada 'cultura de la cancelación'?

A ver, es que la cancelación, al ser un proceso social, popular o cultural que no está basado en el Código Penal, pues cada uno debe valorar de forma individual cómo de justificada está en cada caso. Yo, cuando la cancelación tiene su origen en un historial de abusos o acoso sexual, por supuesto que la entiendo.

Hace unos días se generó una polémica de cierta intensidad por la presencia en ‘La resistencia’ del cantante Marc Seguí, que había publicado en Twitter una serie de comentarios machistas y homófobos. ¿Cómo vivió esa situación?

Yo, cuando vi todas esas cosas que él había puesto en Twitter y demás, sí hubo un momento en que me planteé si era o no conveniente hacer la entrevista. Y faltaban solo dos horas para la emisión. Luego investigué un poquito más, hablé con alguna gente de su entorno y también con él y me pareció que, llegados a ese punto, era justo contar la situación de cara y darle a él la oportunidad de pedir disculpas y hablar al respecto.  

¿A qué atribuye que tanta gente quiera ir a ‘La resistencia’ a que le vacilen y le hagan preguntas incómodas?

Bueno, es que tampoco hacemos tantas preguntas incómodas ni machacamos a nadie ni nada. Yo supongo que la gente quiere ir al programa porque le gusta y le parece gracioso. Y porque lo ve mucha gente, claro. Es un programa con mucha visibilidad y que ha tenido mucho éxito y que está guay. Alguna vez se ha vacilado al invitado un poco y eso, pero no es una carnicería. Al programa ha venido un montón de gente que, por su situación artística o profesional, no tenían ninguna necesidad de venir y lo han hecho porque les gusta y porque saben que, aunque yo les vacile un poco, no voy a mala idea.

El contexto del programa parece invitar a veces a los entrevistados a ir de ingeniosos o provocadores buscando, sobre todo, el impacto posterior en las redes sociales. ¿Le preocupa que eso vaya a más y se les pueda ir de las manos?

Si ya no se nos ha ido de las manos en cinco años… Es verdad que hay gente que puede venir un poco más autoconsciente o pensando en qué pasará después y qué reacciones habrá, y eso yo lo puedo entender. Pero en esos casos también es labor mía encauzar la entrevista y hacer que quede graciosa y que no sea una cosa demasiado artificial en la que solo se busca el folclore posterior. Pero creo de verdad que eso no pasa tantas veces.

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